Por Osvaldo Rosales
Al cerrar el primer semestre, el gobierno y el BC ajustaron a la baja sus proyecciones de crecimiento para 2019. El gobierno estimaba a fines de 2018 un crecimiento de 3,8% para 2019, el que rebajó luego a 3,5% en marzo, proyección con la que el ministro de Hacienda aseguraba “dormir tranquilo”. Algo de insomnio lo debe haber afectado luego que el propio Presidente rebajó el piso de la proyección en su cuenta pública del 1 de junio, llevándola a un rango de 3 a 3,5%. Luego fue el Banco Central quien le rebajó el piso de la proyección a La Moneda, pronosticando un crecimiento de 2,75% a 3,5%. A continuación, el Presidente habló de un 3% y ya a mediados de agosto, la encuesta de especialistas que lleva el Banco Central postula un crecimiento de 2,6%. A esas alturas el ministro de Hacienda llamaba a rezar para que cese la guerra comercial, la supuesta causa fundamental del bajo ritmo de crecimiento.
Algo de insomnio lo debe haber afectado luego que el propio Presidente rebajó el piso de la proyección en su cuenta pública
El crecimiento durante el primer semestre ha sido de 1,7%, marcando una severa desaceleración, la que viene desde fines del 2018. La posibilidad de crecer este año en 3% se ve cada día más lejana, toda vez que ello implica que en el segundo semestre el crecimiento debiese superar el 4%. (4.3%). Ello se ve poco probable por la base de comparación relativamente alta (3.6% en el cuarto trimestre de 2018) y porque el escenario internacional ha tendido a complicarse.
El ministro de Hacienda llamaba a rezar para que cese la guerra comercial, la supuesta causa fundamental del bajo ritmo de crecimiento.
Esto es lo que llevó al ministro de Hacienda a decir que “durante el primer semestre, la economía chilena enfrentó la tormenta perfecta” Aludía a la conjunción de factores externos (la guerra comercial, débil desempeño de Argentina y Brasil) e internos (aluviones en el norte que habrían afectado a la minería e incluso incluyó al paro de los profesores).
El gobierno ha utilizado excesivo capital político en una reforma tributaria que no moverá la aguja del crecimiento
“El segundo semestre va ser mucho mejor; cóbrenme la palabra” acaba de decir el presidente Piñera. Ello es bastante obvio toda vez que la encuesta de especialistas del BC proyecta un 2,7% de crecimiento para el año y como el crecimiento en el primer semestre fue sólo de 1,8%, es obvio que el segundo semestre va ser más dinámico, sumando 3,6% de expansión. Ello se verá favorecido por baja base de comparación en los meses de agosto y septiembre. Sin embargo, no puede desprenderse de ello que la economía esté elevando su capacidad productiva, ligada a un crecimiento potencial de poco más de 3%.
En ausencia de esa estrategia, se refugia en numerosos anuncios comunicacionales, sin gran sustancia.
El gobierno ha utilizado excesivo capital político en una reforma tributaria que no moverá la aguja del crecimiento, de acuerdo a la opinión de expertos de un variado espectro político. Lo que está quedando en evidencia es que el gobierno no tiene una estrategia de crecimiento y tampoco sabe moverse en un escenario en que los vientos externos no le ayudan tanto como en su primera gestión.
En el mejor de los casos, dados los rezagos de las obras públicas, agregará un par de décimas de crecimiento en el año 2020.
En ausencia de esa estrategia, se refugia en numerosos anuncios comunicacionales, sin gran sustancia. Lo concreto es que hasta ahora no se aprecian medidas precisas para elevar el ritmo de crecimiento. El anunciado programa de infraestructura, luego de la rebaja en la proyección de crecimiento que hizo el BC, no es muy distinto de los planes que ya estaban en marcha y que fueron anunciados por el propio Presidente en su primer discurso al Congreso en junio de 2018. En el mejor de los casos, dados los rezagos de las obras públicas, agregará un par de décimas de crecimiento en el año 2020.
Títulos atractivos que no despegaron; que no contaron ni con políticas específicas ni con los recursos necesarios. Lo más probable es que se refloten muchos de ellos.
