Se acaba de reactivar esta semana la campaña de gobernadores para la segunda vuelta. Pocos prestan atención a esta elección, pero sus resultados resultan bastante interesantes como testimonio del proceso político y social. Es aquí donde se aprecia que estamos en una suerte de interregno de la política, en especial por el fuerte efecto del cambio en el padrón electoral que votó en primera vuelta y el decisivo peso urbano en desmedro de localidades medianas y pequeñas. Todo apunta a la relevancia del factor etario e identitario. ¿Llegó esto para quedarse?
Un lugar común de los analistas políticos, previo a las elecciones del 16 y 17 de mayo, era especular con un aumento de la participación respecto de las elecciones municipales de 2016, gracias a un posible efecto “tracción” del plebiscito de 2020 y su aterrizaje en la selección de constituyentes. Aparentemente esto no fue lo más determinante, sino el cambio que se instaló en el padrón electoral en 2020, considerando que el SERVEL estimaría en 1.270.00 los votantes nuevos. Es así como la participación efectivamente subió a 43,41% en la reciente elección, desde 34,81% de la elección municipal de 2016, cifra que se ubica cerca de la media de los dos comicios de referencia (plebiscito de 2020 y municipal de 2016).
Es difícil relacionar a priori el aumento de participación como una consecuencia del malestar social, pero hay al menos dos indicios que apuntan en esa dirección, al margen del resultado de la constituyente que “castigó” a los partidos tradicionales: el inusitado aumento del voto urbano y el posicionamiento de algunos candidatos alternativos en la segunda vuelta a gobernadores.
Un análisis de la participación comparando con 2016 podría agrupar a las regiones en cuatro categorías: aquellas donde descendió la participación, las que tienen aumentos moderados (menos de 2%); las intermedias (más de 2% hasta 8%); y las altas (más de 8%). Las que bajan son la región del Maule con -1,3%; el Bío Bío con -9,5% -sin las comunas que hoy integran la región de Ñuble-; y esta última con una baja de -4,66%. Pese a ello, las ciudades principales de estas regiones tendieron a subir: Talca (8,35%), Curicó (2,33%), Concepción (11,92%), Talcahuano (11.01%), y Chillán (2,43%). En todos estos casos el descenso en la mayoría de los pueblos pequeños y medianos es significativo, por ejemplo, en Ñuble solo subió Chillán y todo el resto de comunas cayeron; y en Bío Bío al alza de las dos ciudades principales solo se suman Chiguayante, Hualqui y Tomé con variaciones leves, todas las demás comunas descienden.
Las regiones donde la participación aumentó hasta 2% son: Atacama, con alza de 0,76%; Araucanía con 0,82% y Los Lagos con 1,94%. En estos casos, el comportamiento urbano sobrepasó los promedios regionales, como Copiapó (1,79%), Vallenar (0,97%), Temuco (9,29%), Puerto Montt (13,7%) y Osorno (8,88%). En consecuencia, hay una pérdida relevante de votantes en áreas rurales o de menor desarrollo, especialmente en Araucanía y Los Lagos.
Tomando los casos intermedios, donde la participación subió sobre 2% a 8%, se consolida el fenómeno urbano. Estas regiones intermedias son: Arica y Parinacota con un alza de 6,49%, Tarapacá con 5,89%, Coquimbo con 7,09%, O’Higgins con 3,01%, de Los Ríos con 2,5% y Aysén con 5,66%. La mayoría de las principales ciudades también tienen alzas porcentuales superiores al promedio de su región, con solo dos excepciones que son Alto Hospicio y Aysén. En varias hay saltos de participación de más de 10 puntos porcentuales: La Serena (15,81%), Coquimbo (11,94%), Rancagua (11,54%) y Valdivia (11,87%).
Las regiones donde es mayor el aumento de participación a nivel nacional son: Antofagasta con 8,3%, Valparaíso con 9,23%, la Región Metropolitana con 16% y Magallanes con una variación de 9,2%. En este grupo solo Calama y Punta Arenas quedan por debajo del aumento porcentual regional. Es muy significativo que varias ciudades se ubican muy encima de la media de su zona respectiva como Antofagasta (11,23%), Viña del Mar (16,88%) y Quilpué (12,75%).
