La memoria cruza generaciones

por La Nueva Mirada

De las numerosas actividades vinculadas a la memoria histórica de septiembre en nuestro país destacaron las realizadas en la Universidad de Chile. Entre ellas la efectuada en la antigua sede de la Facultad de Economía Política de esa casa de estudios, ubicada entonces en República 517, clausurada por la dictadura cívico militar, transformada en cuartel central de la CNI hasta fines de su existencia y actualmente sede de la Universidad de Los Lagos.

En el lugar, la Corporación Memorial de Economía de la Universidad de Chile, presidida por Cecilia Pallamar, con la participación del entonces decano Roberto Pizarro, familiares de los 21 estudiantes asesinados y detenidos desaparecidos entre 1973 y 1990, y la asistencia numerosa de ex alumnos y profesores de la antigua facultad, inauguró un Sitio de Memoria. En el acto también hizo uso de la palabra la actual presidenta del Centro de Estudiantes de Ingeniería Comercial de la Universidad de Chile, Beatrice Allamand y se escuchó una emotiva canción con letra de Sergio Bravo, ex alumno de la antigua facultad.

El día siguiente, en la actual sede de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, se realizó un nuevo acto en el lugar donde se encuentra el monumento en memoria de las víctimas de la dictadura, agregándose los nombres de Ricardo Lagos Salinas, Sergio Montecinos Alfaro y Álvaro Vallejos Villagrán, además de los entonces estudiantes de Ciencias Políticas y Administrativas, Octavio Bottiger y José Flores Garrido. En el emotivo encuentro destacaron las palabras dirigidas a los presentes por la joven dirigente estudiantil Beatrice Allamand y por Odette Magnet, reconocida periodista y hermana de una de las víctimas recordadas, María Cecilia Magnet, ex estudiante de la Facultad de Economía, detenida y desaparecida en Buenos Aires desde el 16 de julio de 1976.

Palabras de Beatrice Allamand

Hola a todas y todos, gracias por acompañarnos en esta ceremonia en memoria de estudiantes, profesores, funcionarias y funcionarios de nuestra antigua facultad, que dieron la vida luchando por un país más justo.

Ayer inauguramos un sitio de Memoria en República 517, ex sede de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Poco después de que la Facultad de Economía Industrial y Comercio fuera creada, en 1934, esta se instaló en República 517. Y ahí perduró……. hasta que en el año 1972 se realiza un plebiscito, convocado y votado triestamentalmente, que oficializa la división de la facultad en dos. Los estudiantes contrarios al proyecto de la Unidad Popular se retirarían de la Sede y se crearía una nueva Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas en Diagonal Paraguay 257, aquí. Quienes estaban por las transformaciones que seguía el país, y la gran mayoría del plantel universitario, se quedaría en su sede, y formaría la recordada Facultad de Economía Política.

En la Facultad de Economía Política se continuaría y consolidaría el avance histórico de nuestra disciplina en Chile. La apuesta de aquella facultad fue la de producir economistas y administradores capaces de entender la realidad y transformarla. En esta facultad se impartían asignaturas como Sociología, Ciencias Políticas, Planificación Regional, Contabilidad Nacional, Planificación Agraria, Análisis Económico e Historia del Cooperativismo, sustentando la teoría social y perfilando la ingeniería comercial como partícipe del cambio social. Esta facultad sostendría el antiguo CESO (Centro de Estudios Socioeconómicos) una de las experiencias icónicas de trabajo intelectual y construcción de pensamiento crítico en Latinoamérica.

En la Facultad de Economía Política se continuaría y consolidaría el avance histórico de nuestra disciplina en Chile. La apuesta de aquella facultad fue la de producir economistas y administradores capaces de entender la realidad y transformarla.

Pero este proyecto de facultad fue violentamente truncado con el golpe de estado. Se allanó la facultad, se congeló la matrícula de los estudiantes, se clausuró el CESO, y finalmente se ocupó la sede como centro de operaciones de la CNI.

Ayer, me pareció interesante ofrecer la reflexión en ese espacio de ¿Qué es hoy la Facultad de Economía y Negocios? Que nos queda de ese pasado y si acaso, siquiera, este es relevante.

Se allanó la facultad, se congeló la matrícula de los estudiantes, se clausuró el CESO, y finalmente se ocupó la sede como centro de operaciones de la CNI.

