EL FRENESÍ LEGISLATIVO DEL GOBIERNO

por La Nueva Mirada

LOS LÍMITES PARA UNA MARCADA IMPRONTA NEOLIBERAL

Fiel a sus promesas de campaña, el gobierno ha desplegado una  nutrida agenda legislativa en estos últimos meses que refleja muy bien la inspiración neo liberal de la actual administración. Más allá de los títulos publicitarios de los proyectos con sus “caramelos”, incluidos para hacerlos apetecibles.

Valga consignarlos: Modernización tributaria con beneficios a las PYMES y la tercera edad; Admisión Justa, Adaptabilidad laboral, (con la posibilidad de trabajar cuatro días y descansar tres, claro que con jornadas de 12 o 14 horas si se suman los desplazamientos); Reforma del sistema previsional, con la oferta de subir un 40 % las pensiones en el plazo de cuatro años; Reforma a los seguros públicos y privados de salud ( terminando con las preexistencias en las ISAPRES  y el reforzamiento de FONASA).

En rigor, la mayoría de estos proyectos apunta a favorecer a las ISAPRES, las AFP, los sectores de mayores ingresos, que se verían favorecidos con rebajas de impuestos y la flexibilización laboral, que permite la negociación directa de la jornada entre la empresa y los trabajadores individualmente considerados, con el alto riesgo de precarización del empleo. En un concepto similar se incorpora en las prioridades gubernamentales la ampliación del control de identidad a menores de edad (14 años) y la reforma a la ley de inclusión escolar. Es decir, un esfuerzo por “retrotraer las reformas estructurales  aprobadas durante el gobierno anterior (con los votos de la oposición), para, supuestamente, volver a poner a chile en la senda del crecimiento.

Sin embargo, el gobierno no cuenta con una mayoría parlamentaria que le permita aprobar estos  controvertidos proyectos, que generan cuestionamientos, no tan sólo en la oposición y amplios sectores sociales, incluyendo círculos empresariales y organizaciones sindicales. También al interior del propio oficialismo.

Incluso el proyecto de “modernización” o simplificación tributaria, en donde el gobierno logró que la Democracia Cristiana votara a favor la idea de legislar, pese a que no se cumplían los requisitos esenciales establecidos por el conjunto de la oposición ( mantener el carácter progresivo del sistema tributario alcanzado en la anterior reforma y la recaudación fiscal), corre el riesgo de ser vetado por el propio Ejecutivo si, finalmente, los parlamentarios demócratas cristianos cumplen su promesa de votar en contra la reintegración tributaria, definida por el gobierno y los sectores empresariales, como “el corazón de la reforma”.

Una agenda trabada

Lo cierto es que el gobierno tiene una agenda legislativa bastante trabada por desacuerdos esenciales con la oposición en prácticamente todos y cada uno de los proyectos emblemáticos de su agenda.

Pese a que el Ejecutivo ha manifestado su disposición a dialogar y buscar acuerdos durante la tramitación parlamentaria, intentando forzar la aprobación de la idea de legislar en cada uno de ellos, lo efectivo es que no tiene muchos espacios de negociación, toda vez que en su conjunto, dichos proyectos responden a esta inspiración neo liberal que demanda el oficialismo (gobernar con ideas propias) y los propios sectores empresariales, que temen que en ese proceso de negociación se desnaturalice la esencia de las iniciativas.

El gobierno aún puede apostar, como lo ha hecho hasta ahora, a la potencial fragmentación y división opositora para intentar pescar a río revuelto y construir mayorías circunstanciales que le permitan aprobar los proyectos. Pero es más que evidente que dicha estrategia tiene límites más bien acotados y el equipo político del gobierno no ha demostrado mucha destreza a la hora negociar con los diversos sectores de la oposición.

Sin lugar a dudas no es fácil implementar una política de corte neo liberal sin contar con una estable mayoría parlamentaria. Como no fue fácil para la Concertación implementar políticas progresistas con enclaves autoritarios y senadores designados. O para la Nueva Mayoría, cruzada por matices y diferencias en torno al programa de gobierno de Michelle Bachelet.

Pero en eso consiste el juego democrático. Los gobiernos proponen un programa de gobierno al país y luego deben esforzarse por generar diálogos y construir consensos de mayoría que permitan su implementación. En la medida de lo posible. Acogiendo los puntos de vista de la oposición, haciendo concesiones y buscando los acuerdos posibles para avanzar. Y hasta ahora el gobierno no puede mostrar demasiados logros.

