Elecciones en Bolivia. Resultados controvertidos y desconocidos por la oposición

por La Nueva Mirada

Las elecciones bolivianas amenazan con terminar en un desastre. Aún si el tribunal electoral confirma la ventaja de 10,11 % de Evo Morales (46.86 %) por sobre Carlos Mesa (36,73 %). Una ventaja límite (desde las exigencias constitucionales) que le permite a Morales proclamarse como vencedor, sin tener que pasar por una temida segunda vuelta, para la que la mayoría de las encuestas asumían como favorito al candidato de la oposición.

Las elecciones bolivianas amenazan con terminar en un desastre.

El problema crítico es que se trata de un resultado cuestionado en su credibilidad. Incluso por los observadores internacionales que no se explican el cambio de tendencia en los escrutinios desde que, inexplicablemente, el Órgano Electoral Plurinacional decidió interrumpir la transmisión de los resultados preliminares que, hasta ese momento, con el 83,76 de los votos escrutados, adelantaban que Evo Morales no lograría imponerse en primera vuelta y debería enfrentar a Carlos Mesa en el balotaje. La tendencia cambió bruscamente con la reanudación de las transmisiones, señalando que Morales alcanzaba los 10 puntos de diferencia necesarios para proclamarse como presidente nuevamente electo, sin necesidad de segunda vuelta.

El problema crítico es que se trata de un resultado cuestionado en su credibilidad.

Como se esperaba la oposición, con Mesa a la cabeza, no demoró en invalidar dichos resultados, acusando al gobierno de fraude electoral y llamando a la movilización de sus partidarios.

La tendencia cambió bruscamente con la reanudación de las transmisiones, señalando que Morales alcanzaba los 10 puntos de diferencia necesarios para proclamarse como presidente nuevamente electo, sin necesidad de segunda vuelta.

Los observadores internacionales han formulado un llamado a la calma y detener manifestaciones de violencia, sosteniendo que aún existe una posibilidad de verificar los datos electorales con las actas físicas de los cómputos y que velarán que ellas reflejen la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, pero no es del todo evidente que ello pueda convencer a los ya indignados opositores.

Durante la campaña mucho se especuló acerca de la real disposición de los opositores para reconocer un resultado que les fuera adverso, con el argumento de que Morales había trasgredido su propia Constitución y quebrantado el Estado de Derecho, que taxativamente le impedía presentarse a una tercera reelección consecutiva.

Por su parte, el propio Morales advirtió de los intentos de la oposición de desconocer los resultados y de propiciar un golpe de Estado en caso de resultar reelecto

Durante la campaña mucho se especuló acerca de la real disposición de los opositores para reconocer un resultado que les fuera adverso, con el argumento de que Morales había trasgredido su propia Constitución y quebrantado el Estado de Derecho, que taxativamente le impedía presentarse a una tercera reelección consecutiva.

Durante la campaña, Evo Morales, que había ganado las anteriores elecciones con porcentajes sobre el 60 %, se había planteado la utópica meta de alcanzar un 70 % de los votos y “ganar por paliza” nuevamente.

El cuestionado margen con que Morales se habría impuesto a Mesa no permite ocultar el severo retroceso del MAS – que ha perdido cerca de 18 puntos respecto de la anterior elección presidencial – el deterioro del gobierno y la crisis de legitimidad con que Morales asumiría este cuarto mandato.

Las razones del retroceso del MAS

Resulta inocultable un desgaste de este líder cocalero, que ya tiene el record de ser el mandatario latinoamericano con más tiempo en el poder. Coincidentemente Evo Morales sucedió a Carlos Mesa para iniciar el período de mayor estabilidad política y crecimiento económico que recuerde Bolivia. Desde que asumió el poder el país ha crecido una media de 4,8 % al año, reduciendo la pobreza extrema de un 38% a un 15 % e incrementando el poder adquisitivo de las clases medias y populares, incluyendo los sectores indígenas.

Pero, al igual de lo que sucede con el resto de la región, Bolivia ha sido golpeada con el fin de los altos precios de sus materias primas (una economía excesivamente dependiente de las exportaciones de gas), generando déficits en su balanza comercial y fiscal, aún cuando, según las proyecciones del FMI, Bolivia es el país que más crecerá este año (3,9%).

Sin embargo, no parece ser el factor económico la razón más importante para explicar la sensible pérdida de apoyo popular a Evo Morales en su intento de mantenerse en el cargo. El sector empresarial no tiene mayores razones, como no sean las ideológicas y políticas, para estar en contra de un gobierno que les ha facilitado su desarrollo. Como tampoco los inversionistas internacionales. Y menos las clases medias o sectores populares que se han beneficiado de activas políticas sociales y la bonanza económica que ha vivido el país en estos últimos años.

El sector empresarial no tiene mayores razones, como no sean las ideológicas y políticas, para estar en contra de un gobierno que les ha facilitado su desarrollo. Como tampoco los inversionistas internacionales.

Le juegan en contra a Morales, además del obvio desgaste en el poder y su pretensión de eternizarse en él, las denuncias de corrupción en su administración vinculadas a la cuestionable legalidad de su nueva postulación. Ello tras haber perdido un referéndum para cambiar la actual constitución del estado plurinacional, que le impedía presentarse a una tercera reelección consecutiva (en rigor a una cuarta). Ese fue un factor insistentemente esgrimido por la oposición para denunciar que se estaba violando el Estado de derecho.

No es del todo evidente cuanto pueda haber pesado en el electorado la contundente derrota en el Tribunal Internacional de La Haya, en donde Evo Morales apostó al reconocimiento del derecho boliviano a una salida soberana al mar, obligando a Chile a una negociación de buena fe. Ello, sin duda, constituyó una gran desilusión y frustración para las grandes expectativas generadas por su gobierno en una sentencia favorable a su causa.

Metas y no plazos

No está dicha aún la última palabra respecto de esta elección. Una palabra que le corresponde al Órgano Electoral Plurinacional y que necesariamente debe ser refrendada por la misión de observadores de la OEA, a quienes el gobierno ha invitado a integrar una comisión conjunta para validar las actas de los cómputos electorales, buscando que avalen los resultados oficiales.

No es seguro sin embargo que la oposición acepte esos resultados. Sobre todo luego del accidentado proceso de cómputos que inicialmente apuntaban a una segunda vuelta electoral.

Álvaro García Linera, el vicepresidente que ha acompañado a Evo Morales desde su primera elección, ha sostenido que aún necesitan cinco años más para cumplir los objetivos que se propusieran al llegar al poder, en donde han permanecido los últimos 15 años.

No cabe duda: se trata de un plazo excesivo y con la incertidumbre de una mayor prolongación. Mal que mal la interpretación del Tribunal Electoral que permitiera que Morales se presentara nuevamente como candidato, abre la puerta a la reelección indefinida. Y siempre se pueden plantear nuevos objetivos que hagan imprescindible la permanencia de Morales en el poder.

No cabe duda: se trata de un plazo excesivo y con la incertidumbre de una mayor prolongación.

 Una tentación recurrente en los líderes mesiánicos que llegan democráticamente al poder y, al igual que muchos regímenes dictatoriales, optan por priorizar metas antes que plazos.

 No es así como funcionan las democracias.

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