Historias Desobedientes

por La Nueva Mirada

Contrastando con la ciega defensa que realizan familiares de criminales de lesa humanidad ha surgido, primero en Argentina y más recientemente en Chile, una nueva voz indispensable para completar el complejo escenario histórico heredado de las dictaduras genocidas en nuestros países. Son principalmente hijas y familiares cercanos de torturadores que optan por asumir un trauma heredado, como generación diezmada. Asumiendo como bandera definitoria “el silencio nunca más”.

La búsqueda de verdad y justicia, poco espacio había existido para el surgimiento de estas voces desobedientes que descargan el peso de familiares responsables de torturas y desaparición de miles de personas.

Han emergido como una reacción ética que exige de gran valentía, no exenta de costos dolorosos, pero finalmente liberadora. Han optado por lo que consideran el único camino posible para poder mirar a los ojos, sin negar ni perdonar.

Es un movimiento en proceso de crecimiento que rompe esquemas, desafiando la comprensión ciudadana influida por acomodos históricos y negacionismo del horror que cobija la impunidad. Rompe con el mito de la transmisión de una culpa que no es propia. No están dispuestos a transfomarse en cómplices, pero tampoco se asumen como víctimas y marcan, con respeto, la diferencia con los familiares de los reprimidos.

Es un movimiento en proceso de crecimiento que rompe esquemas, desafiando la comprensión ciudadana influida por acomodos históricos y negacionismo del horror que cobija la impunidad.

El libro “Escritos desobedientes”, presentado primero en Argentina y Francia, ha sido motivo de encuentros en los espacios de memoria en Villa Grimaldi y Londres 38 en Santiago, se va transformando en carta de presentación de esta emergente agrupación de jóvenes chilena(o)s que se hizo presente en los recientes actos conmemorativos del 11 de septiembre.

Se trata de un relevante episodio en la construcción de nuestra historia reciente que se abre espacio por la acción resuelta de grupos de jóvenes y no tan jóvenes que han vivido, en silencio, un drama heredado del que no son sus responsables. Ello se reflejó en el lienzo desplegado en semanas pasadas en la Alameda de nuestra capital “Fin a los pactos de silencio/No a la impunidad”.

Se trata de un relevante episodio en la construcción de nuestra historia reciente que se abre espacio por la acción resuelta de grupos de jóvenes y no tan jóvenes que han vivido, en silencio, un drama heredado del que no son sus responsables.

En la introducción de “Escritos Desobedientes” se lee: Decidimos hacer públicos nuestros escritos, convencides de que pueden ser un aporte a la memoria colectiva y a la construcción de un país más justo y solidario, sin ataduras ni condicionamientos. Consideramos que es preciso el trabajo mancomunado, no solamente desde nuestro hacer cotidiano a través de la desobediencia personal y familiar –que existían previamente a la conformación de Historias Desobedientes–, sino también por medio de la expresión colectiva que hace posible la escritura. En efecto, creemos que nuestros relatos pueden ayudar a desentrañar y develar aquello que todavía está oculto en tantes otres. “Al silencio nunca más”, es nuestro grito colectivo.

Una de las jóvenes chilenas que participa activamente en esta iniciativa colectiva es Verónica Estay, sobrina de Miguel Estay Reyno, “El Fanta”, condenado por crímenes de lesa humanidad y participante directo del horror del “Caso Degollados”. Ella ha señalado, con claridad, los límites y potencialidades del emergente movimiento que desafía los pactos de silencio y la justificación de las omisiones. Las historias de los desobedientes son todas diferentes, hay algunos que a veces no pueden aportar en juicios, pero se comprometen con su presencia, en buscar la verdad. Al mismo tiempo Verónica es contundente al sostener que no se pueden justificar crímenes de lesa humanidad, ni defenderlos. Sostiene que el negacionismo debiera considerarse un delito, ajustándose a las normas éticas de la sociedad y de las organizaciones de derechos humanos,

Decidimos hacer públicos nuestros escritos, convencides de que pueden ser un aporte a la memoria colectiva y a la construcción de un país más justo y solidario, sin ataduras ni condicionamientos. Consideramos que es preciso el trabajo mancomunado, no solamente desde nuestro hacer cotidiano a través de la desobediencia personal y familiar –que existían previamente a la conformación de Historias Desobedientes–, sino también por medio de la expresión colectiva que hace posible la escritura. En efecto, creemos que nuestros relatos pueden ayudar a desentrañar y develar aquello que todavía está oculto en tantes otres. “Al silencio nunca más”, es nuestro grito colectivo.

A continuación reproducimos la entrevista realizada en TV “Escala en París” (Radio Francia Internacional) por Claudio Moro a Verónica Estay.

Sostiene que el negacionismo debiera considerarse un delito, ajustándose a las normas éticas de la sociedad y de las organizaciones de derechos humanos

También te puede interesar

Deja un comentario