El título del libro “Desde el Interior”(Entrevista con Jorge Arrate y escritos políticos de Fernando Ávila) hace un nuevo guiño a las vivencias de generaciones que protagonizaron la resistencia clandestina a la dictadura cívico militar en aquellas casi dos décadas de fines del siglo pasado. Una referencia gastada para el sentir y pensar de algunos líderes o aspirantes a protagonismo en el presente; usada y abusada con no pocas deformaciones interesadas de actores de aquellos años, pero tremendamente necesaria para hacerse cargo de la historia futura del país.
Ciertamente se han acumulado muchos testimonios y referencias históricas. Claro que las hay caray… Y algunas tan notables como imprescindibles para aquella memoria nacional que no elude el flotar en medio del liviano y precario fragor mediático que achata y empobrece las conversaciones, como otra pandemia.
Valga este prejuicio para destacar el libro conversado entre Jorge Arrate y Fernando Ávila, centrado en la singular experiencia de este último en un quehacer político de larguísima data y más que ignorado por la inmensa mayoría del país. Los libros no se cuentan, se leen. Para estimular aquello tan esencial adelantamos algunas pistas rescatando parte del prólogo de Jorge Arrate y de la introducción del protagonista Fernando Ávila.
Por Jorge Arrate:
Los últimos cincuenta años de la historia de Chile han sido pródigos en acontecimientos singulares. El examen de estos acontecimientos se ha realizado desde perspectivas muy variadas y muchas veces contrapuestas. La historia impone viejas reglas y van quedando atrás otras memorias, segregadas por ser menos ilustradas o simplemente por ser minoritarias.
La primera razón de este libro-entrevista es la preservación de una de esas perspectivas, minoritaria y singular, sobre los grandes acontecimientos, que se ha mantenido en el tiempo con porfiada consistencia y a pesar de su práctica invisibilización. Se trata de aquella que expresa Fernando Ávila Illanes, dirigente del Partido MAPU original.
Ávila y la mayoría de sus compañeros permanecieron en Chile durante la dictadura, como millones de chilenos que no pudieron o no quisieron exiliarse. Pero en esta caso se trataba de un dirigente de primera línea. Pocos como él sobrevivieron la represión y pocos, como hizo Ávila, retornaron a Chile luego de una salida por causas médicas, a pesar que su hogar había sido allanado en su ausencia y su familia había emigrado por razones de seguridad.
Aquello que me ha interesado es aproximarse más a una interpretación del tiempo de la dictadura y de la Concertcaión marcada por la honestidad política de quien la emite.
Por Fernando Ávila:
Esta reseña procurará no ser una relación autoreferida y complaciente de hechos que nos correspondió ver y vivir -ojalá así sea – pero tampoco tendrá la presentación de objetividad, por el contrario, aquí se asume un punto de vista y que cada cual encuentre el sayo que le acomode.
La dictadura y su secuela de violaciones a los derechos de las personas tiene por objeto instalar el terror e inhibir cualquier asomo de resistencia a lo que vendría: el despojo de los más elementales derechos de chilenas y chilenos asalariados, la transferencia de recursos de las mayorías a las minorías y la sobreexplotación de la fuerza del trabajo. No hay explotación extrema sin represión extrema.
En ese contexto de represión extrema y cotidiana, se vive con la intranquilidad y el temor de ser alcanzados por las huestes represivas. Y el agobio, como decía Neruda, de que “mi lucha es dura y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber visto la tierra que no cambia…”
En esas aciagas circunstancias nos unimos con Lotty Rosenfelf, alcanzamos la plenitud de nuestro amor. Ella ya partió, solo me quedan los recuerdos de una grandísima compañera, una profunda tristeza y mi infinito amor por ella.
Los partidos Comunista, Socialista y MOC, desarrollan en la clandestinidad y a pocos meses del golpe, un trabajo conjunto, llevado adelante con gran transparencia, lealtad y fraternidad.
A mediados de junio-1975 tuve una reunión bilateral con Carlos Lorca, quedamos de continuar el miércoles siguiente, pero Lorca no llegó, cerca de qunce días después los compañeros socialistas nos informan que había sido detenido.
Un día de principios de abril de 1976 concurrimos, con Vicente García- Huidobro, casi desaprensivamente a una bilateral con el PC. Nos esperaba puntualmente Jorge Insunza Becker quien con gran serenidad nos informa que ha concurrido para avisarnos que la semana pasada, en un bus de la locomoción colectiva, han detenido a José Weibel.
Tuve reunión con Lorca y Weibel en no menos de 4 casas distintas y a ninguna de ellas, nunca nadie de los aparatos represivos llegó a cumplir su nefasta misión….en mi calidad de sobreviviente, simbolizo mi reconocimiento al ejemplo de consecuencia que nos han dejado todos los caídos, en el inolvidable amigo y compañero José Weibel y en Carlos Lorca con quien, en aquellos años, la solidaridad del trabajo común dejó para mí la huella de una amistad inconclusa.