Cumplidas más de seis décadas de la revolución en un pequeño país que ha marcado la historia universal de muy diferentes maneras, partiendo por el poder de las potencias de entonces(1959) en un planeta condicionado por la guerra fría y sus consecuencias – entre los bloques liderados por la Unión Soviética con su denominado Campo Socialista y, al frente, Estados Unidos, el imperio norteamericano, para infortunio de muchos demasiado cerca de la isla que tiene como capital La Habana – vale situar la mirada de fines del 2020 en la suerte corrida por protagonistas esenciales de entonces, muy cercanos al liderazgo de Fidel Castro y Ernesto Guevara(El Ché).
Los últimos tres “grandes” de la Sierra Maestra que aún mantienen un poder real.
Raúl Castro Ruz
El más joven de tres hermanos, Raúl Castro nació de un padre español y una madre cubana. Abrazó el socialismo cuando era joven y pertenecía a un grupo juvenil comunista.
Participó con Fidel en el ataque de 1953 al Cuartel Moncada, un intento fallido de derrocar al presidente Fulgencio Batista; lo que lo llevó a prisión por casi dos años, hasta que fueron perdonados por Batista en 1955.
Después de 1959, Raúl surgió como una figura clave en la Revolución y disfrutó del fuerte apoyo y lealtad de los principales oficiales militares, conocidos como “raulistas”.
Permaneció profundamente comprometido con la primacía política del Partido Comunista de Cuba, que ayudó a desarrollar e institucionalizar. También forjó fuertes vínculos con la Unión Soviética y viajó allí en 1962 para buscar armas para las Fuerzas Armadas. Un declarado marxista, Raúl, sin embargo, demostró un mayor interés en la reforma económica que su hermano mayor. A mediados de la década de 1980, permitió que el ejército cubano experimentara con reformas en varias empresas estatales controladas por los militares.
Considerado como el comunista más tradicional de los dos hermanos Castro, apoyó muchas de las reformas económicas y agrícolas que ayudaron a revivir parcialmente la economía cubana en quiebra a mediados de la década de 1990.
Debido a la larga permanencia de Raúl como ministro de Defensa, su influencia en Cuba superó con creces la de otros ministros. El 31 de julio de 2006, fue nombrado Jefe de Estado provisional para que Fidel pudiera recuperarse de una cirugía por una grave enfermedad intestinal.
En su nuevo cargo se comprometió a “resolver los problemas de Cuba” bajo la bandera del Partido Comunista. Su gobierno en septiembre de 2006 acogió a más de 50 jefes de estado en la reunión en La Habana del Movimiento de Países No Alineados, pero Cuba mantuvo un perfil internacional relativamente bajo después de esa cumbre.
Aunque Raúl Castro señaló su disposición para entablar un diálogo con Estados Unidos atendiendo una disputa bilateral, se negó a reunirse con la delegación de 10 integrantes del Congreso de los Estados Unidos que viajó a Cuba en diciembre de 2006 con la esperanza de hablar con él.
Raúl ha sido un liderazgo bastante inescrutable. La muerte de su esposa (junio de 2007), compañera infatigable en el tránsito de los hermanos Castro al poder y considerada por décadas como la primera dama de la Revolución Cubana, ciertamente tuvo un profundo impacto en él.
Raúl ha sido un liderazgo bastante inescrutable. La muerte de su esposa (junio de 2007), compañera infatigable en el tránsito de los hermanos Castro al poder y considerada por décadas como la primera dama de la Revolución Cubana, ciertamente tuvo un profundo impacto en él.
Habiendo ocupado durante largo tiempo el puesto número dos en los tres cuerpos principales de la jerarquía cubana: el Consejo de Estado, el Consejo de Ministros y el Partido Comunista de Cuba, en el mismo 2007 se convirtió en el jefe interino de las tres organizaciones gubernamentales.
Al asumir el cargo, Raúl dijo que continuaría consultando a su hermano sobre cuestiones estatales fundamentales.
La Asamblea Nacional de Cuba designó oficialmente a Raúl como el nuevo presidente de Cuba en febrero de 2008, después que Fidel anunciara que no optaría por un nuevo mandato presidencial debido a problemas de salud. Al asumir el cargo, Raúl dijo que continuaría consultando a su hermano sobre cuestiones estatales fundamentales.
Durante sus primeros meses como líder de Cuba, implementó varias reformas, especialmente la eliminación de las restricciones salariales vigentes desde principios de los años sesenta. Otras reformas incluyeron permitir a los cubanos comprar teléfonos celulares y computadoras personales, así como quedarse en hoteles anteriormente reservados para extranjeros.
