ELECCIONES ESPAÑOLAS Y SU IMPACTO EN LA POLÍTICA CHILENA

por La Nueva Mirada

 

“LOS MUERTOS QUE VOS MATASTEIS GOZAN DE BUENA SALUD”

¿ALGÚN IMPACTO EN LA POLÍTICA CHILENA?

Los cadáveres políticos no existen. Los políticos mueren cuando se les apaga la vida y son enterrados. Y más de alguno sigue viviendo en la mente y el corazón de sus seguidores y enemigos, marcando la huella de la historia. Ese es el caso de Pedro Sánchez, que muy joven subió al estrellato para asumir el liderazgo del PSOE, uno de los partidos políticos más antiguos de España. Su gestión estuvo marcada por la emergencia de Podemos, una nueva agrupación que intentó, con mediano éxito, desplazar al PSOE como la principal fuerza de la izquierda española, en lo que se conoció como “el sorpaso”, sin lograr del todo ese objetivo, aún cuando los socialistas redujeron drásticamente su votación y representación parlamentaria.

Con adversos números y serias diferencias con la vieja guardia de su partido, así como profundas críticas a su gestión, Pedro Sánchez se sintió obligado a dejar la dirección partidaria y renunciar a su escaño parlamentario para volver a concursar desde las bases por un liderazgo, cuando la mayoría de los dirigentes partidarios lo daban por muerto políticamente.

El resto es historia conocida. Pedro Sánchez no tan sólo volvió para asumir el liderazgo de su partido conduciendo una dura confrontación política con el gobierno de  Mariano Rajoy y el Partido Popular, con fuertes críticas a la corrupción (caso Gürtel) y reinstalando del PSOE en la izquierda, espacio que disputaba con Podemos.

En una audaz y calculada  maniobra, Pedro Sánchez presentó la moción de censura en contra de Rajoy, apoyado por Podemos, grupos independentistas  y partidos regionales que, contra todas las previsiones y una ardorosa resistencia del líder del PP, derrumbó a ese gobierno.

El nuevo escenario abrió el camino para que Sánchez formara un gobierno de minoría, con tan sólo 73 parlamentarios y el apoyo forzado de los partidos que habían sacado a Rajoy. Así se mantuvo en el poder más de un año para luego convocar a las recientes elecciones generales, que marcaron una importante victoria para el PSOE, el derrumbe del Partido Popular, un crecimiento de Ciudadanos (que intenta desplazar al PP como la principal fuerza de la derecha) un claro retroceso de Podemos y la irrupción del ultraderechista VOX.

Aún no está resuelto si Pedro Sánchez y su partido intentarán gobernar en solitario, como gobierno de minoría, con el apoyo ocasional de Podemos y partidos regionales (como los Vascos y otros) u optará por uno de coalición, como propone Podemos. La decisión se adoptará luego de las elecciones del nuevo parlamento europeo, previstas para fines de mayo. Lo cierto es que el PSOE ha recuperado su condición de primera fuerza política en España y se mantendrá en el poder.

Varios son los factores que contribuyen a entender el reciente resultado electoral. El principal – que inquieta a sectores oficialistas en nuestro país – es la división de la derecha española en tres sectores claramente diferenciados y por momentos fuertemente enfrentados. Por un lado el  Partido Popular, legítimo heredero del franquismo, que representa a la vieja derecha tradicional y cuyo líder, Pablo Casado, intentó acentuar sus perfiles más conservadores como una manera de enfrentar la amenaza de VOX, dejando libre el espacio del centro, que Ciudadanos quiso aprovechar para disputar la hegemonía del sector con el PP. Y Vox, una nueva versión de la ultraderecha española, que irrumpió con fuerza en las recientes elecciones en Andalucía, pero con menor impacto que el pretendido en las elecciones nacionales (24 parlamentarios).

Probablemente el PSOE deba agradecer a VOX y su líder Santiago Abascal que con su agresivo discurso de ultraderecha, desafió la masiva participación ciudadana en la elección, favoreciendo el masivo respaldo al PSOE, que aparecía como el elemento de contención frente al avance de la ultraderecha española.

Podemos venía a la baja, tal como lo señalaban la mayoría de las encuestas. Hace ya un tiempo había perdido el frescor de la renovación y el discurso en contra de las malas prácticas políticas. Enfrascados en fuertes disputas internas por el liderazgo y conducción partidaria pagaron sus costos. Su líder, Pablo Iglesias, fue denunciado de comprar un lujoso chalet en un barrio acomodado de Madrid, rompiendo la imagen de austeridad que se había esforzado en proyectar.

El apoyo brindado por Pablo Iglesias y Podemos a Nicolás Maduro en la crisis venezolana contribuyó a debilitar su encanto original. En ese contexto, Pedro Sánchez logró el objetivo de reposicionar a su partido sólidamente en la izquierda, cerrando los espacios de crecimiento de Podemos. En buena medida, parte del crecimiento del PSOE proviene de ex simpatizantes de esa nueva  izquierda hoy en declive.

