El mejor semblante en los rostros del gabinete, el titular de Hacienda sacando cuentas alegres y Sebastián Piñera recibiendo en La Moneda a Eduardo Frei y Ricardo Lagos, podrían consignarse como señales de un respiro político que el gobierno requería con urgencia. Algo que se puede leer como corolario de la celebración oficial del fracaso de la acusación constitucional a la titular de Educación, Marcela Cubillos.
Un logro oficial, que sacó ronchas en la oposición y libró a una de las ministras peor evaluadas por su gestión de pasar por el Senado donde se habrían considerado los méritos jurídicos y políticos del libelo acusatorio si éste hubiese conseguido aquellos esquivos votos en la cámara baja.
Como corolarios de las tensiones parlamentarias quedarían las esperadas pasadas de cuenta en las filas opositoras y el desahogo del senador Allamand (cónyuge de Cubillos) dirigido en contra de su colega en la cámara alta, Carlos Montes. De pasada se registró el apresurado nombramiento de cargos vacantes desde la asunción de Cubillos y el avance de su esmirriada ejecución presupuestaria, llegando a un 60%.
Lo ocurrido no zanja las profundas diferencias que subsisten entre la oposición y la actual administración, frente a la prioridad por una educación pública inclusiva y de calidad, concebida como derecho universal, en contraste de su valoración como un especial bien de consumo. Y todo apunta a nuevas confrontaciones en torno a este sensible tema.
Lo ocurrido no zanja las profundas diferencias que subsisten entre la oposición y la actual administración, frente a la prioridad por una educación pública inclusiva y de calidad, concebida como derecho universal, en contraste de su valoración como un especial bien de consumo.
Como destrabar la controvertida agenda emblemática
Terminados los festejos, incluidas las felicitaciones a la ministra y las autoridades encargadas de conseguir los votos necesarios para rechazar la acusación, el gobierno centra sus esfuerzos en intentar destrabar una controvertida agenda legislativa (reforma tributaria, previsional y laboral) que, según la propia administración, constituye “el corazón del programa de gobierno ofrecido al país”.
Una tarea nada fácil, teniendo a la vista las diferencias que aún subsisten entre el gobierno y la oposición respecto del tema de la reintegración tributaria, en donde varios senadores de la Democracia Cristiana han anunciado que no están disponibles para respaldarla. O la reforma previsional, en donde aún se debate el grado de solidaridad que requiere el sistema, la gradualidad para mejorar las actuales pensiones, una mayor competencia en la administración de los fondos y el tema de la propiedad de los fondos de pensiones, a partir de recursos judiciales presentados por algunos afiliados demandando su retiro anticipado.
el gobierno pretende desarmar con su “conejo sacado bajo la manga “de las 41 horas, introduciendo nuevos criterios de flexibilidad o adaptabilidad laboral que, en todo caso, no consigue consenso en filas oficialistas y del empresariado.
Otro desafío para La Moneda, ya transformado en emblemático por su popularidad es el proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, asumido transversalmente por la oposición, que el gobierno pretende desarmar con su “conejo sacado bajo la manga “de las 41 horas, introduciendo nuevos criterios de flexibilidad o adaptabilidad laboral que, en todo caso, no consigue consenso en filas oficialistas y del empresariado.
Resulta extraño, por decir lo menos, que a estas alturas – cuando la Cámara ha anunciado que debatirá en general el proyecto de reducción de la jornada laboral durante el mes de octubre, y aún el gobierno debe presentar observaciones a su propio proyecto – La Moneda anuncie la creación de una mesa técnica, digitando a sus interlocutores, con la participación de ex ministros de centro izquierda (excluídos el PC y Frente Amplio(FA) para que, en un plazo de 60 días, elaboren insumos para las indicaciones que hará el Ejecutivo para su acontecido proyecto de las 41 horas, generando cuestionamientos opositores, empresariales y desde el propio oficialismo.
Las señales entregadas por el gobierno en el manejo de su agenda legislativa son, al menos confusas y revelan amateurismo, cuando no improvisación. Las propias declaraciones del ministro Andrés Chadwick, relativizando la importancia de la reintegración tributaria, asumiéndolo como un instrumento y no como un dogma, hizo pensar a muchos (incluidas autoridades de Hacienda) que el gobierno abría la puerta a una negociación en torno a este sensible tema. Dichos que el propio ministro del Interior debió rectificar.
Las señales entregadas por el gobierno en el manejo de su agenda legislativa son, al menos confusas y revelan amateurismo, cuando no improvisación.
Por su parte, el presidente Piñera, junto con formular nuevos llamados al diálogo y búsqueda de acuerdos, dirigidos a una parte de la oposición, sostuvo que “hay que tener más capacidad de diálogo, de colaboración y acuerdos. Esto de que la oposición crea que su tarea es destruir al gobierno o frenar todas sus iniciativas es muy absurdo”.
El mensaje presidencial es tan claro como equivocado. Y muy poco realista.
El mensaje presidencial es tan claro como equivocado. Y muy poco realista. El gobierno no cuenta con una mayoría parlamentaria para aprobar su controvertida agenda en la forma como está planteada y se encuentra obligado a buscar una negociación con el conjunto de la oposición. Ello supone mayores espacios de flexibilización para nuevas concesiones, de los que carece, vista las fuertes presiones de sectores empresariales, que aún esperan que el gobierno cumpla algunos de sus compromisos de bajar los impuestos, flexibilizar el mercado laboral o suavizar las condiciones medioambientales para la aprobación de los proyectos de inversión, como les prometiera durante la pasada campaña presidencial.