En septiembre de 2010, Raúl fue aún más lejos cuando declaró una mayor tolerancia oficial a la empresa privada y anunció que despedirían a unos 500,000 empleados del gobierno.
En 2011 sucedió a Fidel como secretario general del Partido Comunista de Cuba. En agosto de ese año Raúl supervisó nuevos cambios, incluida una reducción significativa del rol del estado en diversos sectores económicos, acompañada de nuevos despidos masivos de trabajadores fiscales.
Tras su elección para otro mandato como presidente en febrero de 2013, anunció que renunciaría a ese cargo al finalizar el mandato en 2018.
Una de las reformas más significativas que Raúl Castro introdujo entonces, fue liberar las restricciones que regulaban los viajes de cubanos al extranjero. Se suspendió el requisito de larguísima data que exigía autorización oficial para salir de Cuba y una carta de invitación de una persona o una institución en el extranjero. Los nuevos términos de viaje también aumentaron el tiempo máximo que los residentes podrían permanecer fuera de la isla a dos años, o más. Además, los cubanos expatriados podrían regresar a la isla y residir por períodos de hasta tres meses cada vez.
Una de las reformas más significativas que Raúl Castro introdujo entonces, fue liberar las restricciones que regulaban los viajes de cubanos al extranjero.
Permitir que los cubanos establezcan su residencia temporal en el extranjero para obtener empleo generó una nueva corriente de divisas para el país, y las remesas (que se originaron principalmente en las comunidades cubanoamericanas) se convirtieron en una de las principales fuentes de divisas de Cuba.
Raúl comenzó a avanzar las reformas políticas con cautela y, para la llegada en julio de 2013 del 60 aniversario del asalto al Cuartel Moncada, la tan esperada transición generacional dentro del liderazgo del Partido Comunista y el gobierno parecía haber comenzado. En su discurso conmemorativo del aniversario, reconoció que más del 70 por ciento de la población cubana había nacido después del triunfo de la revolución. Señaló que la “Generación histórica” de hombres y mujeres que habían participado en el derrocamiento del gobierno de Batista en 1959 estaba “cediendo a la nueva generación”. Entre los cambios de personal más notables se encuentra el nombramiento de Miguel Díaz-Canel, de 52 años, para reemplazar a José Ramón Machado Ventura, de 82 años, como primer vicepresidente y sucesor designado de Raúl Castro.
Un apretón de manos entre Raúl y el presidente de EEUU Barack Obama en diciembre de 2013, en un monumento conmemorativo para el líder sudafricano Nelson Mandela, parecía ofrecer una nueva esperanza simbólica para mejorar la relación Cuba-Estados Unidos.
Aproximadamente un año después, en diciembre de 2014, después de 18 meses de negociaciones secretas fomentadas por Canadá y el Vaticano, Raúl y Obama sorprendieron al mundo con el anuncio de que Cuba y Estados Unidos normalizarían las relaciones que se habían suspendido en enero de 1961. Ambos líderes aparecieron ante el público de la televisión nacional para anunciarlo.
Aproximadamente un año después, en diciembre de 2014, después de 18 meses de negociaciones secretas fomentadas por Canadá y el Vaticano, Raúl y Obama sorprendieron al mundo con el anuncio de que Cuba y Estados Unidos normalizarían las relaciones que se habían suspendido en enero de 1961. Ambos líderes aparecieron ante el público de la televisión nacional para anunciarlo.
En julio de 2015, más de 50 años después de que rompieron relaciones diplomáticas, Estados Unidos y Cuba reabrieron oficialmente sus embajadas en la capital del otro.
Las relaciones se “calentaron” aún más en marzo de 2016 cuando Obama se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en visitar la isla en más de 80 años. El acercamiento entre los dos países también incluyó el relajamiento de los viajes y las restricciones económicas. Sin embargo, luego de la visita de Obama, Raúl se mostró cauteloso ante la influencia estadounidense en Cuba, advirtiendo que Estados Unidos estaba utilizando su defensa del creciente sector privado del país para socavar el sistema cubano.
En su discurso ante el Congreso del Partido Comunista de Cuba en abril, Raúl Castro se equilibró entre las críticas a los resistentes a los cambios que había supervisado y la advertencia para no precipitarse con ellos. Para decepción de algunos miembros más jóvenes del partido, que pensaron que había llegado el momento de que una nueva generación liderara el país, el Congreso optó por Raúl y su teniente de 85 años, José Ramón Machado Ventura, para liderar el PCC en los próximos cinco años. Sin embargo, Raúl ya había indicado que planeaba renunciar a la presidencia en 2018.
