La ministra que parece no reflexionar, de acciones a veces erráticas, es citada por la Cámara por los dichos del comandante Llaitul y también al Senado por “aspectos de la seguridad pública, (narcotráfico), y altos índices de delincuencia”. Es decir, por la magnitud de la violencia y la falta de programas de acción eficaces para enfrentarla en medio de una Cuenta Pública, que ya comenzó un día antes de realizarse. El presidente y su gobierno, enfrentados a un duro cruce de la “línea de la sombra”.
Mientras, el fuego del ángel exterminador del modelo de mercado neoliberal arrasa como siempre con los marginales y los pobres, con los excluidos y descartados… Mueren en un cité de Santiago Centro, una abuela de 76 años y su nieta de 15. Había celebrado su cumpleaños. En el intertanto, la realidad económica “golpea el bolsillo de los chilenos”. Pero no, no de todos. Suben los alimentos, servicios básicos y combustibles especialmente para los más pobres. A la par, las grandes empresas han recuperado (si no, subido) las ganancias a niveles prepandémicos y los conciertos de música popular en el mes del plebiscito ya están vendidos y se agendan nuevas presentaciones. El “Cyberday”, para quienes tienen buenos recursos económicos, será como siempre un éxito, pero se descubre a la vez, que podemos haber estado pagando desde hace un tiempo (como muchas otras veces), sobreprecios por el gas natural, debido a un posible artilugio ético empresarial que se investiga.
El consumismo (como sentido placentero de vida), junto a la codicia y la necesidad de arrogante ostentación, ya nos pringaron y consumieron. Moulian, tenía y no tenía razón. Freud tendría que haber el escrito sobre el “malestar de la cultura” del consumo. (Se murió antes).
El gobierno, junto a la nueva constitución ya en proceso de deconstrucción antes de ser terminada, (donde la preservación de los 2/3 es la malla de contención que evita su desintegración final), intenta navegar en el mar turbulento de flujos y procesos de cambios frente a una intensa arremetida reaccionaria conservadora, (aun dentro del gobierno), flanqueada por los poderes socioeconómicos y de una cierta clase política que no huele su propia degradación terminal.
“Ser conservador es preferir lo familiar a lo desconocido, lo experimentado a lo no experimentado, el hecho al misterio, lo efectivo a lo posible, lo limitado a lo ilimitado, lo cercano a lo distante, lo suficiente a lo excesivo, lo conveniente a lo perfecto, la risa presente a la felicidad utópica (…)” Pero la característica de este modo de existencia vital que perturba profunda y entrópicamente el recién iniciado proyecto de transformación que el país requiere, es que a estas personas, grupos y organizaciones, “los cambios pequeños y lentos les parecerán más tolerables que los grandes y repentinos; tendrán en alta estima cada apariencia de continuidad”. De ahí que la palabra revolución y otras que se le asemejen, les produzcan pánico y repugnancia visceral.
Quizás, llegó el momento en que el presidente ajuste y cambie las piezas de su tripulación para cruzar exitosamente “la línea de las sombras” (de la que habló Conrad), con un porte y talante no sólo de un joven liderazgo retórico, sino expresión de una firme autoridad y madurez amalgamada en la dura realidad, pero que no pierde la capacidad de soñar.
Cuando la cruzamos, se descubre el mundo sólido de las cosas, cada una con su forma fija, cada una con propio punto de equilibrio, cada una con su precio; un mundo de hechos, no una imagen poética (que no distingue entre lo que nos gusta y lo que valoramos), en el cual lo gastado en una cosa no puede ser gastado en otra; un mundo habitado “además de nosotros mismos, por otros, (el mundo común y corriente), que no pueden ser reducidos a reflejos de nuestras propias emociones”. La mantención del estado de excepción es una muestra de este cruce, aún incompleto, donde se deja de ser joven en un viaje hacia la adultez madura y su correspondiente duelo por la pérdida de ese mundo maravillosos y omnipotente (“que cambia el mundo”).
La Cuenta (Programa) Pública, ha sido reflejo de estar en medio de un traspaso de la “línea de las sombras”. Se esbozó el Chile radicalmente nuevo necesario, hacia donde nos dirigimos, con una carta de navegación que en la primera parte intentó dotar de un sentido contextual histórico progresista muy postmoderno, centrado en todo tipo de derechos que abandonan las esencias metafísicas en la mirada del ser humano. En la segunda se atrevió con los “ejes estratégicos” de gestión, con líneas de acción, programas y compromisos (muy de ingenieros), sin perder de vista una mirada valórica profunda antropológica que lo anima, como por ejemplo en la propuesta sobre la eutanasia (en línea con la del aborto).
La muestra de que no está completo el tránsito por las “sombras”, es que se mantiene por ejemplo la percepción de que sigue pareciendo (a la luz de lo que se dijo y no se dijo) un gobierno actuando como brazo político pasivo de la CAM y otros grupos terroristas.
Llegó la hora de dejar atrás la “difusión” de identidad y de gobernar sólo para las elites “diversas”, olvidando el sufrimiento y necesidades mínimas cotidianas que anidan en la pobreza de poblaciones y campamentos tras la “línea de las sombras”.
Es un presidente en tránsito hacia la madurez. (La Cuenta programa, su Espejo y reflejo).
Colaboró Michael Oakeshott con el libro “La actitud conservadora” y la Cuenta Programa Pública.