La desaceleración económica

El problema es especialmente complejo en los precisos momentos en que la economía muestra evidentes signos de desaceleración (IMACEC de 1,9 %, menor inversión extranjera y consumo interno), que las autoridades insisten en atribuir a factores externos (la guerra comercial que enfrenta a EE.UU. y China, la crisis económica de algunos de los países vecinos, la volatilidad de la economía mundial, etc.). El mismo argumento que desechaban mientras fueron oposición. Y lo más preocupante es que, hasta ahora, el gobierno no ha logrado instalar una efectiva agenda pro crecimiento (como no sea la rebaja de impuestos a sectores de mayores ingresos, en la esperanza que esos recursos se destinen a inversión).

La principal promesa de campaña del actual gobierno fue la de recuperar un ritmo “impetuoso” de crecimiento (en torno al 5 %) que le permitiría al país convertirse en desarrollado en pocos años y ser “como Australia”, como afirmara el Presidente Piñera. Esa fue la promesa con que Piñera ganó la elección en segunda ronda con el 55 % de los votos. Y esa es la medida más importante de su éxito o fracaso.

Nada más lejos de la realidad, A partir de los datos duros, la mayoría de los agentes económicos proyectan una tasa de crecimiento más cerca del 3 que del 3,5 % proyectado por el gobierno para 2019, con tendencias decrecientes para los próximos años. Un crecimiento “mediocre” como lo definirían los agentes económicos, aunque persiste más de una duda acerca de si el país actualmente está creciendo por debajo de su potencial y si no se requerirían importantes modificaciones y ajustes al modelo de desarrollo para reimpulsar el crecimiento.

Sin lugar a dudas, el tema preocupa no tan sólo a los agentes económicos, que evidencian signos de pesimismo respecto del futuro. Con mayor fuerza preocupa a los dirigentes políticos del oficialismo, que aspiran a mantenerse y proyectarse en el poder por los próximos 8, 12 o 20 años y que asumen el éxito del gobierno como una condición necesaria para tales propósitos.

La verdad es que los gobiernos de derecha o centro derecha que han desplazado a las administraciones de centro izquierda en la región, no han mostrado hasta ahora mucha eficacia para ordenar la economía y reimpulsar el crecimiento. Es cosa de mirar hacia Argentina y constatar el fracaso económico de Mauricio Macri y su gobierno, que tiende a favorecer el temido regreso de Cristina Fernández al poder. O las dificultades que enfrenta el ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, cuando aún no cumple cinco meses en el poder, con una fuerte baja en las encuestas, serias dificultades económicas y crecientes movilizaciones sociales en contra de su gobierno. O los problemas que enfrenta Iván Duque en Colombia.

Afortunadamente para Piñera, Chile no enfrenta una crisis parecida a la de Argentina, ni de lejos. Tampoco los problemas que generan Bolsonaro actualmente en Brasil o el propio Duque en Colombia.

Pero enfrenta los problemas propios de un gobierno de derecha que, sin mayoría parlamentaria, busca imponer una agenda fuertemente resistida por la oposición y que hoy aparece bastante bloqueada. Con un proceso de ralentización económica y una controvertida política internacional.

La suma de esos elementos, además de errores no forzados (entre otros, la participación de sus hijos a la gira a China y los desatinos en su gabinete), no prefiguran una crisis, pero no se puede descartar anticipando un futuro incierto.

 

Mentiras verdaderas

 

El proyecto de reforma tributaria favorece a las Pymes y a la tercera edad…pero principalmente a los sectores de mayores ingresos que bajarían sus impuestos a través del mecanismo de la reintegración, definido por el gobierno como el “corazón” del proyecto. El sistema pierde progresividad y  no contempla adecuadas compensaciones por los menores ingresos fiscales que supone.

El proyecto de reforma  previsional permite incrementar las pensiones en un plazo de cuatro años e introduce mayor competencia al sistema…Tan sólo a las pensiones básicas o solidarias, que podría aprobarse por separado. Para el resto es bastante más gradual. Y las AFP mantienen la primera opción para administrar el 4 % adicional, de cargo patronal.

La reforma a la salud termina con las pre existencia establecidas por las ISAPRES y la discriminación por sexo… pero no es evidente que incluya la maternidad. Permite la discriminación por edad y enfermedades, fortalece el sistema privado de salud y no de manera suficiente  el sistema público, que atiende a la mayoría del país.

El proyecto de adaptabilidad laboral permite a los trabajadores negociar individualmente con la empresa las jornadas laborales (mano a mano), con la posibilidad de trabajar cuatro días y descansar tres… en jornadas de 12 horas diarias o catorce si se suma la movilización y contribuye a la precarización del empleo.

El control de identidad a menores de 14 años le otorga mayores herramientas a Carabineros para luchar en contra de la delincuencia… pero precariza de manera selectiva  los derechos de los menores, transgrediendo la Convención de los derechos de la infancia suscritas por nuestro país.

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