Nuestra facultad es una de las más lujosas de la universidad de Chile, contamos con gimnasio, canchas, salas muy bien acondicionadas. El contraste es tremendo con facultades precarizadas de nuestra universidad, como las carreras de Artes, Educación de párvulos, incluso FAU aquí al lado. Esto se explica por el auto-financiamiento de la U de Chile. Las facultades deben financiarse a través de la venta de servicios. Para nuestra facultad es más o menos simple producir un servicio bien valorado en el mercado (auditorías, encuestas, investigaciones, etc), claramente para carreras menos serviles a las empresas es un poco más difícil.

Tenemos una biblioteca de cuatro pisos de nombre Andrónico Luksic, con un museo de homenaje a la historia de este empresario. Nuestras salas y auditorios llevan por nombre Price waterhouse, Rosen, Coca-cola. Nuestro edificio principal se llama Hall Corpbanca. Dentro de nuestra facultad hay dos bancos: Santander y Banco de Chile. Nuestras carreras están diseñadas para darnos competencias orientadas al mercado laboral, serviles a las empresas.

Siguiendo con la descripción de nuestras condiciones, tenemos una biblioteca de cuatro pisos de nombre Andrónico Luksic, con un museo de homenaje a la historia de este empresario. Nuestras salas y auditorios llevan por nombre Price waterhouse, Rosen, Coca-cola. Nuestro edificio principal se llama Hall Corpbanca. Dentro de nuestra facultad hay dos bancos: Santander y Banco de Chile. Nuestras carreras están diseñadas para darnos competencias orientadas al mercado laboral, serviles a las empresas. Es tan cotidiana la presencia del mercado en nuestra educación que la historia pasa desapercibida. Es tan cotidiana que es imposible vislumbrar que otra universidad u otra formación es posible. Es extraño pensar que nuestras profesiones puedan ser útiles a algo más allá de nosotros mismos y nuestras familias.

Es extraño pensar que nuestras profesiones puedan ser útiles a algo más allá de nosotros mismos y nuestras familias.

Pero en nuestra facultad somos cientos quienes entramos con la convicción de que nuestras disciplinas pueden y deben estar al servicio de las necesidades sociales.

Los intereses que, dada la correlación de fuerzas actual, determinan el estado de la facultad nos podrán hacer parecer locos con estas aspiraciones, pero tenemos la historia de nuestro lado.

Pero en nuestra facultad somos cientos quienes entramos con la convicción de que nuestras disciplinas pueden y deben estar al servicio de las necesidades sociales.

Aquí donde estamos, en el patio de nuestra facultad, y enfrentando valientemente el frontis de la biblioteca Andrónico Luksic, nos encontramos con un sitio de memoria.  Nuestro memorial, recuerda los nombres de aquellos compañeros y funcionarios que creían que nuestros conocimientos y nuestras profesiones podían y debían ser puestas al servicio de algo mayor que nuestro propio beneficio. Estos compañeros, al igual que nosotros, querían ser un aporte a Chile. Los guardamos en la memoria, pero no solo eso, sino que disponemos nuestra juventud al servicio de las luchas que ellos no pudieron ver resolver.

Aquí donde estamos, en el patio de nuestra facultad, y enfrentando valientemente el frontis de la biblioteca Andrónico Luksic, nos encontramos con un sitio de memoria.

Su ejemplo nos da la razón. Nos da energía día a día para seguir creyendo que, aunque a veces no veamos un horizonte claro, aun que a veces no parezca haber alternativa, han sido muchos quienes, antes de nosotros, han dado la vida luchando. Han sido muchos quienes, antes de nosotros, han hecho lo imposible por transformar nuestras carreras y ponerlas a disposición del pueblo.

Han sido muchos quienes, antes de nosotros, han hecho lo imposible por transformar nuestras carreras y ponerlas a disposición del pueblo.

No podemos más que agradecer todos los días contar con ese ejemplo, que desafía la competencia, el individualismo y la apatía que permea en nosotros nuestra formación por los medios que sea.