El último esfuerzo comunicacional ha sido reactivar la Agenda de Impulso Competitivo que promovió Fontaine en su gestión al frente de Economía en el primer gobierno de Piñera. Más allá de que muchas de las propuestas que surjan son necesarias y ya han sido explicitadas por la Comisión de Productividad, vale la pena indicar que varias de las iniciativas estrella de dicha agenda 2010-2011 sólo quedaron en el papel. Por ejemplo, se estableció el compromiso para avanzar en un Fondo Corfo para Reconversión Productiva; que el Estado pagaría puntualmente sus compromisos; que se modernizaría el Sence; que las concesiones marítimas en el borde costero serían más eficientes; que el cabotaje se abriría a la competencia externa; que se dictarían normas medioambientales adecuadas en agroindustria; que la innovación y el desarrollo digital serían promovidos y que habría una política para atraer empresas extranjeras de alta tecnología. Títulos atractivos que no despegaron; que no contaron ni con políticas específicas ni con los recursos necesarios. Lo más probable es que se refloten muchos de ellos.
Como dice Joseph Ramos, vice-presidente de la Comisión de Productividad, hasta ahora el escenario externo está influyendo poco y, por tanto, no hay evidencia para asignarle tanta responsabilidad en el bajo crecimiento.
Cambiando drásticamente su postura respecto de la incidencia de los factores externos e internos en la explicación del bajo ritmo de crecimiento[1], el discurso del gobierno achaca el alicaído crecimiento a la guerra comercial y al hecho que el Congreso no le apruebe sus reformas estructurales. Como dice Joseph Ramos, vice-presidente de la Comisión de Productividad, hasta ahora el escenario externo está influyendo poco y, por tanto, no hay evidencia para asignarle tanta responsabilidad en el bajo crecimiento.
Las razones son internas: expectativas desmesuradas al inicio del gobierno, fuerte ilusión con los altos ritmos de crecimiento del primer semestre 2018 (5% anual), logro que atribuyeron, erróneamente, a un brusco y favorable cambio en las expectativas de los agentes económicos, explicado por la llegada del nuevo gobierno. En verdad, se trataba de una recuperación cíclica del crecimiento que venía desde el último trimestre 2017 y que, en particular, en el segundo trimestre 2018 (abril-junio) enfrentó una muy baja base de comparación en 2017.
No se había desatado pues la máquina del crecimiento, sin embargo, el exitismo inicial del gobierno, adecuadamente coreado por los principales medios de comunicación, ayudó a inflar las expectativas. Una vez superado el bache de desaceleración de los años previos, la economía volvió a su ritmo potencial de crecimiento, expandiéndose sólo 3,1% en el segundo semestre 2018, el que decae hasta un modesto 1,7% en el primer semestre 2019.
El exitismo inicial del gobierno, adecuadamente coreado por los principales medios de comunicación, ayudó a inflar las expectativas.
Incluso si aceptáramos el cómodo argumento de culpar al escenario externo y al Congreso por el mal desempeño económico, de todas formas, se aprecian gruesos errores de diagnóstico por parte del gobierno.
Error 1: el gobierno subestimó la gravedad y persistencia que tendrá el enfrentamiento comercial y hasta tecnológico entre Estados Unidos y China, lo que es un error notable, dado que se trata de nuestros dos principales socios comerciales y las dos principales economías del mundo. ¿No hay en La Moneda analistas serios que sigan esta coyuntura sin prismas ideológicos? Algún ejercicio más sofisticado de análisis y prospección habría sido necesario en un gobierno más dotado de aptitudes estratégicas.
¿No hay en La Moneda analistas serios que sigan esta coyuntura sin prismas ideológicos?
Error 2: el gobierno subestimó la complejidad de abordar una agenda de reformas estructurales (tributaria, laboral y previsional) que buscaban retrotraer el reloj respecto de las reformas del gobierno anterior y hacerlo con minoría en el parlamento. Peor aún, durante el primer año del gobierno, la táctica consistió en denostar al gobierno anterior e intentar dividir a la oposición, gestando comisiones donde el gobierno buscaba conformarlas eligiendo a dedo a integrantes de la oposición, pasando por encima de las directivas de sus partidos políticos.
Error 3: el gobierno apostó a un rápido alineamiento del grueso de la DC con su agenda, lo que hasta el día de hoy no se concreta.
Con ello, el desempleo sigue elevado; se generan menos empleos y los salarios se estancan o retroceden.
