Es, ciertamente, extraño.
La reciente encuesta CASEN muestra una significativa reducción de la pobreza por ingresos – con una medición muchos más exigente – en circunstancias que la derecha insiste en calificar ese período como de “crecimiento mediocre”. Cómo no va resultar extraño que la oposición, al menos los partidos que integraran la Nueva Mayoría, no lo destaquen como un gran logro del gobierno de Michelle Bachelet? En circunstancias que el oficialismo intenta manipular sus resultados para continuar golpeando la imagen de la anterior administración
Reconociendo que la llamada pobreza multidimensional – que evalúa accesos a derechos sociales (salud, educación, vivienda) y laborales (empleo y seguridad social) – no registra similares niveles de disminución e incluso un cierto estancamiento en algunas áreas.
Con todo, no deja de ser curioso que el oficialismo insista con el discurso del fracaso de las reformas estructurales (cuyos efectos aún no se pueden medir cabalmente) y las políticas sociales implementadas por el gobierno anterior, mientras no aporta propuesta alguna para enfrentar las dimensiones de la llamada pobreza multidimensional.
Cómo no va resultar extraño que la oposición, al menos los partidos que integraran la Nueva Mayoría, no lo destaquen como un gran logro del gobierno de Michelle Bachelet?
Aquello es evidente en el ámbito del trabajo y seguridad social, cuando dos tercios de las personas ocupadas reciben ingresos insuficientes para cubrir sus necesidades básicas, en tanto que un tercio de ocupados informales, mayores de quince años, no cotiza en el sistema previsional. Por otra parte un 10.7 % de personas, teniendo la edad, no percibe pensión alguna – contributiva o no – y la mayoría de los pensionados reciben sumas del todo insuficientes.
Bien pudiera explicarse todo lo anterior por la confianza ciega de la derecha en que el crecimiento económico, en sí mismo, es la única vía para erradicar la pobreza. Aunque ese crecimiento esté asociado a una extrema concentración de los ingresos en un sector mínimo (el 1 % de la población), asumiéndose que en base al “chorreo”, a la larga, los sectores más pobres se verán beneficiados.
No basta el crecimiento económico (una condición necesaria pero no suficiente) sino se acompaña con vigorosas y decididas políticas redistributivas, con el foco puesto en mujeres, infancia y sectores más vulnerables.
La experiencia empírica, por el contrario, demuestra que no basta el crecimiento económico (una condición necesaria pero no suficiente) sino se acompaña con vigorosas y decididas políticas redistributivas, con el foco puesto en mujeres, infancia y sectores más vulnerables.
Todos estos antecedentes se desarrollan en un extenso artículo publicado por la directora del Instituto Igualdad, Clarisa Hardy, en la página institucional de dicha Fundación (www.Igualdad.cl). La realidad descrita no sólo plantea un desafío para las actuales autoridades de gobierno. También para el conjunto de actores políticos y sociales que, hasta el momento, no manifiestan puntos de vista relevantes sobre los resultados de la citada encuesta.
Debe asumirse que la referida medición no tan sólo, ni principalmente, apunta a “contar los pobres”, o elaborar rankings de pobreza, sino, más bien, interpela al país para un necesario ajuste de sus políticas públicas, Asumiendo las enormes desigualdades que aún marcan nuestro desarrollo, en la perspectiva de superar la pobreza, multidimensional y por ingresos, para construir un país más justo y solidario.