Bolivia está viviendo una crisis que bien puede terminar en una guerra civil. Una confrontación entre la población indígena y mestiza, que mayoritariamente se identifica con Evo Morales, y los sectores de clase media acomodada que, pese a su notable progreso y desarrollo en estos últimos 14 años, se alinearon en una fuerte oposición a su gobierno, cuestionando el resultado oficial de las recientes elecciones con una dura y violenta resistencia que terminó con el mandatario indígena en Méjico.
Tras el informe de la auditoría realizada por la OEA a los cómputos no es del todo evidente que haya existido el denunciado fraude en la reciente elección, mientras el centro de investigación norteamericano- Center For Economic and Policy Research- pone en tela de juicio la auditoría, sosteniendo, con bases estadísticas, que era completamente previsible que Evo Morales ganara en primera ronda.
Lo que nadie discute, tampoco el informe de la OEA, es que Evo Morales se impuso holgadamente a Carlos Mesa en la primera ronda.
Lo que nadie discute, tampoco el informe de la OEA, es que Evo Morales se impuso holgadamente a Carlos Mesa en la primera ronda. Si fue con una diferencia de más de 10 puntos, que le permitía proclamarse como vencedor en la elección, o si, por el contrario, algunas de las supuestas irregularidades detectadas por los observadores de la OEA, exigían segunda vuelta.
Evo Morales aceptó el resultado de la auditoría y estuvo disponible para convocar a nuevas elecciones. Pero ya era demasiado tarde.
Evo Morales aceptó el resultado de la auditoría y estuvo disponible para convocar a nuevas elecciones. Pero ya era demasiado tarde. La oposición vio a un Evo debilitado, con fuerte pérdida de respaldo popular y el proceso electoral deslegitimado, luego que los observadores de la OEA se negaran a validar el resultado oficial. Así surgió el momento propicio para impulsar una anunciada asonada violenta alimentando el golpe de Estado. Se desató, con la contribución de la policía “acuartelada” en diversos departamentos, negándose a controlar las protestas y los disturbios. La lápida la pusieron las FF.AA. que le “sugirieron” al mandatario renunciar como única manera de recobrar la paz.
La lápida la pusieron las FF.AA. que le “sugirieron” al mandatario renunciar como única manera de recobrar la paz.
Un país fuertemente dividido y polarizado
No dejó de sorprender la aparente facilidad con que Morales aceptó la “sugerencia”, optando por renunciar, refugiarse en el Chapare y luego acoger el asilo ofrecido por el gobierno mexicano. Ciertamente incidieron los actos de violencia en contra de sus familiares, su residencia y colaboradores cercanos que, en su mayoría decidieron seguir su ejemplo, renunciando a sus cargos y buscando refugio en embajadas.
El vacío de poder generado por ausencia del mandatario, el vicepresidente y los presidentes de ambas cámaras, fue prontamente aprovechado por la oposición para nominar como presidenta interina a la senadora opositora y segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Añez, en una sesión que no tuvo quórum parlamentario por la ausencia de la mayoría perteneciente al MAS
La comunidad internacional está fuertemente dividida entre quienes asumen que se está en presencia de un golpe de Estado, como afirman varios gobiernos europeos y latinoamericanos, y los que sostienen que Evo Morales se vio obligado a renunciar por sus propios errores.
Son aún muy pocos los gobiernos extranjeros que reconocen a la proclamada mandataria interina de Bolivia. La comunidad internacional está fuertemente dividida entre quienes asumen que se está en presencia de un golpe de Estado, como afirman varios gobiernos europeos y latinoamericanos, y los que sostienen que Evo Morales se vio obligado a renunciar por sus propios errores (entre ellos insistir en postularse nuevamente a la presidencia pese a haber perdido el referéndum que se lo permitiría) incluidas las denunciadas irregularidades en los recientes escrutinios.
