La guerra de los cincuenta años. Por Andrés Palma (Parte II)

por La Nueva Mirada

¿Tenemos alternativas a continuar la guerra de Nixon contra las drogas? Al parecer es así. Presento diez propuestas de corto, mediano y largo plazo que no son continuar la guerra y que han sido exitosas en resolver el verdadero problema.

En contraposición a la ya descrita propuesta de Nixon, hay numerosas experiencias que han sido exitosas en reducir los efectos negativos del consumo de drogas, ninguna de ellas basada en la guerra.

En varias ocasiones me he referido al tema con propuestas alternativas. Creo necesario reiterar esas propuestas sabiendo que el camino es complejo, pero que hoy día hay candidates presidenciales que muestran apertura en relación a ello.

Previamente cabe recordar que el narcotráfico es lo que en economía se denomina “industria” y que como tal tiene redes de proveedores y de distribución, en la que hay competencia y colusión, ramificaciones internacionales y nacionales en diferentes esferas, y es muy rentable, bastante más que muchas industrias legales. También que esa industria va tomando control del territorio donde opera, a través de clubes deportivos, dirigentes sociales vecinales y otras organizaciones que la ven como fuente de ingresos y seguridad.

Las propuestas son las siguientes:

Primero: Diferenciar y definir políticas diferentes respecto del el consumo, las personas adictas y los narcotraficantes.

Uno de los principales problemas de las políticas seguidas hasta ahora es que no se distingue estas categorías, aunque la ley lo hace en teoría, pero en la práctica la distinción de la ley resulta tan sutil que queda a juicio del policía el catalogar o no al consumidor que porta droga para sí, del narcotraficante.

Segundo: Abordar una política sostenida y eficaz de prevención del consumo de drogas, lícitas o ilícitas.

Las políticas desarrolladas hasta ahora han sido intermitentes, descontextualizadas y desfocalizadas; centradas en la negación. Si se quiere prevenir, se debe realizar programas permanentes, enfocados en los distintos grupos de riesgo, y con un enfoque de acompañamiento positivo. La experiencia de Islandia, con un enfoque comunitario del trabajo infanto juvenil resultaría replicable, si se tuviera disposición a destinar los recursos correspondientes.

Tercero: Despenalizar el consumo.

La despenalización efectiva del consumo tiene varias ventajas. La primera es enfocar los recursos de investigación y persecución criminal en lo que efectivamente importa, pero también permite que los consumidores transparenten su comportamiento, y que los adictos puedan ser identificados y atendidos.

Cuarto: Tratar a los adictos como enfermos y no como delincuentes.

Esto es necesario de atender, tanto en término de recursos como en términos de persecución criminal, dado que un problema frecuente es que el adicto termina cometiendo delitos para financiar su dependencia. Una opción interesante es que se provea la droga, al mismo tiempo que se trabaja su rehabilitación.

Quinto: Perseguir el narcotráfico entendiendo que es una industria ilegal.

El principal problema de las industrias ilegales es legalizar sus flujos de ingresos y gastos. El trabajo de la Unidad de Análisis Financiero resulta fundamental para identificar estos procesos, y para perseguirlos, para lo que resulta indispensable que la UAF y el SII tengan acceso a los saldos de las cuentas corrientes. Sin embargo, esto siempre será insuficiente. Simultáneamente se debe legislar en perfeccionar la delación compensada, los regímenes penitenciarios y otras materias similares.

Sexto: Limitar más el acceso ciudadano a armas, y perseguir efectivamente las armas ilegales.

El narcotráfico es una industria armada, y se abastece de armas por medios legales e ilegales, y utiliza su poder de fuego para controlar territorios. Por ello debe perfeccionarse o utilizarse a cabalidad las normas de control de armas, simultáneamente se debe limitar las nuevas autorizaciones a posesión de armas a casos muy excepcionales e implementar una política de recuperación de armas autorizadas y no autorizadas, mediante incentivos, si es necesario.

Séptimo: Avanzar a que una poderosa industria ilegal, sea una industria regulada.

La industria ilegal, cuando es rentable, como es el caso de esta industria, siempre genera mayores males sociales como corrupción creciente, incremento en la criminalidad y la consecuente sensación de inseguridad que solo beneficia la industria de la seguridad (que siempre se opone a estas regulaciones), destrucción de las estructuras sociales de base, e incremento de la desconfianza, entre otros.

Octavo: Restablecer las redes comunitarias.

Las redes sociales, humanas, los amigos, la familia, la comunidad, son las formas más eficientes de prevenir los comportamientos asociales, como la narco – dependencia, y antisociales, como el narcotráfico. Restablecer las redes antes importantes, como las juntas de vecinos; y establecer nuevas, permitirá neutralizar los efectos nocivos de la delincuencia y de la dependencia, evitará la proliferación del control territorial por las mafias asociadas a actividades ilegales, y aumentará los niveles de felicidad y empatía.

Noveno: Un cambio radical en la educación primaria

Debe reforzarse el rol de la o del profesor jefe de curso en la educación primaria, cuando el niño necesita un elemento de seguridad en su desarrollo. El profesor o la profesora jefe debiera serlo durante todo el ciclo de la educación primaria, y debiera tener la tarea de entregar la primera hora de clase todos los días, para recibir a los niños y acompañarlos en su desarrollo. Ese o esa profesora podrá percibir los cambios en los niños, saber de sus ánimos y advertir sus ausentismos y patrones proclives a comportamientos asociales, y prevenirlos o pedir ayuda para hacerlo.

Décimo: Hacer ciudades amables

La ciudad segregada es otra forma de generar comportamientos sociales indeseados, por ello debe trabajarse para que la ciudad vuelva a ser un espacio amable, en las áreas públicas, el transporte y los servicios sociales, incluida la seguridad. Los recursos de la ciudad deben distribuirse de manera que no haya segmentos diferenciados en cada una de estas áreas, poniendo más en donde hay menos, muy distinto a lo que ocurre hoy.

Estas diez medidas cambiarían la manera de abordar este grave problema. Es cierto que no tendrían gran efecto en el corto plazo, pero permitirían avanzar decididamente a recuperar la convivencia, tanto en el barrio, como en la ciudad y el país.

Valga recordar que el presidente que proclamó la guerra a las drogas, Richard Nixon, debió dimitir por haber complotado contra sus rivales políticos y mentido ante su pueblo, y tuvo determinante incidencia en el término de la democracia en nuestro país. Sin embargo, al poner fin a la guerra de Vietnam y al dar los pasos para reconocer a China como potencia que debía integrar el Consejo de seguridad de Naciones Unidas, hizo un cambio estratégico que contribuyó a cambiar el orden mundial.

Si llevamos cincuenta años perdiendo la guerra, bueno sería cambiar de estrategia.

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