Error 4: su visión del crecimiento. El gobierno está convencido que su tarea para impulsarlo es preservar la estabilidad macroeconómica, eliminar “lomos de toro” burocráticos, ojalá conseguir la integración tributaria y ello bastaría para desatar un mayor crecimiento. Ya hemos visto que las comentadas reformas no incidirán en el crecimiento de corto plazo. Mientras tanto, cae la confianza de consumidores y empresarios; cae drásticamente la aprobación del gobierno y de sus ministros y, en ese escenario, las familias consumen menos, postergan compras y las empresas venden menos y, por ende, invierten menos. Con ello, el desempleo sigue elevado; se generan menos empleos y los salarios se estancan o retroceden.
Es claro que en este año 2019 esa caída en el ingreso real de las familias debe ser mayor.
Pensemos que en el año 2018, con una economía que creció 4%, el ingreso promedio real de las familias cayó 1,7% respecto de 2017 y el ingreso real mediano cayó 2,3%[2]. La explicación de esta caída es la baja generación de empleos en el sector privado, los que son de mayor remuneración. Con base en esas cifras, es claro que en este año 2019 esa caída en el ingreso real de las familias debe ser mayor. Eso es lo que está explicando la debilidad en el consumo: débil generación de ocupaciones y caída en ingresos reales.
No es extraño entonces que, en privado, muchos líderes empresariales ya le hayan bajado la cortina al gobierno.
Este complejo escenario no escapa a las cúpulas empresariales, las que perciben con desaliento que este gobierno ya no será capaz de rebajar el impuesto a las empresas, que tampoco es evidente que consiga la integración tributaria pero que sí podrá conseguir con la propuesta previsional que las empresas deban cargar con un 4% de cotización adicional, si bien de manera gradual. No es extraño entonces que, en privado, muchos líderes empresariales ya le hayan bajado la cortina al gobierno. Esta es una oportunidad que la centroizquierda debe aprovechar para presentar una estrategia de recuperación del crecimiento, apoyada en la inversión privada pero muy vinculada a criterios de equidad y sustentabilidad. En números anteriores de esta publicación se han esbozado las líneas básicas de una propuesta de tal tipo (Edición 43, 13 de junio ver acá).
Para un gobierno con baja aprobación y tan dependiente de las encuestas, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Transcurridos 17 meses de gobierno y ad portas de elecciones municipales y de gobernadores en octubre 2020, a su ausencia de estrategia económica, el gobierno agrega la confusión política, al sumarse, sin convicción y con letra chica, a la reducción de la jornada laboral, dada la amplia aprobación que ella recoge en las encuestas. Para un gobierno con baja aprobación y tan dependiente de las encuestas, el remedio puede ser peor que la enfermedad. De hecho, la prensa dominical habla de “claudicación” ante ideas que no se comparten y que no estaban en el programa de gobierno. Esto se está reflejando en disensiones de algunos parlamentarios, en trascendidos de disputas entre Hacienda y el segundo piso de La Moneda. En otras palabras, a la falta de brújula económica se agrega ahora la confusión política. Es difícil que esto logre remontar, aún si la economía consigue efectivamente un 3,7% de crecimiento en el segundo semestre.
En otras palabras, a la falta de brújula económica se agrega ahora la confusión política.
[1]Recordemos que Felipe Larraín, cuando encabezaba el equipo económico de la candidatura presidencial de Piñera siempre nos aclaraba que sólo 1/3 del bajo crecimiento 2016 y 2017 se debía al escenario externo y 2/3 correspondían a mal manejo de la administración Bachelet. Hoy el ministro F Larraín parece asignarle 2/3 a la guerra comercial y 1/3 a un Congreso que no aprueba las reformas, como las quisiera el gobierno. Autocrítica sobre mal despeño propio no se ha conocido.
[2]Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE, agosto 2019. El ingreso mediano es aquel que divide a la población exactamente en dos mitades. Así, por ejemplo, el ingreso promedio de los ocupados fue de $573.964, en tanto el ingreso mediano fue de sólo $ 400.000. De este modo, 70% de los ocupados recibieron un ingreso igual o inferior a la media de $573.964.
1 comment
Falta decir que el crecimiento económico de 1,7% implica que el crecimiento per capita se acercó A 0 POR CIENTO, dado el aumento vegetativo de la población y el incremento de los migrantes.
Nadie del gobierno de Piñera pronosticó un estancamiento semejante.