¿Algunas lecciones para la política chilena?

No es fácil comparar ni sacar conclusiones domésticas de una contienda electoral en un régimen parlamentario como el español. Sin embargo, existen más de algunas similitudes. No por nada sectores del Frente Amplio en nuestro país tienden a identificarse con Podemos. Y no son pocos sus integrantes que aspiran a constituirse en alternativa a la izquierda más tradicional.

En la otra punta del escenario político, las similitudes entre José Antonio Kast y su Acción ciudadana con VOX y los movimientos de ultraderecha en Europa y América latina son más que evidentes. La mayoría de Renovación Nacional y la UDI son herederos del Pinochetismo y representan la derecha tradicional, mientras que Evopoli, podría aproximarse a una versión criolla de Ciudadanos, pese a que no parece dispuesta a romper con la derecha más conservadora  para convocar a la configuración de una centro derecha más amplia.

Conscientes de los riesgos de enfrentar una elección presidencial divididos, crece el número de dirigentes y parlamentarios de Chile Vamos que postulan que José Antonio Kast y su grupo de Acción Ciudadana se integren a la coalición oficialista y participe en unas primarias para designar un candidato único del sector.

Por el momento  José Antonio Kast se deja querer. Sin aceptar ni rechazar esa alternativa. Tan sólo pide que no se levante una muralla china entre la coalición oficialista y su propio movimiento político. Que no se penalice la simpatía evidente y virtuales apoyos que militantes de Chile Vamos manifiestan hacia su liderazgo. Que impere el  juego limpio. Todo ello sin renunciar a su derecho a criticar la conducción de Sebastián Pîñera y su gobierno, al que no vacila en calificar como una derecha gelatinosa, por no decir timorata o blandengue. El tiempo dirá si es que existen condiciones suficientes para competir por la nominación presidencial en una primaria del sector o es mejor negocio en el largo plazo el de levantar una postulación alternativa. O continuar siendo una carta clave para definir una eventual segunda vuelta presidencial.

Para la Democracia Cristiana, que se define como partido de oposición pero siempre abierto al diálogo y la búsqueda de acuerdos con el gobierno, las lecciones no son tan obvias ni sencillas. Podría ser forzado comparar su situación con la de Ciudadanos en España. Para ello debería apostar definitivamente a la configuración de un centro alternativo, convocando a diversos sectores de centro derecha (como el sector que lidera Andrés Velasco, a Mariana Aylwin y la disidencia falangista de Gutenberg Martínez y Soledad Alvear (Comunidad en Movimiento), acentuando su condición de partido bisagra entre el gobierno y la oposición.) Pero ello la aproximaría a su quiebre y ocaso definitivo, atendiendo a las actuales tendencias internas de la falange.

Para los partidos de izquierda que integraron la ex Nueva Mayoría, la lección es clara, lo que no significa que sea fácil o posible. Tan solo la unidad amplia y sin exclusiones, social desde el centro hasta el Frente Amplio, le permitiría reconstruir una sólida mayoría y enfrentar a la derecha con perspectivas de éxito en una próxima elección. Pero hoy en día eso no pasa de ser una buena declaración de intenciones. Con enormes dificultades frente a la resistencia de la DC y sectores del Frente Amplio. El problema es que es el único camino y no se divisan atajos o alternativas.

En el Frente Amplio, las cavilaciones y reflexiones sobre las elecciones en España no son de menor envergadura. Más allá de alguna tensión y conflictos internos por errores no forzados – como la visita del  diputado Boric y la diputada  Orsini a Palma Salamanca en Paris, o la anécdota de una foto del mismo diputado con la imagen de Jaime Guzmán asesinado – se manifiestan tensiones políticas por las definiciones ante la crisis venezolana y algunos traspiés parlamentarios que han restado el encanto inicial de la nueva agrupación que sorprendió en la pasada elección parlamentaria y presidencial bajo la imagen de Beatriz Sánchez. Por delante está el desafío de definición de su política de alianzas y la forma cómo piensan enfrentar los futuros desafíos electorales.

Como es evidente, no son pocas las interrogantes y desafíos que dejan las recientes elecciones españolas para la política chilena, guardando las debidas distancias y asumiendo las obvias diferencias entre ambos países y sus respectivos regímenes políticos.

El debate recién comienza para el oficialismo y la oposición. Y si bien, tal como lo ha señalado la senadora Isabel Allende, hoy no se divisa un equivalente a Pedro Sánchez en la política nacional, bien pudiera optarse por un Fulano, Zutano o Mengana (para no mencionar nombres) que puede asumir los mismos objetivos. La exigencia, nada menor, es que tenga la audacia, habilidad político y buena fortuna que permitió a Pedro Sánchez salir del frío y el ostracismo, en gloria y majestad.

Como algún consuelo se dirá que la derecha no tiene una solución fácil para su liderazgo futuro. Aunque su pragmatismo le juega a favor.

 

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