Daniel Jadue y sus erráticos asertos

por La Nueva Mirada

Por Marcelo Contreras N.

Daniel Jadue, alcalde de Recoleta y virtual carta presidencial del Partido Comunista, fue bastante más lejos del timonel de su partido al descalificar el informe sobre la situación de Venezuela presentado por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet.

Más allá de calificarlo de “inaceptable”, acusó a Bachelet de no decir nada “de los intentos de golpe  que ella apoyó”, sin precisar a qué se refería. El único abortado golpe de Estado en contra de Hugo Chávez data del año 2002 y entonces ella no era mandataria. “Tanto en su primer como segundo gobierno, los cancilleres de la Presidenta Bachelet (Heraldo Muñoz y Alejandro Foxley) atentaron contra la democracia y contra el proceso venezolano” agregó el alcalde. Afirmaciones más que temerarias, en circunstancias que durante su último mandato el PC integraba  la coalición oficialista y participaba en el gobierno.

Por lo anterior no debiera sorprender el rechazo a esos dichos provenientes de las filas de su propio partido, como el más que elocuente de la diputada PC, Carmen Hertz, sumándose a la valoración del informe de Bachelet que antes hiciera la también diputada comunista Camila Vallejo, calificándolo de “lapidario”.

Por lo anterior no debiera sorprender el rechazo a esos dichos provenientes de las filas de su propio partido, como el más que elocuente de la diputada PC, Carmen Hertz, sumándose a la valoración del informe de Bachelet que antes hiciera la también diputada comunista Camila Vallejo, calificándolo de “lapidario”.

En el actual contexto político, la desmesura y liviandad de las declaraciones del protagónico alcalde no hacen más que acentuar las ya complejas relaciones al interior de la oposición al gobierno de Piñera.

Acentuando la torpeza de sus palabras compara un régimen parlamentario, como el alemán, que establece que los líderes políticos pueden mantenerse en el poder mientras cuenten con mayoría, con lo que sucede en los regímenes presidenciales, buena parte de los cuales limitan la reelección inmediata o los períodos, agregando otro ingrediente falaz y provocación estéril.

En el actual contexto político, la desmesura y liviandad de las declaraciones del protagónico alcalde no hacen más que acentuar las ya complejas relaciones al interior de la oposición al gobierno de Piñera.

Cuestionar los citados exabruptos no implica desconocer las diferencias y legítimas discrepancias en torno al contexto internacional entre los partidos de la izquierda chilena. Ocurrió, con diversos matices, en el pasado respecto de la  desaparecida Unión Soviética, la caída del muro de Berlín y el llamado campo socialista. Antes, sobre el rol de Stalin y luego acerca de la invasión soviética a Checoeslovaquia, entre otros sucesos relevantes que en su proyección al presente se reflejan en las diferencias para valorar las situaciones históricas que, con sus matices, marcan un polémico debate sobre las realidades actuales de Cuba y Nicaragua.

Así se podría decir que la argumentación de Jadue, con toda su desprolijidad, para desacreditar el rol que juega Bachelet (como Alta Comisionada) reconociendo la indesmentible crisis humanitaria que vive Venezuela y precisando las violaciones a los derechos humanos contenidas en su conocido informe, imputándole el alcalde sesgos y omisiones de actos de violencia de algunos sectores de la oposición, así como de los graves efectos de las sanciones económicas que EE.UU y otros países imponen al régimen de Maduro (por lo demás aludidos en el citado informe de la ex mandataria)  en ningún caso pueden justificar las masivas violaciones a los derechos humanos cometidos por órganos del Estado venezolano.

Así se podría decir que la argumentación de Jadue, con toda su desprolijidad, para desacreditar el rol que juega Bachelet (como Alta Comisionada) reconociendo la indesmentible crisis humanitaria que vive Venezuela y precisando las violaciones a los derechos humanos contenidas en su conocido informe, imputándole el alcalde sesgos y omisiones de actos de violencia de algunos sectores de la oposición, así como de los graves efectos de las sanciones económicas que EE.UU y otros países imponen al régimen de Maduro (por lo demás aludidos en el citado informe de la ex mandataria)  en ningún caso pueden justificar las masivas violaciones a los derechos humanos cometidos por órganos del Estado venezolano.

 Ciertamente la propia historia se ha ido encargando de vaciar de argumentos y contenidos la defensa de procesos “revolucionarios” que devienen en regímenes antidemocráticos de  partido único, bajo una máxima fidelista del siglo pasado: “Todo dentro de la revolución. Nada fuera de ella”. Otra versión de la máxima del catolicismo ultramontano, que sostiene que “el error carece de derechos”, que ha permitido justificar la persecución y represión de los “infieles” o disidentes  a lo largo de la historia.

