Las recientes elecciones locales y regionales en Colombia marcaron una dura derrota del partido en el poder-Centro Democrático- cuyo líder natural es el ex Presidente Álvaro Uribe- con quien el actual mandatario, miembro de esa misma agrupación política, ha mantenido tensas relaciones en el año y medio que lleva de gobierno. Un punto central que explica las diferencias con Uribe, elegido senador con la primera mayoría nacional en las anteriores elecciones, ha sido su acerbo crítico del proceso de paz impulsado por el ex mandatario Juan Manuel Santos. En especial acerca del sensible tema de la llamada justicia transicional, que establece un régimen especial para delitos cometidos durante la guerra civil, tanto por los guerrilleros como por los propios paramilitares y agentes del Estado, así como de los términos para la integración política de los exguerrilleros.
Tanto Uribe como los representantes del ala más dura de su partido han sido muy críticos del mandatario Iván Duque – identificado con un postura algo más moderada – exigiendo del Ejecutivo una conducta más drástica y severa en contra de los exguerrilleros, algunos de los cuales han optado por desahuciar el proceso de paz, anunciando que retomaran el camino de las armas, con el apoyo del régimen de Nicolás Maduro, que no tan sólo les ha brindado refugio sino también apoyo logístico.
Tanto Uribe como los representantes del ala más dura de su partido han sido muy críticos del mandatario Iván Duque – identificado con un postura algo más moderada – exigiendo del Ejecutivo una conducta más drástica y severa en contra de los exguerrilleros
Como en toda elección, que según muchos no se ganan ni se pierden sino que se explican, los recientes resultados se prestan para diversas interpretaciones y pese a que inicialmente Álvaro Uribe reconoció una dura derrota en su propia circunscripción (el departamento de Antioquía y Medellín), prontamente los dirigentes de Centro Democrático salieron a relativizarla, sosteniendo que lo que perdieron en algunas zonas lo ganaron en otras, con un balance más bien positivo de estos resultados.
Claudia López, 49 años, exsenadora, feminista, lesbiana y ecologista, defensora del proceso de paz, en representación de la alianza verde.
Algo parecido intentó el candidato de izquierda Gustavo Petro, que hace un año y medio compitió por la presidencia con Iván Duque en segunda vuelta, siendo derrotado, y que hoy enfrenta una nueva derrota en la capital, a manos de Claudia López, 49 años, exsenadora, feminista, lesbiana y ecologista, defensora del proceso de paz, en representación de la alianza verde.
La victoria de Claudia López en la alcaldía de Bogotá marca un giro político en el país
La victoria de Claudia López en la alcaldía de Bogotá marca un giro político en el país
Muchos analistas han interpretado estos resultados como un rechazo a los extremos representados por el Centro Democrático y conservadores, que representan a la poderosa derecha colombiana, y a la propia izquierda, que lidera Gustavo Petro, con un fortalecimiento del centro progresista, en donde se ubica Claudia López.
De hecho, es el segundo cargo político más importante en el país, después del Presidente de la República, permitiéndole proyectar su liderazgo a nivel nacional, posicionándola como posible candidata presidencial a futuro.
Pero, en verdad, el contundente triunfo de Claudia López en la capital – con una población de más de siete millones de habitantes y un PÎB superior al de Uruguay – representa un giro político muy significativo en la política colombiana. De hecho, es el segundo cargo político más importante en el país, después del Presidente de la República, permitiéndole proyectar su liderazgo a nivel nacional, posicionándola como posible candidata presidencial a futuro.
La lucha en contra de la corrupción ha marcado buena parte de su trayectoria política, junto con la defensa del medio ambiente, los derechos de la comunidad LGTBI y el proceso de paz.
Claudia López hizo sus primeras incursiones públicas como líder estudiantil para luego, como académica, desarrollar importantes investigaciones acerca de las relaciones entre representantes públicos, paramilitares y el narcotráfico. La lucha en contra de la corrupción ha marcado buena parte de su trayectoria política, junto con la defensa del medio ambiente, los derechos de la comunidad LGTBI y el proceso de paz.
“Derrotamos y desaprendamos el machismo, el racismo, el clasismo, la homofonía y la xenofobia. Que no haya duda, Bogotá voto porque el cambio y la igualdad sean imparables” afirmó al celebrar su victoria.
Los desafíos que enfrenta Iván Duque
En el nuevo escenario político tras las recientes elecciones el Presidente Duque enfrenta una difícil disyuntiva: acercarse a los sectores de centro que llaman a preservar y avanzar en el proceso de paz que tan laboriosamente fuera construido, enfrentando no pocas dificultades en su implementación, o plegarse al guión de los sectores más duros del Centro Democrático, que demandan una rectificación y un claro giro a la derecha.
Con todo, aquel no es su único ni siquiera principal problema. Iván Duque ha protagonizado una dura y agresiva ofensiva en contra del régimen de Maduro, al que describe como ilegítimo y responsable de alentar la acción de grupos guerrilleros que operan desde el propio territorio venezolano. Junto a los países que integran el llamado Grupo de Lima, ha invocado el Tratado Internacional de Asistencia Recíproca, para imponer duras sanciones a su vecino, sin descartar la alternativa del bloqueo total o incluso una intervención armada, como acusa Maduro.
La frontera entre ambos países ha registrado altos niveles de tensión a partir del despliegue de militares venezolanos que desarrollan “ejercicios” en esa frontera y las FF.AA. colombianos bajo la responsabilidad del ministro de Defensa, Guillermo Botero, muy cercano al ex presidente Álvaro Uribe, que se mantiene expectante ante los despliegues de sus congéneres venezolanos.
Es más que evidente que cualquier alternativa de una intervención militar extranjera en Venezuela, debería contar con el apoyo y participación colombiana. Y no se puede descartar que cualquier incidente en la caliente frontera desate un conflicto mayor.
Es más que evidente que cualquier alternativa de una intervención militar extranjera en Venezuela, debería contar con el apoyo y participación colombiana.
El nuevo escenario regional
A la luz del resultado de las recientes elecciones locales y regionales en Colombia; las dificultades que enfrenta Evo Morales para que la oposición acepte los resultados que lo dan ganador por márgenes estrechísimos y que debieran ser ratificados por la auditoria que desarrollan los observadores de la OEA; los problemas no menores que enfrenta el gobierno de Sebastián Piñera en Chile y la crisis manifiestas en otros de la región, es más que dudoso que el escenario de alianzas que intenta dibujar el periodista argentino, con residencia en EE.UU,, Andrés Oppenheimer (un bloque conservador integrado por Brasil, Chile, Paraguay, Perú , Colombia, y eventualmente Uruguay en caso que Lacalle Pou consiga ganar en segunda ronda) tenga viabilidad.
En definitiva, un escenario de incertidumbres y convulsiones en curso.
Tampoco una de signo progresista que reúna hipotéticamente a Argentina con un incierto progresismo uruguayo (hoy en difícil coyuntura) y la alianza bolivariana en crisis. En definitiva, un escenario de incertidumbres y convulsiones en curso.