Raúl Castro tenía la intención de retirarse como presidente al final de su segundo mandato, en febrero de 2018, pero anunció en diciembre de 2017 que lo retrasaría dos meses para continuar supervisando los esfuerzos de recuperación ante los graves daños causados por el huracán Irma, que azotó la costa norte de Cuba en septiembre de 2017.
Aunque Raúl seguiría como presidente del partido, el 19 de abril de 2018, renunció a la presidencia de Cuba y fue reemplazado por el primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, quien mantenía bajo perfil a pesar de haber sido el sucesor elegido por Raúl Castro. A los 57 años, Díaz-Canel representó el cambio generacional en el liderazgo.
Aunque Raúl seguiría como presidente del partido, el 19 de abril de 2018, renunció a la presidencia de Cuba y fue reemplazado por el primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, quien mantenía bajo perfil a pesar de haber sido el sucesor elegido por Raúl Castro. A los 57 años, Díaz-Canel representó el cambio generacional en el liderazgo.
Ramiro Valdés Menéndez
El hombre de confianza de los hermanos Castro. Ramiro participó también en los sucesos del Moncada y fue expedicionario del Granma. Luego de triunfo revolucionario en 1959, pasó a desempeñarse como encargado de los órganos de Seguridad del Estado cubano entre 1961 y 1968 y de nuevo su jefe entre 1979 y 1985, lo que demuestra la incondicionalidad que siempre vieron en él sus jefes Fidel y Raúl.
Hombre de pocas palabras y hablar pausado el Gobierno de La Habana ha confiado siempre en él para las misiones más delicadas. Por eso no extraña que haya sido el elegido entre los “históricos” para estar bien cerca del nuevo Consejo de Estado electo en abril.
José Ramón Machado Ventura
Médico de profesión se le considera el ideólogo principal del Partido Comunista de Cuba desde la muerte de los viejos comunistas del PSP. Aunque salió del Gobierno en las últimas elecciones, mantiene su cargo de Segundo Secretario del poderoso Partido Comunista de Cuba.
Sin el “aval” de otros guerrilleros de la Sierra Maestra (no estuvo entre los asaltantes al Cuartel Moncada ni entre los expedicionarios del Granma y tampoco obtuvo el grado de comandante en la guerra), Machado Ventura llegó mucho más lejos que la inmensa mayoría de sus compañeros y tras la caída de los que se consideraban el “relevo histórico” se alzó con el cargo de primer vicepresidente del Consejo de Estado apoyado por Raúl Castro.
Se considera uno los ortodoxos dentro de los que disfrutan del poder en Cuba y muchos analistas lo han considerado como el principal freno a las reformas de Raúl Castro. Sin embargo, nunca se ha negado a cumplir ninguna orden directa del menor de los Castro, ni ha expresado públicamente ninguna opinión divergente con él.
Carlos Lage
Carlos Lage, el otrora poderoso vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba arrastra una penosa existencia desde hace más de 10 años. Apartado del poder por Raúl Castro y acusado por Fidel de haberse vuelto adicto a “las mieles del poder”, Lage es hoy un discreto funcionario del policlínico 19 de Abril, en el municipio Plaza de la Revolución en La Habana, donde ha trabajado en la campaña contra el mosquito aedes aegypti.
Médico especialista en Pediatría, comenzó su actividad política como presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Luego se convertiría en secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y de ahí pasaría al Ejecutivo cubano, donde se convertiría en uno de los hombres de confianza de Fidel Castro en el manejo de la economía cubana.
Tras su tremenda caída política en 2009, Carlos Lage transitaría por varios cargos administrativos de bajo perfil hasta terminar en el en el Departamento de Higiene y Epidemiología del ya citado policlínico. Algo impensado para quién era visto por muchos analistas fuera de Cuba como una de las figuras claves del sector civil que podría heredar el poder tras la salida de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Más aún cuando Fidel Castro, al dejar el Gobierno de forma interina en manos de su hermano Raúl mencionara a Lage, en su proclama al pueblo de Cuba, como uno de los hombres decisivos del sistema y principal impulsor del programa de la Revolución Energética.
Durante los años en que estuvo en el cenit de su poder político Lage representó a Cuba en varias Cumbres Latinoamericanas, dio discursos en las Naciones Unidas y asistió a la toma de posesión de varios mandatarios. Los cubanos, con su agrio humor de costumbre, lo llegarían a llamar como el “administrador de manicomio”, por mostrar la mayor cordura dentro de las insensateces del Ejecutivo cubano.
Por eso sería una verdadera sorpresa para los cubanos que, cuando todos esperaban verlo ascender al cargo de Primer Vicepresidente del Consejo de Estado en 2008, Raúl Castro elevara a la posición al conservador José Ramón Machado Ventura.
