La pureza infinita de “El baño de la niña” Por Tomás Vio Alliende

por La Nueva Mirada

La pintora Mary Cassatt (1844-1926) muestra con especial esmero como una madre o un familiar cercano, se preocupa de bañar una niña de unos tres o cuatro años. La escena retratada es conmovedora por la dedicación de la mujer sobre la pequeña. Al observar el cuadro el tiempo se detiene y destacan los detalles puestos en las protagonistas.


Mary Cassatt nació en Estados Unidos y fue precursora en la pintura, desafiando todos los límites. Estudió arte y viajó sola por Europa, algo que en 1860 era impensable. Como opción personal decidió enfocarse en su carrera de pintora por lo que dejó en segundo plano casarse y tener hijos. Ya en Francia se hizo amiga de Degas, quien le dijo un poco en broma y en serio: “¡No admito que una mujer pinte tan bien!”. La gracia de Cassatt es que además de pintar bien, no se contentó con hacerlo de la manera tradicional y lo hizo de forma original y moderna utilizando patrones geométricos y espacios cerrados.

“El baño de la niña” (1893), es uno de sus destacados cuadros, realizado especialmente para mostrar el tema de la maternidad. Lo pinta desde arriba, desde la perspectiva de un contrapicado, lo que le entrega al espectador una distancia especial que le permite admirar lo que las protagonistas de la obra están haciendo. El lienzo impresionista es bastante real, en él no existe sentimentalismo ni nada por el estilo. De manera sencilla la autora describe una de las escenas cotidianas más maravillosas para un tutor, un familiar o un padre: el baño de los niños. Lavarlos expresa dedicación, cariño, una preocupación especial por ellos, por la pureza, el cuidado, porque estén sanos y limpios. Es el momento de intimidad, que a veces puede ser de conversación, de mucho afecto. En el caso de “El baño de la niña”, Cassatt muestra con especial esmero como una madre o un familiar cercano, se preocupa de bañar una niña de unos tres o cuatro años. La escena es conmovedora por la dedicación de la mujer sobre la pequeña. Al observar el cuadro, el tiempo se detiene, se mira desde arriba, destaca el detalle de los pliegues en la ropa de la cuidadora y la tranquilidad de la niña. La mujer le lava uno de sus pies. El agua se observa limpia, transparente en un lavatorio que posiblemente es de loza, al lado se encuentra un jarro blanco con flores pintadas. La pequeña se ve semidesnuda, solo cubierta por un pañal albo o una sábana y está sentada sobre la mujer que la baña y usa un vestido largo a rayas. Lo más probable es que se encuentren en la última etapa del baño, antes de terminar y comenzar el proceso de secado. Se observa intimidad pura, concentración, belleza. Como sucedió con muchos otros artistas impresionistas, una de las influencias de Cassatt es el arte japonés que llega a París, a través de impresiones,  por primera vez en mayo de 1890 y rápidamente se convierte en una obsesión para todos. La artista norteamericana hace lo propio, por eso el rostro de ojos rasgados de la niña en el lienzo, los motivos decorativos del piso, la pared y que la pintora se preocupe que el observador del cuadro se preocupe de los dos personajes que protagonizan la obra.

Criada en el seno de una familia acomodada, Mary Cassatt entró a estudiar arte a los 15 años en la Pennsylvania Academy of the Fine Arts, luego pasó gran parte de su vida adulta en Francia, donde forjó amistad con Edgar Degas y se incorporó al movimiento impresionista. Cassatt pintó, principalmente, imágenes representando la vida social y privada de las mujeres, con especial énfasis en los lazos entre ellas y sus hijos.

Degas tuvo una influencia muy importante en Cassatt. Imitando al maestro francés, la pintora llegó a ser bastante competente en el uso del pastel, realizando, con el tiempo, algunas de sus obras más importantes con este medio. Degas también la ayudó a que se iniciara en el grabado, del que era un maestro reconocido. Durante un tiempo trabajaron juntos y su dibujo lineal ganó fuerza bajo su tutela. Ella consideraba al pintor su amigo, pero se dio cuenta que muchas veces la naturaleza voluble de Degas, le jugaba en contra y ciertos proyectos que empezaban juntos con desbordante energía, él los dejaba sin terminar.

En el óleo “El baño de la niña” el corte del vestido de la mujer a la derecha tiene el mismo movimiento realizado por Degas en uno de sus destacados cuadros: “La lección de baile” (1871 – 1874). En el arte, nada queda al azar y Cassatt lo sabía, con toda la experiencia que logró absorber de su maestro ella logró crear su espacio con pocos personajes, trazos delicados, entregándole a la mujer la importancia que le corresponde en una época cuando hablar del feminismo era casi algo prohibido. Muchas veces las conversaciones sobre arte tenían que hacerse en privado porque era feo ver a una mujer hablando con un grupo de hombres en un café. Cassatt superó todas esas vallas, logró hacer lo que quería y consagró su arte. Una pionera.

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