El Presidente ya está condenado

por La Nueva Mirada


Dicen que nunca segundas partes fueron buenas, pero nadie imaginó que éstas pudieran ser tan malas con un tambaleante mandatario. Es cierto que le tocó enfrentar una pandemia, que ha generado grandes crisis económicas, políticas y sociales, no tan solo en Chile sino en el mundo y la región, pero el gobierno ha llegado tarde y mal para enfrentar la crisis social y manejar la emergencia, salvo por el proceso de vacunación.


Pero el estallido social fue antes que se declarara la pandemia y a Piñera, que nunca logró entender ni asumir, no se le ocurrió nada mejor que declarar que el país estaba en guerra con los violentistas y el conflicto se le fue de las manos, registrándose masivas violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas policiales,

 El conflicto de la Araucanía ha escalado a niveles inéditos, acentuados desde la incursión del “Comando Jungla”, con víctimas entre comuneros mapuches, frustrando de paso el Plan Araucanía, intentado por el ministro Alfredo Moreno. Los estados de excepción apenas constituyen un paliativo temporal, con serios riesgos de mayor violencia.

Nadie puede defender la incursión de Sebastián Piñera en Cúcuta y en PROSUR, la propuesta para reemplazar a UNASUR. A tientas ha debido cambiar a cuatro ministros del Interior, tres de Hacienda, tres voceros y tres cancilleres, en menos de tres años. Completar la lista de errores, desaciertos y desaguisados no sería tarea simple. Ciertamente su punto más débil es la gestión política, que hoy tiene a su coalición dividida y con el serio riesgo de sufrir un nuevo descalabro electoral.

Simplificando conclusiones: un verdadero desastre (calificado por muchos como uno de los peores gobiernos de nuestra historia). Y termina con un gran tropiezo: la acusación constitucional aprobada por la Cámara de Diputados. El vocero, contra las cuerdas y evidente amateurismo político la califica como una acusación electoral, eludiendo los cuestionamientos de fondo, por manifiestos conflictos de intereses del propio mandatario y su fideicomiso tuerto, administrado por sus propios hijos, así como sus negocios en paraísos fiscales. Además de la cláusula infamante, que depende de la decisión gubernamental.

Muy probablemente la acusación será rechazada en el Senado, con los votos de la coalición oficialista, que impiden reunir el quorum necesario para aprobarla. Pero tanto la opinión publica nacional como internacional, se han formado la convicción de que estos conflictos de intereses que han dañado severamente la honra y prestigio del país.

El pesado lastre de Piñera

Poco pueden rescatar los candidatos que representan el continuismo. Un fardo adicional para el ya complicado exministro Sebastián Sichel, abandonado por amplios sectores del oficialismo que hoy apoyan al candidato de la ultraderecha, José Antonio Kast(JAK).

Quiérase o no, JAK hoy no tan solo representa el continuismo sino una fuerte regresión de la derecha, que mayoritariamente vuelve a identificarse con el legado del régimen militar, ofreciendo una refundación del neoliberalismo, sobre bases autoritarias.

Así la derecha enfrenta un complejo dilema. Intentar reflotar la alicaída candidatura de Sichel, sin ninguna fe en que sea posible, o alinearse tras la candidatura de JAK que una mayoría de ese sector reconoce como una opción extrema, con serios reparos a algunas de sus propuestas en el terreno político, económico y social. Las recientes declaraciones de Juan Sutil, presidente de la CPC, en apoyo a Sichel, podrían estar marcando un nuevo giro del empresariado,

Las encuestas – con todos sus bemoles- dan un amplo favoritismo a JAK sobre Sichel, No es descartable que la competencia deje a los dos fuera de la segunda vuelta. Con el riesgo adicional de repetir en la contienda parlamentaria la debacle de las pasadas elecciones municipales y de convencionales.

Los errores no forzados de Apruebo Dignidad

No ha sido fácil la convivencia entre el Frente Amplio y el PC, tras la contundente derrota del entonces favorito Daniel Jadue ante el proclamado Gabriel Boric. La derecha intenta capitalizar reiterados incidentes y traspiés verbales ( a los ya conocidos del propio Jadue, se suman los de otros aspirantes electorales, como la ahora candidata a diputada Florencia Lagos, cuyos dichos sobre las “bondades” de Cuba y Venezuela, son reflotados después de un buen período de tiempo)  
obligando al abanderado presidencial a incómodas rectificaciones.

