Grandes ausencias. Foro Económico Mundial 2019

por La Nueva Mirada

Por Eugenio Rivera Urrutia

Paradojalmente, el Foro Económico Mundial del 2019 en Davos se caracterizó por la ausencia de las principales figuras mundiales. Se manifestó entre los asistentes falta de entusiasmo y al mismo tiempo una amplia inquietud respecto de las perspectivas de la economía mundial, dejando en evidencia que incluso entre los promotores principales de la globalización existe la convicción de que sus frutos están muy mal repartidos.

Probablemente, la gran noticia del Foro en el presente año fue la ausencia del presidente de los Estados Unidos (que por buenas y malas razones había brillado en 2018), cada vez más complicado por su obsesión de construir un muro, el consecuente cierre por 34 días del gobierno, con graves costos para él, al subir los niveles de desaprobación ciudadana. Mientras avanza el trabajo del Comisionado Especial para la investigación sobre la intervención rusa en las elecciones estadounidenses y crecen los problemas originados por su guerra comercial con China.

No deja de llamar la atención que tres de los países más importantes en el impulso de la globalización no hayan podido asistir al evento, por los graves efectos que ella tiene en amplios grupos de ciudadanos. Tampoco asistió el probablemente principal protagonista actual del proceso de globalización: China y su líder Xi Jinping. Tampoco Putin.

Tampoco estuvo presente Theresa May, la primera ministra de Gran Bretaña, desvelada y sin una política clara para superar la crisis abierta por el referéndum ganado por los partidarios del Brexit. Del mismo modo no asistió el presidente de Francia, que sufre por muy bajos niveles de aprobación y las movilizaciones de los llamados “chaquetas amarillas”.

No deja de llamar la atención que tres de los países más importantes en el impulso de la globalización no hayan podido asistir al evento, por los graves efectos que ella tiene en amplios grupos de ciudadanos. Tampoco asistió el probablemente principal protagonista actual del proceso de globalización: China y su líder Xi Jinping. Tampoco Putin.

Ken Rogoff, profesor de economía de Harvard y asistente frecuente al evento no recuerda encuentros anteriores en que el debate estuviera tan apagado (https://www.theguardian.com/business/2019/jan/26/davos-2019-10-things-we-learned-at-the-world-economic-forum). Dicha constatación plantea al menos dos consideraciones. La primera una paradoja, que cuando la economía y la política internacional pasan por los momentos, probablemente más críticos desde la crisis financiera – económica de 2007 y 2008, la reunión no haya reflejado esa situación.

En su presentación, Klaus Schwab, director ejecutivo del Foro, sintetizó de manera concisa los principales problemas del mundo globalizado: “los desafíos asociados con la cuarta revolución industrial coinciden con la rápida emergencia de las restricciones ecológicas, el advenimiento de un orden internacional crecientemente multipolar y el aumento de la desigualdad”.

Ciertamente no es que no existiera una preocupación respecto de esos temas entre los asistentes. Al contrario, reinó en el evento una profunda inquietud respecto de las difíciles perspectivas de la economía internacional. Probablemente el Foro de Davos ha dejado de ser el lugar adecuado para debatir los grandes problemas.

Si bien los grandes millonarios siguen asistiendo, las autoridades políticas ya no lo hacen. Tanto porque enfrentan serias dificultades en sus países y en el evento no están representados quienes plantean los principales desafíos que hoy ganan protagonismo, en particular los precarios sectores medios que han perdido poder adquisitivo y caído en la estructura social. Tampoco está la ultraderecha que tiene como bandera el combate frontal a la globalización.

En este contexto, es sugerente un artículo en “EL País” señalando a «Davos, como un lugar en donde se junta gente muy inteligente para discutir cómo no hacer nada respecto de las desigualdades». Ello pese a que los organizadores del evento están desarrollando una interesante reflexión sobre la globalización.

De ahí que proponen distinguir dos conceptos: “globalización” y “globalismo”. Mientras el primero alude a un fenómeno impulsado por la tecnología y el movimiento de ideas, personas y bienes, “globalismo”, para Schwab, es una ideología que prioriza el orden neoliberal global sobre los intereses nacionales, concluyendo que si bien vivimos en un mundo globalizado, que las políticas deban ser globalistas es altamente debatible.

En su presentación, Klaus Schwab, director ejecutivo del Foro, sintetizó de manera concisa los principales problemas del mundo globalizado: “los desafíos asociados con la cuarta revolución industrial coinciden con la rápida emergencia de las restricciones ecológicas, el advenimiento de un orden internacional crecientemente multipolar y el aumento de la desigualdad”.

Es la desigualdad probablemente el fenómeno más crítico que pone en cuestión el orden. Según Schawab las transformaciones tecnológicas están contribuyendo a ello porque además de que los mercados abiertos y la mayor competencia producen ganadores y perdedores, la globalización está teniendo efectos severos en la desigualdad. La brecha que divide al precariado y a los privilegiados se ve reforzada por modelos de negocio propios de la cuarta revolución industrial, que genera rentas para el capital y la propiedad intelectual. Esta situación es crucial según Schwab para explicar buena parte de las tensiones políticas que viven varios de los principales países del mundo.

En este contexto, los organizadores de Davos se hacen eco de los graves problemas del mundo y reconocen la necesidad de dar un giro a la dirección que ha mostrado el fenómeno de la globalización.

De ahí que proponen distinguir dos conceptos: “globalización” y “globalismo”. Mientras el primero alude a un fenómeno impulsado por la tecnología y el movimiento de ideas, personas y bienes, “globalismo”, para Schwab, es una ideología que prioriza el orden neoliberal global sobre los intereses nacionales, concluyendo que si bien vivimos en un mundo globalizado, que las políticas deban ser globalistas es altamente debatible.

Se trata de un tema difícil de plantear en un evento donde la mayoría de los participantes serían los principales afectados por los sistemas tributarios que necesitamos para una mayor igualdad, que también incidiría positivamente en un mayor crecimiento.

Sin embargo, Schwab no saca las conclusiones relevantes, en particular las relativas a cómo lograr una economía más inclusiva. Sin duda, es imposible avanzar en una mayor igualdad sin transformaciones relevantes en el campo tributario. Se trata de un tema difícil de plantear en un evento donde la mayoría de los participantes serían los principales afectados por los sistemas tributarios que necesitamos para una mayor igualdad, que también incidiría positivamente en un mayor crecimiento.

Nuestro país se ubica entre los países más desiguales del mundo. Pese a ello el mundo empresarial continúa insistiendo en que se bajen los impuestos a los más ricos, con el argumento de que así se crearán más puestos de trabajo. Ello pese a su baja carga tributaria en comparación con los países desarrollados. En este contexto, resulta difícil pensar en posibilidades efectivas de acuerdos nacionales.

También te puede interesar