Ello supone mayores espacios de flexibilización para nuevas concesiones, de los que carece, vista las fuertes presiones de sectores empresariales,
En suma, el gobierno aparece atrapado entre la necesidad de viabilizar su agenda más emblemática y las dificultades para negociar con la oposición sin los márgenes de maniobra necesarios para construir acuerdos. Y los tiempos son cada vez más apremiantes.
El gobierno aparece atrapado entre la necesidad de viabilizar su agenda más emblemática y las dificultades para negociar con la oposición sin los márgenes de maniobra necesarios para construir acuerdos. Y los tiempos son cada vez más apremiantes.
Los desafíos de la oposición después de reiterados traspiés
Pese al ya mencionado fracaso en la reciente acusación constitucional contra Cubillos y las reacciones tan dispares como contradictorias en las filas opositoras, ello no implica un quiebre definitivo o una fractura irreparable hacia el futuro.
La mayoría de la bancada demócrata cristiana, con el apoyo de la actual directiva partidaria estuvo por dar curso a la acusación. Tan sólo dos de sus diputados (pudieron ser dos más) su sumaron a los independientes (entre ellos José Auth, actual vicepresidente de la Cámara, elegido con los votos de la oposición) que rechazaron la acusación.
Lo verdaderamente preocupante es que, una vez más, debe constatar que no cuenta con una mayoría sólida en el parlamento y, al igual que el gobierno, debe intentar construirla en torno a cada una de las iniciativas legislativas.
Es más que evidente que no existe una oposición sino varias y que el debate de la controvertida agenda oficial pondrá nuevamente a prueba su capacidad de construir consensos vinculantes que le permitan enfrentar esta coyuntura y generar condiciones para futuros pactos o acuerdos electorales.
Es más que evidente que no existe una oposición sino varias y que el debate de la controvertida agenda oficial pondrá nuevamente a prueba su capacidad de construir consensos vinculantes que le permitan enfrentar esta coyuntura y generar condiciones para futuros pactos o acuerdos electorales.
Parece obvio. Si las oposiciones fracasaran en este desafío, votando de manera dividida las iniciativas presentadas a su discusión, las posibilidades de alcanzar acuerdos parciales o de geometría variable para enfrentar la próxima elección municipal y de gobernadores regionales son cada vez más escasas.
Ello contrasta con los esfuerzos de la derecha por alcanzar los acuerdos más amplios e incluyentes que pueda lograr para enfrentar los próximos desafíos electorales, incluyendo al movimiento de Acción Republicana, liderado por José Antonio Kast, plenamente consciente que ello es indispensable de cara a la próxima elección presidencial de 2021.
Ciertamente, las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales dibujarán un nuevo mapa político en el país, constituyéndose en un ineludible antecedente para la próxima contienda presidencial, en donde sobran candidatos (as) y parecen faltar ideas y proyectos.
Ciertamente, las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales dibujarán un nuevo mapa político en el país, constituyéndose en un ineludible antecedente para la próxima contienda presidencial, en donde sobran candidatos (as) y parecen faltar ideas y proyectos.
En su reciente encuentro nacional, el Frente Amplio (FA) ha abierto la puerta a acuerdos parciales para enfrentar la elección de alcaldes y gobernadores regionales. Ello constituye un avance respecto de las posturas más refractarias a estos pactos, privilegiando su perfilamiento como alternativa a los bloques tradicionales.
Los otros temas levantados por el FA en este encuentro nacional – como la nacionalización del agua, el litio o el cobre- que pueden ser asumidos como titulares o enunciados generales, abren un debate más de fondo acerca de un proyecto de transformaciones que pueda unir al progresismo en su más amplia diversidad.
Los otros temas levantados por el FA en este encuentro nacional – como la nacionalización del agua, el litio o el cobre- que pueden ser asumidos como titulares o enunciados generales, abren un debate más de fondo acerca de un proyecto de transformaciones que pueda unir al progresismo en su más amplia diversidad.
Tanto los partidos que integraron la Nueva Mayoría (NM) – que mantienen diferentes interpretaciones acerca del extendido proceso de transición, así como del legado de los gobiernos de la Concertación y el de la NM – como los del FA, están desafiados a explicitar sus propuestas de futuro de cara a las próximas elecciones de mitad de mandato y sobre todo ante la contienda presidencial.
El Proyecto de la derecha es claro. La restauración de un orden neo liberal en lo económico, más bien conservador en lo valórico y liberal en lo político. El o los proyectos que no terminan por dibujarse en el área progresista, aparecen menos nítidos, por más que apunten a superar las profundas desigualdades que subsisten en el país, perfeccionar la democracia, una mayor inclusión social o un desarrollo más inclusivo.
Las demandas ciudadanas parecen apuntar a resultados más concretos e inmediatos, vinculados al empleo, la salud, la previsión, seguridad ciudadana, la lucha en contra de la corrupción, la protección del medio ambiente y un crecimiento económico igualitario.
Las demandas ciudadanas parecen apuntar a resultados más concretos e inmediatos, vinculados al empleo, la salud, la previsión, seguridad ciudadana, la lucha en contra de la corrupción, la protección del medio ambiente y un crecimiento económico igualitario. En definitiva, temas vinculados con su calidad de vida y futuro familiar. El progresismo está obligado conectar una agenda política con la social, ofreciendo propuestas convincentes, en un contexto de descrédito innegable. Sin caer en la demagogia o el populismo.
El progresismo está obligado conectar una agenda política con la social, ofreciendo propuestas convincentes, en un contexto de descrédito innegable.
No es un desafío menor.