Lo anterior coincide con una cierta “anomalía” en la Convención Constituyente, donde los representantes del Frente Amplio han tendido a alinearse con el colectivo socialista e independientes no neutrales, en tanto el PC lo hace con los constituyentes de la ex lista del pueblo y algunos representantes de las etnias originarias.

También representantes del Frente Amplio han cometido errores no forzados. Como las desafortunadas y muy difundidas declaraciones de su candidato a senador Sebastián Depolo en una torpe entrevista a “El Mercurio”). Se suman los traspiés del propio abanderado presidencial en algunas cifras económicas de su programa de gobierno.

Y aún persiste una ambigüedad en el Frente Amplio a la hora de precisar su política de alianzas de cara a la segunda vuelta y su eventual gobierno. Es mas que evidente que durante la campaña, Gabriel Boric ha dado señales de acercamiento al ámbito socialista, reclamándose como parte de aquella corriente histórica. Ello no incluye a la DC y no es evidente que intente una convergencia sino más bien una cooptación de sectores socialistas que no se sienten interpretados por la alianza de centro izquierda.

Ese es un error que puede costarle muy caro al representante de Apruebo Dignidad. En primer lugar, porque el centro político históricamente ha constituido un espacio en disputa entre la izquierda y la derecha, que bien puede inclinar la balanza en uno y otro sentido. En segundo lugar, porque oficialmente la DC ha reconocido, en un reciente congreso, su domicilio político en el centro izquierda. No siempre, ni menos, toda la DC ha constituido un factor retardatario a los cambios. Con todos sus bemoles, el gobierno de Eduardo Frei Montalva impulsó importantes transformaciones. La DC, que mayoritariamente respaldó el golpe militar, salvo las 13 honrosas excepciones, se sumó luego a la defensa de los derechos humanos y la lucha por recuperar la democracia. Y, ciertamente, lo más relevante hoy es configurar una amplia mayoría social y política para respaldar un proceso de cambios, que enfrentará fuertes resistencias en la derecha y los llamados poderes fácticos.

¿A rio revuelto, ganancia de la centroizquierda?

La centroizquierda ganó la elección municipal y de gobernadores regionales. Y todo apuntaría a que alcanzará una importante representación parlamentaria, indispensable para construir una mayoría que asegure la gobernabilidad futura del país.

Es difícil pero no imposible que Yasna Provoste logre desplazar a los candidatos de la derecha para inscribir su nombre en la papeleta de segunda vuelta. No sería la primera vez que las encuestas(con evidente manipulación) se equivoquen. El porcentaje de indecisos es aún muy alto a diez días de la elección. Con incertidumbre respecto del porcentaje de participación, que podría bordear el 50 % de los habilitados a concurrir.

Seria un tremendo error histórico que, en ese escenario, la competencia se polarizara en torno a viejos ejes del pasado. Lejos de representar el continuismo o la defensa del modelo neoliberal, la candidata de la centroizquierda acentúa una opción de cambios y transformaciones, que legítimamente aspira competir con el pacto de la izquierda por el liderazgo de ese proceso.

Se conoce (publicado en esta edición) coincidencias esenciales programáticas entre las opciones de Boric y Provoste, que alientan las bases para un pacto de gobernabilidad futura. Amplio y sin exclusiones.

Es muy improbable – pese a la poderosa ofensiva mediática de la derecha- que el país opte por el camino del continuismo y la regresión. En cualquier caso, el desafío para un nuevo gobierno es monumental con el legado de la fracasada administración de Piñera y las presiones anticipadas por los grandes grupos económicos resistentes a los urgentes cambios estructurales.

En el actual contexto parece más que evidente que si Kast llegara a ganar, el país sería ingobernable, tal como lo ha sostenido el propio Sebastián Sichel.

También constituye un desafío mayor la construcción de una mayoría democrática que sustente un nuevo gobierno por los cambios. Con realismo, no hay espacio para exclusiones a priori. En democracia, a diferencia de las dictaduras, los procesos transformadores se viabilizan con apoyo de las mayorías y respeto por el derecho de las minorías.

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