Así titulaba el Washington Post una columna de opinión para referirse a José Antonio Kast, el candidato de ultraderecha, conservador extremo en lo valórico y religioso, celoso defensor del legado del régimen militar (llegando a sostener que durante la dictadura “no se encerró a opositores políticos”) y que no dudaría en amnistiar a los condenados por crímenes de lesa humanidad encarcelados en Punta Peuco. Firme partidario del modelo neoliberal y fiel admirador de Donald Trump y Jair Bolsonaro, a quien visitó con regalos y elogios mayores.
Es el actual aspirante a La Moneda, que renunció a la UDI para formar el Partido Republicano y levantar reiteradamente su propia opción presidencial, derrotando ahora en primera vuelta al aspirante de Chile Vamos y recibiendo la resignada adhesión de toda la derecha. Así, es el abanderado de la UDI y de RN, incluida su denominada derecha social. Apoyado también por Evópoli, que se autodefine vertiente liberal y el misterioso PRI. Por supuesto ya es el candidato del gobierno, cuyos ministros explican que no pueden ser neutrales en esta crucial disyuntiva nacional.
“Lo que desconcierta – sostiene la columna del Washington Post – es que cierta derecha, que se autodefine como democrática y que quiso limpiar sus vínculos con el pinochetismo, hoy se saca sus máscaras y demuestra que el liberalismo no ha cambiado de piel”. Aquella derecha no duda en apoyar a JAK “con convicción”, resuelta a detener el populismo de izquierda, que representaría Gabriel Boric.
El programa de gobierno de JAK nació tan extremo como es su abanderado. Proponiendo originalmente eliminar el ministerio de la Mujer y el Instituto Nacional de Derechos Humanos(INDH). Militarizar la Araucanía. Expulsar a los inmigrantes y construir una zanja para detener a los intrusos ilegales. Salirse de la ONU y recuperar las propiedades cedidas por el estado chileno a dicho organismo. Bajar los impuestos para favorecer la reactivación de la economía. Ciertamente rechaza el matrimonio igualitario- recién aprobado por el Parlamento, como histórica reivindicación democrática- y el aborto por tres causales. Convocó antes a rechazar el proceso constituyente y apuesta ahora a frustrarlo, manteniendo la actual carta magna como resultado del plebiscito de salida
Hoy se ha visto obligado a borrar con el codo algunas de aquellas inspiraciones programáticas originales y aceptar correcciones de sus aliados, entre ellos economistas de derecha más que inquietos y algo espantados por la inviabilidad de sus aberraciones. Entre ellas, las muy demenciales de eliminar el ministerio de la mujer y el INHD. Presenta entonces una nueva oferta programática con correcciones algo civilizadas. Pero quedan las convicciones de JAK que son imborrables.
La columna del Washington Post señala que si el candidato ha logrado avanzar como nunca antes “ha sido gracias a la equidistancia de la mayoría de los medios de comunicación que no han llamado al fascismo por su nombre ni se han espantado, como sucedería en cualquier otro lugar, cuando Kast defiende y reitera su posición de negacionismo sobre los crímenes cometidos durante la dictadura”.
Ciertamente aquella postura editorial no registra cambios significativos en la línea de medios de comunicación que, más que “equidistantes”, actuaron como eficaces “cómplices pasivos” (y muchas veces activos) para negar las masivas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos en dictadura, calificando entonces las ejecuciones sumarias como “enfrentamientos” y negando durante largos años la existencia de detenidos desaparecidos. Apoyaron incondicionalmente el régimen militar y su proyección. Así como se jugaron por el Sí en el plebiscito de 1988, treinta y tres años después se pliegan a la candidatura de la ultraderecha.
Se trata de un largo historial que marca a buena parte de la derecha chilena. Durante los primeros años del régimen militar, Engelberto Frías, un ex parlamentario del entonces Partido Nacional, en una entrevista periodística, reconoció “algunos excesos” del régimen militar y frente a la pregunta del porqué no los denunciaba respondió “es que estábamos creciendo al 8 %”. En esa misma línea se reiterarían los gritos del silencio cómplice que mantuvo el gran empresariado frente a los crímenes de la dictadura y su apoyo irrestricto a Pinochet durante 17 años. Similar a su identificación con la derecha más dura y su apoyo actual a JAK. A riesgo que su eventual victoria haga ingobernable al país.
El fenómeno que representa JAK en Chile, se inscribe en un marco más global, con el resurgimiento de una derecha xenófoba, ultranacionalista, extremadamente conservadora en lo valórico, con profundas raíces en el integrismo religioso. Antiinmigración y negacionista del cambio climático. Apostando a imponer un orden autoritario, con palo largo y mano dura, sin respeto por los derechos humanos, la igualdad ni diversidad de género.
La lista es larga y la amenaza latente. Allí están Donald Trump, Jair Bolsonaro, Marine le Pen, Víctor Orbán, el Vox español. Y al final del planeta JAK.
Es hora de llamar al fascismo por su nombre. JAK representa algo más que el intento de restauración de un viejo orden que está agonizando en Chile y el mundo. Es la regresión a un pasado que nadie puede olvidar, con el serio riesgo de volver a repetirlo. Probablemente no en la forma de una dictadura militar, del todo inviable y que las propias FF.AA. rechazarían, pero sí con un gobierno autoritario que amenaza las conquistas sociales alcanzadas y frustrando las transformaciones que una amplia mayoría de la sociedad ha demandado. Entre ellas, la suerte futura del propio proceso constituyente.
En la disyuntiva que enfrenta el país el próximo 19 de diciembre no hay espacio para la ambigüedad, la equidistancia o el abstencionismo. O se está a favor de la democracia, los derechos humanos y los cambios sociales, incluida una nueva constitución redactada en democracia, o se favorece, por acción u omisión, al candidato que hoy representa el continuismo y la regresión.
3 comments
Excelente el artículo de Marcelo Contreras. La verdad pura y dura . El acomodo servil de la derecha «social » y de la que se definía como «liberal «.
Solo la falta de Educación Cívica hace que en nuestra Patria surjan personajes o candidatos de este tipo. Lo primero que hizo Piñera en su primer desgobierno fue eliminar esa asignatura y esas horas agregarlas a matemáticas. Por eso y más, este pueblo es analfabeto cívicamente hablando. Sobre todo en la parte rural, y en las grandes ciudades, como Santiago le lavan la cabeza con matinales, teleseries, y pura basura televisiva. Así el pueblo se adormece, no va a votar(no es obligación) y no ejerce su deber cívico porque no tiene idea qué es ese derecho.
Gracias por su temas, muy buenos y claros. Soy Profesor de Historia y me nutro de datos aquí
Tremendo trabajo