Lejos de constituir una salida institucional a la crisis, como la que demanda la comunidad internacional, el provisorio interinato es muy controversial y precario, fuertemente resistido por los partidarios de Morales que han protestado masivamente, desconociendo la nominación de Añez, recibiendo la represión armada de la policía y militares, respaldados por una prometida impunidad por parte de la mandataria interina, con el resultado de cerca de tres decenas de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos. Mientras aquel complejo escenario se extrema y acentúa, Añez demora la convocatoria a elecciones y parece entusiasmarse con su rol anunciando giras que debe suspender por el desorden interno.
Lejos de constituir una salida institucional a la crisis, como la que demanda la comunidad internacional, el provisorio interinato es muy controversial y precario, fuertemente resistido por los partidarios de Morales que han protestado masivamente, desconociendo la nominación de Añez, recibiendo la represión armada de la policía y militares, respaldados por una prometida impunidad por parte de la mandataria interina, con el resultado de cerca de tres decenas de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos.
Los riesgos de una división frontal hacia la guerra civil
El riesgo de una guerra civil es evidente, como lo reconocen sectores de la iglesia católica y el propio secretario General de Naciones Unidas, que han ofrecido su mediación para reponer un diálogo que permita una solución negociada a la crisis.
Lo cierto es que no existen condiciones favorables para instalar el diálogo en un país extremadamente polarizado, con la irrupción de un gobierno interino cuya principal prioridad hasta ahora pareciera estar centrada en borrar el legado de Evo Morales (rompiendo sus relaciones con el gobierno de Maduro y reconociendo a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, expulsando a cientos de asesores cubanos y venezolanos, rompiendo con UNASUR, etc.), persiguiendo a los partidarios del gobierno anterior con una brutal represión.
En su corto exilio mexicano, Evo Morales, que prometiera volver a Bolivia en breve plazo, cargado de nuevas energías, ha expresado signos de arrepentimiento por su apresurada renuncia y exilio. Demanda que se le permita culminar su mandato, que vence el próximo 20 de enero, prometiendo que no será nuevamente candidato y contribuirá a la pacificación del país, mientras denuncia el golpe de Estado en su contra. La presidente interina insiste en que si Evo vuelve al país deberá enfrentar la acción de la justicia.
En su corto exilio mexicano, Evo Morales, que prometiera volver a Bolivia en breve plazo, cargado de nuevas energías, ha expresado signos de arrepentimiento por su apresurada renuncia y exilio.
Agudizando el clima de confrontación, la oposición más dura liderada por el ultraconservador cruceño Luis Fernando Camacho asume que ha llegado la hora de la revancha en contra del masismo y la revolución indigenista liderada por Evo Morales, llamando a destituir a todos los parlamentarios del MAS y borrar el legado de su gobierno.
Y aunque la interina Añez declara que no busca revanchismo ni persecución, varios de sus ministros han demostrado lo contrario, llegando a proclamar una “cacería” en contra de autoridades del gobierno anterior,
Y aunque la interina Añez declara que no busca revanchismo ni persecución, varios de sus ministros han demostrado lo contrario, llegando a proclamar una “cacería” en contra de autoridades del gobierno anterior,
Álvaro Linera, que acompaña a Morales en su exilio mexicano, ha intentado explicar los recientes sucesos en su país -incluido el golpe de Estado y la posterior convulsión- como “el miedo al Indio”. Se trata de una interpretación válida y legítima que no alcanza a esconder las responsabilidades propias de Evo Morales y su gobierno.
Álvaro Linera, que acompaña a Morales en su exilio mexicano, ha intentado explicar los recientes sucesos en su país -incluido el golpe de Estado y la posterior convulsión- como “el miedo al Indio”.
Mientras la convulsión y violencia amenazan con una guerra civil, la corta gestión interina de Jeanine Añez parece ser más parte del problema que de la solución.
Mientras la convulsión y violencia amenazan con una guerra civil, la corta gestión interina de Jeanine Añez parece ser más parte del problema que de la solución.