Su suerte estaba echada.
Raúl Castro apostaba por la “generación histórica” y apartaba del poder a los jóvenes, que pudieran ser considerados como posibles reformistas. La estocada final vendría, sin embargo, desde otra dirección.
Fidel Castro, que los había arropado y protegido por años, los llamaría “indignos” en una de sus reflexiones y Carlos Lage sería totalmente defenestrado, junto a otros “jóvenes” como el canciller Felipe Pérez Roque.
Ahora, Carlos Lage sólo manda a los fumigadores de su policlínico y aunque mantiene relaciones cordiales con sus compañeros de trabajo éstos evitan conversar con él sobre su pasado.
En los pasillos del policlínico lo llaman a sus espaldas “el hombre de la jabita” en alusión directa a una orientación suya que puso fin al módulo de alimentación e higiene que disfrutaron los trabajadores de Salud hasta principios de siglo.
“No quiere ni oír hablar de su pasado”, dice una trabajadora del policlínico. “Al principio tenían un operativo de vigilancia bien visible, pero con el tiempo ha ido disminuyendo”.
Lage mejor que nadie sabe que el silencio es una cuestión de vida o muerte para un hombre que estuvo en su posición.
Huber Matos
Corría el año 1959 y Huber Matos, comandante de la provincia Camagüey por aquel entonces, era considerado el quinto hombre de la Revolución, detrás por supuesto de Fidel Castro, su hermano Raúl, el Che Guevara y Camilo Cienfuegos. Sin embargo, ese estatus no duraría mucho y sus diferencias con Fidel Castro terminarían por significar su desgracia.
Existe una foto bastante famosa que lo inmortaliza a la izquierda de Fidel, sobre el tanque en el que este hizo su entrada triunfal en La Habana, marcando simbólicamente la caída del gobierno de Fulgencio Batista.
Matos logró abrirse un puesto entre los guerrilleros de la Sierra Maestra cuando aterrizó con un cargamento de armas traído desde Costa Rica, en marzo de 1958.
Matos logró abrirse un puesto entre los guerrilleros de la Sierra Maestra cuando aterrizó con un cargamento de armas traído desde Costa Rica, en marzo de 1958.
Así entonces apareció junto a Fidel Castro y Camilo Cienfuegos durante la entrada a La Habana, en enero de 1959. Era tan relevante que el propio Fidel Castro lo llamó entonces para que dejara su tropa en Santiago de Cuba y se le uniera en la caravana revolucionara que se aprestaba a entrar en la capital de la isla.
Aquella posición no duraría mucho y sus diferencias con Fidel terminarían por significar su desgracia. El 19 de octubre envió una segunda carta de renuncia a Castro, debido al giro comunista por el que Fidel estaba llevando a Cuba.
A menos de un año después, Matos sería condenado a 20 años de prisión, acusado de sedición e incluso ridiculizado por Fidel durante su juicio por “usar los argumentos de los enemigos de la Revolución” al denunciar el giro al comunismo que daba el proceso.
Desde su encumbramiento Matos salió para la cárcel. Fue el primer jefe de la guerrilla que se estableció en la Sierra Maestra en terminar procesado, acusado de acciones contrarrevolucionarias junto con varios de sus principales colaboradores.
Su caso pasó a ser el centro de varias campañas internacionales para que fuese puesto en libertad e incluso llegó a especularse que podía ser canjeado por izquierdistas presos en otros países, como el francés Regis Debray, quien cumplía prisión en Bolivia.
Fue el primer disidente que desde la cúpula revolucionaria denunció la “desviación” del proceso político. Cuando en 1979 dejó la cárcel, no todos lo recibieron bien en el exilio. Primero porque para quienes se habían ya ido de la isla, Matos había sido “uno de ellos”, es decir, parte de los barbudos que ocuparon el poder e instauraron el gobierno comunista. Además, como comandante militar de Camagüey, tuvo responsabilidad en los cuestionados fusilamientos de colaboradores de Batista y otros enemigos de la Revolución en los primeros tiempos del proceso.
Asimismo, las luchas por el control del movimiento opositor cubano en Florida contribuyeron a su desplazamiento ente los exiliados y Matos, que habría podido ser un líder de los contrarios al gobierno de los Castro, fue perdiendo ascendente.
Falleció a los 95 años de edad en Miami, Estados Unidos, donde se le diagnosticó un ataque masivo del corazón. En respeto a su voluntad, los restos de Matos fueron trasladados a Costa Rica, país que lo acogió cuando llegó exiliado por primera vez en 1957, antes del triunfo de la Revolución cubana.