Por último, no podemos quedarnos tranquilas ni tranquilos recordando, o aprendiendo nuestra historia, porque tenemos una tarea. Y nuestra tarea es tremenda porque es mucho lo que se ha retrocedido. El neoliberalismo ha transformado la ciencia económica en un instrumento feroz que no hace más que justificar la desigualdad y la injusticia. Les permite a economistas decir que es anti-eficiencia trabajar 40 horas a la semana porque eso disminuirá la productividad, o aumentará el desempleo, sin prueba alguna. Han convertido las ciencias administrativas en conocimiento sobre cómo mejorar las utilidades de los dueños, reduciendo sus costos, pero ¿Cuándo hablamos de mejorar la vida de los trabajadores? La ciencia administrativa le permite a un gerente justificar que está bien reducir personal para mejorar los beneficios de los accionistas, sin pensar en la salud mental o en las familias de aquellos que quedan sin trabajo. Le permite a un empresario preferir contratar hombres que mujeres, porque nosotras nos embarazamos y eso no es productivo.

El neoliberalismo ha transformado la ciencia económica en un instrumento feroz que no hace más que justificar la desigualdad y la injusticia.

Poner ciencias como estas al servicio de la sociedad parece imposible. Nuestra tarea es tremenda, pero es igual de necesaria que lo fuera para nuestros compañeros en los 70. Urgen profesionales capaces de entender los problemas del pueblo, dispuestos a poner sus conocimientos y habilidades a disposición de la construcción de una nueva sociedad. Nuestro mejor homenaje a las y los caídos y a la memoria de la facultad de economía política, es relevar su tarea, seguir luchando por generar y disponer de conocimiento al servicio de las necesidades de nuestra aún injusta y doliente sociedad.

Poner ciencias como estas al servicio de la sociedad parece imposible. Nuestra tarea es tremenda, pero es igual de necesaria que lo fuera para nuestros compañeros en los 70.

Palabras de Odette Magnet

Me han pedido que diga unas palabras hoy. Mi primera reflexión fue que debía declinar la invitación. Si ya lo he dicho todo, está todo en Internet, mis columnas, mis presentaciones, mis cartas, pensé. Pero estoy acá porque también es cierto que el todo nunca será suficiente si tenemos como punto de llegada el Nunca Más. Porque a las familias de los detenidos desaparecidos -donde quiera que se encuentren- lo único que nos queda como herramientas eficaces son la voz clara, la memoria fresca y el amor porfiado.

Con el solo dolor no basta. Además, lo que no es poco, se debe tener la voluntad de saber y el coraje de recordar. El ejercicio siempre duele aunque lo hayamos hecho mil veces, el gesto de retomar es valioso y valiente, y constituye la forma más noble de honrar los nombres y las vidas de nuestros caídos.

Pero estoy acá porque también es cierto que el todo nunca será suficiente si tenemos como punto de llegada el Nunca Más. Porque a las familias de los detenidos desaparecidos -donde quiera que se encuentren- lo único que nos queda como herramientas eficaces son la voz clara, la memoria fresca y el amor porfiado.

Aunque parezca increíble, no son pocos los que aún se resisten, los que se niegan a creer. O hay otros que aún sólo entienden la realidad de los detenidos-desaparecidos como “un drama familiar”, y no de país. Entonces no tenemos opción y debemos volver a contar, a escribir, una y otra vez, con el riesgo de que nos acusen de habernos quedado “pegados en el tema”. Pero hay un riesgo mucho más grave, porque, como tan lúcidamente dijo Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, “lo que no se juzga se repite”.

O hay otros que aún sólo entienden la realidad de los detenidos-desaparecidos como “un drama familiar”, y no de país.


Mi hermana María Cecilia, socióloga, ex estudiante de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, y su marido, Guillermo Tamburini, médico argentino, fueron secuestrados del departamento de la calle Córdoba 3386, cuarto piso, en Buenos Aires, en la madrugada del 16 de julio de 1976. Ella tenía 27 años. El, 32.


Mi hermana María Cecilia, socióloga, ex estudiante de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, y su marido, Guillermo Tamburini, médico argentino, fueron secuestrados del departamento de la calle Córdoba 3386, cuarto piso, en Buenos Aires, en la madrugada del 16 de julio de 1976. Ella tenía 27 años. El, 32.

Tuvieron que pasar 40 años para que pudiéramos aproximarnos a algo parecido a la verdad y la justicia. El 27 de mayo de 2016, al cierre del juicio Plan Cóndor, Humberto José Román Lobaiza (de 89 años) y Felipe Jorge Alespeiti (de 87), fueron los únicos dos imputados en el secuestro y desaparición de mi hermana. El primero fue condenado a 18 años de presidio y, el segundo, a doce.

