El fujimorismo pasa por su peor momento luego que un juez anuló el indulto concedido por el ex Presidente Pedro Pablo Kuczynski, en atención de razones humanitarias a Alberto Fujimori. Aquel favor fue leído como la “vuelta de mano” del tambaleante Kuczynski, al respaldo otorgado, en su peor momento, por Kenji Fujimori, al mando de un grupo de parlamentarios disidentes del movimiento que encabeza su hermana Keiko.
Para mal de males, la heredera natural de Fujimori, Keiko – dos veces candidata a la presidencia, que perdió por estrechos márgenes frente a Ollanta Humala y luego ante Kuczynski – fue arrestada, tras imputación judicial por los dineros recibidos de la constructora Odebrecht para su campaña electoral del año 2011. El juez Richard Concepción ordenó la detención de otras 19 personas vinculadas al fujimorismo. Entre ellas los ex ministros Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya.
Como si todo lo anterior no bastara para la mediática familia, el congreso peruano decidió suspender a Kenji Fujimori, mientras se le investiga por el escándalo de compra de votos para salvar a Kuczynski. Con el hijo menor de Fujimori, quedaron suspendidos otros dos congresistas fujimoristas disidentes- Guillermo Bocángek y Bienvenido Ramírez- involucrados en una corrupta negociación, como lo registra un video grabado con cámara escondida por Moisés Mamani, diputado fujimorista.
Para mal de males, la heredera natural de Fujimori, Keiko – dos veces candidata a la presidencia, que perdió por estrechos márgenes frente a Ollanta Humala y luego ante Kuczynski – fue arrestada, tras imputación judicial por los dineros recibidos de la constructora Odebrecht para su campaña electoral del año 2011. El juez Richard Concepción ordenó la detención de otras 19 personas vinculadas al fujimorismo. Entre ellas los ex ministros Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya.
Sin exagerar, una tormenta perfecta para el anciano ex mandatario. Algo parecido para su hija Keiko que, pese a sumar una amplia mayoría en el parlamento, consiguió uno de los peores resultados en las recientes elecciones municipales y de gobernadores regionales, no eligiendo ningún gobernador, tan solo tres alcaldías provinciales y 47 distritales.
El índice de popularidad de Keiko Fujimori ha llegado a su nivel más bajo, a partir de la dura oposición de su bancada parlamentaria al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y al actual, presidido por Martín Vizcarra, quién, pese a no contar con una representación parlamentaria propia (es independiente), ha venido subiendo en las encuestas en razón de su decidida política en contra de la corrupción y sus esfuerzos por impulsar reformas políticas ampliamente demandadas por la opinión pública.
El enfrentamiento del Vizcarra con la mayoría fujimorista en el parlamento
Recientemente el mandatario peruano ha convocado a un referéndum para el próximo 9 de diciembre sobre cuatro reformas con el objetivo de combatir la corrupción. Considera: el cambio de la conformación y funciones de la Junta Nacional de la Justicia, envuelta en un escándalo de corrupción; la regulación del financiamiento de organizaciones políticas; la bicameralidad del Congreso y la no reelección inmediata de los parlamentarios.
La consulta refiere a reformas aprobadas en el parlamento con los votos del fujimorismo, pero con modificaciones que llevaron a que Vizcarra sostuviera que se han desnaturalizado, en particular la de volver al sistema bicameral, llamando a su no aprobación.
El parlamento eliminó la facultad presidencial de disolver el Congreso y convocar a nuevas elecciones, en caso de dos censuras parlamentarias al gabinete ministerial en un mismo mandato. Una poderosa herramienta de presión que Vizcarra ha usado hasta ahora para viabilizar su agenda de reformas, además de la eliminación de la clausula que obliga a la paridad de género en las listas de candidatos al parlamento.
Los resultados de los recientes comicios regionales y municipales no tan sólo muestran una bajísima representación femenina sino también muy malos resultados para los partidos o movimientos nacionales como Fuerza Popular de Keiko Fujimori, el Partido por el Kambio (PPK), la izquierda o el APRA, favoreciendo agrupaciones políticas de nivel local o regional, evidenciando la precariedad política del país.
El índice de popularidad de Keiko Fujimori ha llegado a su nivel más bajo, a partir de la dura oposición de su bancada parlamentaria al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y al actual, presidido por Martín Vizcarra, quién, pese a no contar con una representación parlamentaria propia (es independiente), ha venido subiendo en las encuestas en razón de su decidida política en contra de la corrupción y sus esfuerzos por impulsar reformas políticas ampliamente demandadas por la opinión pública.
Al igual que la mayoría de los países de la región, Perú vive una crisis detonada por escándalos de corrupción, que involucran a sus últimos cinco mandatarios y las principales agrupaciones políticas, además de la magistratura. Es el complejo escenario que desafía al débil gobierno de Vizcarra, que hace frente a la fuerte resistencia del fujimorismo.
Aprovechando su mayoría parlamentaria, el fujimorismo acaba de aprobar una ley exprés para permitir que los mayores de 65 años puedan cumplir sus condenas con arresto domiciliario, con un brazalete electrónico. Sin lugar a dudas esa ley tiene un claro destinatario en la persona del ex mandatario Alberto Fujimori, pero también favorecería al ex ministro Vladimiro Montesinos y numerosos políticos involucrados en casos de corrupción y violaciones a los derechos humanos en ese país.
De igual manera la mayoría parlamentaria en manos del fujimorismo, junto al partido aprista de Alan García, acaba de archivar en la Comisión permanente de la Cámara, una de las acusaciones de corrupción que pesan en contra del fiscal nacional de la Nación, Pedro Chavarry, presuntamente involucrado en la trama de corrupción conocida como Cuellos blancos del Puerto, en referencia al tribunal del Callao, que negociaba sentencias con personas acusadas de delitos de narcotráfico.
Keiko Fujimori no ha dudado en atribuir su detención y la de sus más estrechos colaboradores, así como la anulación del indulto a su padre, a una verdadera trama para truncar su proyecto político: “el fujimorismo es un sentimiento que crece en la adversidad” ha afirmado desde su lugar de reclusión.
Al igual que la mayoría de los países de la región, Perú vive una crisis detonada por escándalos de corrupción, que involucran a sus últimos cinco mandatarios y las principales agrupaciones políticas,además de la magistratura. Es el complejo escenario que desafía al débil gobierno de Vizcarra, que hace frente a la fuerte resistencia del fujimorismo.
Desde luego resulta aventurado afirmar que el fujimorismo ha muerto, teniendo a la vista los fieles seguidores que recuerdan que Alberto Fujimori no tan sólo venció a Sendero Luminoso – el grupo subversivo que sembró el terror en ese país – ordenó la economía y gobernó con mano dura ese país. Keiko Fujimori y su movimiento son prueba de la resilencia del fujimorismo, que hoy parece entrar en una zona de declive.
El problema es que hoy no se divisa una alternativa política a dicho movimiento. Ollanta Humala ganó por escaso margen a Keiko Fujimori con el apoyo de sectores de derecha, centro e izquierda (la opción entre el cáncer y el Sida a la que se refiriera Vergas Llosa), para terminar su mandato con graves acusaciones de corrupción. Pedro Pablo Kuczynski no tuvo más suerte y debió renunciar para evitar su destitución por delitos de corrupción vinculados con la constructora brasileña Odebrecht. Vizcarra depende de la buena voluntad del parlamento para culminar su mandato y no es probable que deje sucesión, generando una gran incertidumbre acerca del futuro político del país.
Un problema similar al que enfrenten varias de las democracias en la región.