Argentina no es el único país emergente que sufre una severa depreciación de su moneda. De hecho Turquía experimenta una fuerte devaluación de su lira. Sucede con las monedas en Brasil, Rusia e India.
Una causa está asociada a las fuertes turbulencias generadas por la guerra comercial iniciada por Donald Trump en contra de China, algunos de sus aliados europeos y de América del norte, impactando sus economías y provocando la fuga de los inversionistas de los riesgosos mercados emergentes.
En el caso argentino no se trata de la única razón que explica la aguda crisis, que ha obligado al mandatario trasandino a anunciar una severa política de shock para ajustar su economía, dejando atrás la estrategia gradualista.
Justamente lo contrario a lo prometido durante su campaña. Además de gravar con nuevos impuestos al agro y los sectores exportadores, reconociendo que era una medida mala, “malísima”, pero de última instancia, para intentar acomodar sus cuentas y hacer frente a sus obligaciones internacionales.
El mayor recorte del gasto será en inversión pública: un 0,7 % del PIB, la eliminación de los subsidios al transporte y la electricidad (0,5 % del PIB), y un ahorro en remuneraciones y gastos operativos del 0,2 %, sumando otro tanto en gasto corriente.
Justamente lo contrario a lo prometido durante su campaña. Además de gravar con nuevos impuestos al agro y los sectores exportadores, reconociendo que era una medida mala, “malísima”, pero de última instancia, para intentar acomodar sus cuentas y hacer frente a sus obligaciones internacionales.
La duda no es tan sólo si esta política de shock es sustentable desde el punto de vista político, para un mandatario que ha perdido cerca del 50 % de apoyo en las encuestas, comprometiendo sus posibilidades de reelección. La interrogante mayor es cómo el gobierno logra recuperar la confianza de los mercados nacionales y extranjeros, así como de los ciudadanos Es posible dinamizar la economía?, asumiendo que estas medidas generarán un proceso recesivo, al menos durante este año y el próximo.
Efectivamente Argentina enfrenta hoy esencialmente un problema de confianza más que de solvencia económica “las provincias tienen superávit fiscal, los bancos están capitalizados y sanos. El gobierno trabaja para llegar al déficit cero lo antes posible y el problema de liquidez y divisas parece resuelto con el acuerdo con el FMI”, asegura Gabriel Martino, presidente del HSBC. Una opinión refrendada por analistas internacionales. Aunque, ciertamente, no existe consenso en la materia.
Una crisis de confianza en el gobierno
El problema mayor es que los argentinos pierden la esperanza en que el gobierno de Mauricio Macri pueda resolver una crisis estructural que enfrenta la economía del país. La que históricamente ha vivido por sobre sus posibilidades, gastando más de lo que recauda y enfrentando cíclicas crisis de divisas no cubiertas por sus sectores exportadores, a los que hoy se debe recurrir para enfrentar la emergencia.
Y si bien estos sectores han sido los principales beneficiados por la depreciación del peso y el auge de sus exportaciones, tradicionalmente han sido más que renuentes a hacer mayores contribuciones y soportar el peso del ajuste. Enemigos declarados del kirchnerismo, se movilizaron muy activamente en contra de las “retenciones” impuestas por el anterior gobierno y apoyaron a Macri y sus promesas de bajar los impuestos. Pero no es seguro que hoy estén muy dispuestos a colaborar sin mayores resistencias.
Tampoco los agentes del mercado e inversionistas extranjeros parecen tener demasiada confianza en las políticas económicas implementadas por el gobierno, pese a que muchos saludaron con alborozo su llegada al poder, así como sus primeras medidas pro mercado, pero nunca se decidieron para materializar inversiones muy sustantivas.
Inevitablemente la crisis argentina tendrá un efecto de contagio en los países vecinos. Tal como ha venido ocurriendo en Chile con el alza del dólar a niveles históricos, el fin del turismo de compras de los argentinos en nuestro país (que ha impactado negativamente los índices de consumo), así como el impacto para las empresas chilenas radicadas en el vecino país.
Aceptando que hoy el gobierno no tiene más alternativas que la implementación de la actual política de shock anunciada por el mandatario, no exenta de grandes riesgos políticos, aún los agentes del mercado esperan conocer nuevas medidas que encaminadas a reactivar la economía, incentiven la inversión y el emprendimiento, en un escenario cada vez más deteriorado e incierto. Desde un punto de vista político y por cierto económico.
Inevitablemente la crisis argentina tendrá un efecto de contagio en los países vecinos. Tal como ha venido ocurriendo en Chile con el alza del dólar a niveles históricos, el fin del turismo de compras de los argentinos en nuestro país (que ha impactado negativamente los índices de consumo), así como el impacto para las empresas chilenas radicadas en el vecino país.
Dejó de ser evidente la conveniencia para los chilenos tentados por ir de compras a la Argentina. Tradicionalmente el alza del dólar va de la mano de la inflación y el comercio trasandino remarca precios que no tan sólo impactan a la población local, también a los eventuales turistas que buscan aprovechar las oportunidades. Quizás resulte más barato comer un buen bife chorizo o una milanesa, pero no mucho más.