Tuvieron que pasar 40 años para que pudiéramos aproximarnos a algo parecido a la verdad y la justicia.

Ambos ya cumplían arresto domiciliario por otros crímenes de lesa humanidad y ninguno de los dos, claro, reconoció nunca responsabilidad alguna.
Humberto Lobaiza era -para la fecha del secuestro – coronel de ejército. Se jubiló en 1980.

Felipe Alespeiti fue juzgado en el año 2009 por 107 secuestros y desapariciones. En julio de 1976 era teniente coronel de ejército, jefe del Regimiento de Infantería I Patricio y, como tal, jefe del Area II de la subzona Capital Federal. Se retiró del ejército argentino en mayo de 1977. Murió en julio pasado.

Mis padres también murieron, con la clásica pregunta anidada en el alma, que retumbó siempre con la misma fuerza. ¿Dónde están? Yo me niego a correr la misma suerte. La respuesta a esa pregunta me persigue todos los días con un eco ensordecedor.

En esta búsqueda, qué duda cabe, hemos sido majaderos. Lo hemos repetido hasta el cansancio: la herida no cierra. No cierra por decreto ni con indulto. No cierra con un punto final ni con el olvido. No cierra. Ni siquiera con solo desearlo. Paradojalmente, es esa herida la que nos une, en ella nos reconocemos.

En esta búsqueda, qué duda cabe, hemos sido majaderos. Lo hemos repetido hasta el cansancio: la herida no cierra. No cierra por decreto ni con indulto. No cierra con un punto final ni con el olvido. No cierra. Ni siquiera con solo desearlo. Paradojalmente, es esa herida la que nos une, en ella nos reconocemos.

Pese a las décadas transcurridas, las réplicas de tanto sufrimiento acumulado aún se sienten en cada país. En Chile, el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura ha incomodado, con bemoles, siempre a los gobiernos de turno. Un asunto complejo, como se dice ahora, que huele a conflicto, difícil de abordar y resolver. Con cada día que pasa, va cayendo en el ranking nacional, rayando en la invisibilidad. No somos pocos los que nos hemos sentido solitarios en nuestra causa, en nuestra pérdida irreparable.

Con cada día que pasa, va cayendo en el ranking nacional, rayando en la invisibilidad.

Las frustraciones también se acumulan. Las mesas de diálogo que fueron un engaño, las comisiones que no arrojaron los resultados esperados, las cárceles especiales para los militares condenados, los expedientes que languidecen en los tribunales y se sobreseen por inercia. Cuando el dolor no se expulsa como la leche agria, la mirada se vuelve opaca y la boca amarga. Nada bueno puede salir del abrazo sin cerrar, la plegaria ignorada, el duelo prohibido.

Cuando el dolor no se expulsa como la leche agria, la mirada se vuelve opaca y la boca amarga. Nada bueno puede salir del abrazo sin cerrar, la plegaria ignorada, el duelo prohibido.

Mueren las madres y los padres de los detenidos desaparecidos con su dolor, y los asesinos con su silencio. No nos queda más que aspirar a que los derechos humanos sean una materia que algún día se enseñe en todos los colegios del país (en conjunto con historia y filosofía). O confiamos en que algún caso connotado de barbarie local sea recordado en un informe especial de televisión, en horario prime y en alta definición.

 Cada uno, a su manera, lucha contra los molinos de viento. Hay noches en que el insomnio me agobia pero, después de una eternidad, el nuevo día se abre paso. Y, entonces, la vida parece posible y nos vestimos con la esperanza, como si ella fuese una tabla en medio del naufragio.

Queremos que sepan que sólo sus fotografías se han teñido de sepia. El resto, lo recordamos todo, con la voz clara, la memoria fresca y el amor porfiado, recién paridos, como si fuese ayer.

Soy una mujer colmada de incertezas, pero de algo no tengo duda. Ustedes, los desaparecidos que recordamos hoy, y tantos otros dentro y fuera de Chile, no han sido olvidados. Ninguno de ustedes. Queremos que sepan que sólo sus fotografías se han teñido de sepia. El resto, lo recordamos todo, con la voz clara, la memoria fresca y el amor porfiado, recién paridos, como si fuese ayer.

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1 comment

Laura Elgueta septiembre 26, 2019 - 1:13 pm

Emocionantes palabras recordando a tantas victimas. Especialmente, hago mías las bellas y profundas palabras de Odette. Erizan la piel.

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