Por Mario Valdivia
Muchas personas se han sorprendido y horrorizado con los saqueos a supermercados y tiendas que han salpicado las protestas sociales. Muchas de esas personas quizá superan los 120 kilómetros por hora habitualmente si no hay carabineros a la vista. ¿Cuántas incluso habrán comprado radares “matapacos”? Con seguridad, más de alguna hace truquitos con sus impuestos, que la Dirección de Impuestos Internos no aprobaría, si tuviera más capacidad de investigar.
Solo agentes individuales interesados en sí mismos componen nuestra sociedad, sostienen los liberales extremos que impusieron el “modelo” y educan a nuestros economistas y managers en universidades e institutos.
Solo agentes individuales interesados en sí mismos componen nuestra sociedad, sostienen los liberales extremos que impusieron el “modelo” y educan a nuestros economistas y managers en universidades e institutos.
¿Qué más? Leyes, por supuesto. Individuos que tienen la libertad de actuar para satisfacer sus intereses, sujetos a la ley, son los átomos constitutivos. Y lo social no es más que el conjunto de relaciones que establecen entre ellos mediadas por la ley y por transacciones en el mercado.
Y lo social no es más que el conjunto de relaciones que establecen entre ellos mediadas por la ley y por transacciones en el mercado.
Alguien podría preguntar si eso es todo, y echar de menos relaciones mediadas por el respeto compartido a normas éticas, relaciones de reconocimiento recíproco que producen una convivencia compartida y la emergencia de identidades individuales con significado social. Con seguridad, sería mirado con displicencia, como alguien que sigue preso de una ingenuidad de otros tiempos. Las personas de inclinación de derecha apostarían a la suficiencia de las relaciones de intercambio para producir lo social. Las de inclinación de izquierda insistirían en la necesidad de las leyes para permitir que el mercado produzca lo social.
Sin embargo, en ausencia de normas éticas compartidas, la ley es obedecida por los individuos auto interesados solo si calculan que pueden ser sorprendidos desobedeciéndola; por temor al castigo. En el fondo, para el liberal extremo de corte neoliberal, la ley es un recurso más, su obediencia queda sujeta al cálculo de costo beneficio y riesgo. Imponérsela a los demás y evitarla uno mismo, da ventajas competitivas.
En una sociedad basada solamente en mercados y leyes, el homo económico es un saqueador.
En una sociedad basada solamente en mercados y leyes, el homo económico es un saqueador.
(Ver Mario Valdivia, Nada Más Que Mercados Y Leyes. La pobreza de un liberalismo extremo. Amazon.com)