“Todo dentro de la revolución. Nada fuera de ella”. Otra versión de la máxima del catolicismo ultramontano, que sostiene que “el error carece de derechos”, que ha permitido justificar la persecución y represión de los “infieles” o disidentes  a lo largo de la historia.

La izquierda interpelada

En estricto rigor, no sólo el Partido Comunista, también  parte significativa  de la izquierda chilena, latinoamericana y mundial,  manifestó durante décadas diversos matices de  “comprensión”, cuando no franco respaldo, a regímenes nacidos de procesos revolucionarios, validados inicialmente por respaldo popular y elecciones democráticas, que han devenido en autoritarios, con graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos, persecución a sus disidentes y represión generalizada, acentuando crisis tan extremas como las que hoy vive Venezuela.

Los cuatro millones de venezolanos forzados al exilio no son “agentes del imperialismo”, fascistas o de derecha. S

 Los cuatro millones de venezolanos forzados al exilio no son “agentes del imperialismo”, fascistas o de derecha. Son personas desesperadas por la crisis humanitaria que hoy se vive en ese país y que buscan un mejor destino. Al menos hasta que se supere la profunda crisis que se vive en su país.

Reconocer en la democracia el espacio y límite de la acción política, asumir los derechos humanos como un todo indivisible y solidario, necesario de defender y promover en todo lugar y circunstancias, uniendo a los sectores progresistas, es una lección que buena parte de la izquierda chilena asimiló en condiciones muy extremas,  cuando nuestro sistema democrático colapsó con la irrupción de una dictadura criminal.

Tan sólo la unidad de los demócratas permitió derrotar los afanes continuistas del régimen militar y recuperar la democracia.

Tiene razón Guillermo Teillier cuando afirma que el PC nunca ha estado vinculado a una aventura golpista, manteniendo una invariable conducta democrática (incluso cuando, equivocadamente, apeló al derecho a la rebelión en contra de una dictadura criminal) y más bien ha sido víctima de la persecución y represión desde su creación.

Tiene razón Guillermo Teillier cuando afirma que el PC nunca ha estado vinculado a una aventura golpista, manteniendo una invariable conducta democrática (incluso cuando, equivocadamente, apeló al derecho a la rebelión en contra de una dictadura criminal) y más bien ha sido víctima de la persecución y represión desde su creación. Es esa misma trayectoria la que permite exigirle, no sólo al PC sino al conjunto de la izquierda, mayor consecuencia en la defensa de la democracia y los derechos humanos, en todo lugar y circunstancias, sin importar el signo ideológico que pueda tener un régimen dictatorial.

Pareciera más que conveniente y deseable que las discrepancias inocultables respecto de la política internacional no se instalen como barreras infranqueables que dividan irremediablemente a los sectores progresistas en nuestro país (aunque es preciso reconocer que las complican). La unidad del progresismo es una necesidad ineludible para reconstruir, en base a propuestas programáticas y mínimos comunes, una mayoría social y política a favor de los cambios luego de la regresión impulsada por el actual gobierno de derecha.

La unidad del progresismo es una necesidad ineludible para reconstruir, en base a propuestas programáticas y mínimos comunes, una mayoría social y política a favor de los cambios luego de la regresión impulsada por el actual gobierno de derecha.

La próxima elección municipal y de gobernadores regionales, representa un serio desafío para los sectores progresistas, que deben buscar sumar y multiplicar antes que restar o dividir. Las alianzas o pactos electorales que puedan suscribirse para enfrentar esos desafíos, sin eliminar la legítima competencia, debieran inspirarse en ese espíritu. Además de un propósito común para ofrecer un programa de transformaciones que el país necesita para avanzar hacia una democracia avanzada y sociedad  más igualitaria e inclusiva.

El breve comunicado del propio Daniel Jadue anunciando disculpas, entregadas a Bachelet, por sus erráticos asertos, no hace más que ratificar la evidencia de un severo paso en falso. Algo no menor para la valoración acumulada por el alcalde de Recoleta en su activa gestión pública.

El breve comunicado del propio Daniel Jadue anunciando disculpas, entregadas a Bachelet, por sus erráticos asertos, no hace más que ratificar la evidencia de un severo paso en falso. Algo no menor para la valoración acumulada por el alcalde de Recoleta en su activa gestión pública.

También te puede interesar