Unidad Constituyente obtuvo un favorable resultado en la segunda vuelta de la elección de gobernadores, con vista a la presidencial, parlamentaria y de consejeros regionales en Noviembre próximo. Aun cuando la altísima abstención puede, en cierto modo, distorsionar las proyecciones electorales.
Sin perjuicio que la alta abstención permite diversas explicaciones. Por de pronto las inseguridades generadas por la pandemia y el escaso aporte del gobierno con restricciones anticipadas el día previo a la votación. También prevaleció un cierto grado de indiferencia y desinterés por los asuntos políticos que estaban en juego, así como el desplazarse por segunda vez para una elección inédita, insuficientemente informada en sus alcances y repetida en breve lapso de tiempo.
Sin duda incide que dirigentes políticos y partidarios no logran convocar a una ciudadanía activa con planteamientos que hagan sentido en las motivaciones concretas de una parte significativa del electorado. Así y todo – si no se reiteran los desaciertos evidentes del período reciente – de aquí a los próximos cinco meses, la hoy denominada Unidad Constituyente tiene la opción cierta para retomar protagonismo y sacar ventajas de cara a la contienda presidencial y parlamentaria.
Ello exigiría que la coalición de centro -izquierda alcance a la brevedad y sin mayores conflictos el compromiso para resolver democráticamente una sola candidatura presidencial y un acuerdo para lista única al parlamento. Superando los pasos en falso, errores y horrores de la anterior contienda presidencial que facilitó el retorno de un entonces complicado Sebastián Piñera.
Aunque desafiantes para el conjunto del espectro político – principalmente para una vapuleada derecha – las últimas señales reponen la opción centroizquierdista de Unidad Constituyente, con una propuesta de reformas y transformaciones mayores ante una crisis política, económica y social, acentuada por los efectos de la pandemia y la desastrosa gestión de un gobierno que “ya tiró los guantes” en la víspera de un inédito proceso constituyente que no pudo prever ni en sus peores pesadillas desde mediados de 2019, en circunstancias que exigen respuestas sustantivas a los acentuados grados de inequidad y desigualdad que golpean a una gran mayoría del país.
Los dos primeros presidentes de la original coalición de centro izquierda fueron socialcristianos (DC) y en los tres períodos siguientes fueron socialdemócratas (de acuerdo al concepto ahora dominante para mencionar a un sector de la izquierda chilena, primordialmente socialista). Se abre ahora la posibilidad de un nuevo período, en una etapa muy diferente de la historia del país, con los partidos políticos tradicionales o históricos enfrentando crisis de representatividad evidentes.

En el caso de la DC la opción ha surgido en los últimos meses a la luz de la valorada gestión de la Presidenta del Senado, Yasna Provoste, más allá de su aparición en las más que cuestionadas encuestas (tan desprestigiadas como otras instituciones tradicionales puestas en jaque durante los últimos años). La senadora Provoste (dejando atrás la opción sancionada democráticamente en la primaria del PDC, en que resultó vencedora la senadora Ximena Rincón, ciertamente un detalle nada menor en política) debería validar su opción con la candidata Paula Narváez, proclamada por el PS, PPD, Nuevo Trato y Liberales, mientras sostiene su postulación el maltratado timonel del PR, Carlos Maldonado.
Los recientes resultados en la elección de gobernadores que favorecieron a la oposición tienden a reforzar las opciones en competencia de Provoste y Narváez.

De resolverse un acuerdo para primarias presidenciales(convencionales) en este sector de la centroizquierda, la decisión irá al unísono con un necesario entendimiento para las postulaciones parlamentarias, como también están desafiados el oficialismo y el conglomerado de izquierda que realizarán sus respectivas primarias legales el próximo 18 de julio.
La reciente declaración pública de los presidentes del PDC, PS y PPD, con todos sus bemoles y dejando aún interrogantes abiertas, surge como un corolario necesario de reanimación de este accidentado conglomerado partidario tras las elecciones del pasado domingo.