El ”quinto retiro”. Por Fernando Ávila I

por La Nueva Mirada

Estamos cerca de los 7 meses del inicio del “quinto” retiro que habrá de culminar a mediados del próximo marzo. El futuro gobierno no lo tendrá nada de fácil. A la incertidumbre de cómo evolucionará la pandemia, con sus nefastas consecuencias económico-sociales, se suman los desaciertos por el altísimo nivel de incompetencia de la administración Piñera 2.

Si el año que viene- hipotéticamente- el país estuviera gobernado por la centro -izquierda y/o la izquierda, esa administración cargará con la nefasta herencia de Piñera, en el contexto del proceso constituyente en curso y asumiendo las demandas y expectativas de una gran mayoría con justificada impaciencia social.

Los tiempos que vienen estarán marcados por urgencias que exigirán respuestas sin dilaciones tolerables. Con políticas públicas que marquen un cambio de rumbo y sentido para la agotada subjetividad de grandes sectores de la población.

Por lo mismo el nuevo gobierno y la coalición que lo sustente deberá hacerse cargo del desgaste y debilitada credibilidad de las actuales dirigencias políticas al momento de cristalizar sus prioridades programáticas en el corto y mediano plazo. Un desafío que, en el actual contexto del debate político marcado por las urgencias de la crisis, parece mayúsculo en sus exigencias.

Por lo mismo esa hipotética nueva administración del país desde marzo próximo no estará en condiciones de prolongar el curso actual de improvisaciones y falencias coherentes con los pequeños intereses que defiende y protege el gobierno de Sebastián Piñera. La resistencia y efervescencia social ante la gestión del actual gobierno sólo se inhibió forzadamente por las restricciones que impuso la pandemia y el control policial – militar que enfrió la creciente explosión ciudadana desde octubre de 2019.

En el contexto proyectado desde un cambio de rumbo en la conducción del país es ilusorio imaginar que no se expresará la presión y resistencia a los cambios provenientes de los grandes intereses económicos que continuaron beneficiándose a costa de la miseria creciente que puso nuevamente en tela de juicio la realidad objetiva y existencia de la llamada “clase media”.

El “legado” de Piñera es la mejor demostración que los asuntos de gobierno requieren de respuestas oportunas a necesidades y aspiraciones de la mayoría, sin “cantos de sirena”, ni limosnas demagógicas.

El “estallido social” es un fenómeno que parece haber renacido para quedarse en nuestra sociedad y sólo una futura conducción de gobierno que cambie el rumbo de los intereses que se resguardan, promueven y protegen, puede transformarlo en un sentido virtuoso para la gran mayoría del país.

 Ese gran desafío demandará claridad programática y, ciertamente, rigurosidad en la aplicación de las medidas del nuevo gobierno. Otra cosa es cavar su propia tumba, como de hecho está ocurriendo actualmente con Chile Vamos y Sebastián Piñera. En suma, iniciativas el alto impacto social, cuya urgencia responda a los anhelos postergados de la inmensa mayoría.

Un desafío nada menor, pero ineludible.

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