El comportamiento electoral pone una gran interrogante respecto a cuál es el Chile que habría despertado en el estallido social. Podría pensarse en las localidades más postergadas o en las denominadas “zonas de sacrificio”, que no son pocas en el país, pero éstas no alcanzan para mover la balanza de manera tan determinante e incluso decayeron en esta elección. Más que un fenómeno territorial pareciera relacionarse con aspectos etáreos e identitarios. Dicho esto, el énfasis de los constituyentes de la lista del Pueblo sobre el “trabajo territorial” en realidad respondería a que varios salieron con porcentajes muy bajos debido al alto número de candidatos en esa instancia. En consecuencia, para efectos del sistema político, de cara a las próximas elecciones, lo esencial es el cambio en el votante urbano a lo largo de todo el país.
¿Cómo aterrizó esto en la elección de gobernadores? Ha quedado más o menos instalado comunicacionalmente que los independientes “outsiders” habrían arrasado en la elección en general, pero el fenómeno pareciera centrarse más en la Constituyente. No hay duda que las preferencias no solo fueron cruzadas en las cuatro elecciones en disputa, sino que transitaron entre la política tradicional y la impugnación, dependiendo de la elección. De hecho, en la elección de gobernadores se da el voto castigo a los partidos tradicionales y también el de la lógica del binominal. Por ello, vale la pena considerar el desempeño de los candidatos “impugnadores” tanto independientes como críticos a sus respectivos sectores: Los republicanos por la derecha; Partido Comunista (PCCh) y Frente Amplio (FA) por la izquierda; e independientes, tanto outsiders como descolgados de partidos tradicionales.
En este ejercicio podemos “despejar” aquellas regiones que mantuvieron el eje de la política tradicional en la elección de gobernadores y quedaron para la segunda vuelta, entre las que se cuentan: Atacama con primera mayoría de la Unidad Constituyente con 30,20% y una candidatura independiente ex PPD con 23,71%; O’Higgins un PS con 24,31% que enfrentó la candidatura “independiente” del ex diputado DC Ricardo Rincón y un UDI con 22,15%; Ñuble un PS con 31,24% y un UDI con 27.08%; Bío Bío un “independiente” ex DC Rodrigo Díaz Worner con 27,51% a distancia de la candidata UDI que sacó 19,36%, mientras el candidato “oficial” de Unidad Constituyente (PDC) obtuvo 14,27%; Araucanía un PPD con 30,30% y un independiente de Chile Vamos con 19,94%; Los Ríos un RN con 36,88% y el PS con 32,54%; Los Lagos un PDC con 36,45% y RN con 25,75%; y Aysén un PS con 48,72% y RN con 34,27%.
¿Qué pasó en las otras regiones? En Arica y Parinacota van a segunda vuelta un candidato de Chile Vamos y un PDC, pero los otros tres candidatos independientes suman en conjunto 41,07% de los votos, lo que en sí es un buen resultado para los outsiders. En Tarapacá pasó como primera mayoría el candidato del FA ligado a Comunes con 28,57% de los votos y un UDI con 21,54%. En Antofagasta resultó primero el independiente de la Unidad Constituyente con 39,51% y segundo un RN con 21,54%, pero un 29,19% se fue a los “impugnadores” (FA y el representante del Partido de Trabajadores Revolucionarios). En Coquimbo resultó primera la representante independiente por cupo Ecologista con 27,28% y segundo el candidato UDI con 26,12%. Cabe destacar que el candidato que quedó tercero (DC) obtuvo diez mil votos menos que el eje “ex Concertación” en concejales, lo que lleva a pensar que la opción ecologista captó parte de esa votación en primera vuelta. En esta región el PCCh quedó cuarto con 21,21%.
En la zona centro sur, en la región de Valparaíso, el candidato independiente del FA salió en primera vuelta con 43,71%, mientras los independientes por Chile Vamos y Unidad Constituyente apenas sobrepasaron el rango del 20% cada uno. En la Región Metropolitana el candidato PDC obtuvo 25,52% y la candidata del FA de Comunes 23,37%, resultado que dejó fuera de segunda vuelta a la candidata de Evopoli, Catalina Parot, cuya votación si se sumara la de Republicanos tampoco habría alterado el resultado. En el Maule, se impuso la candidata PDC con 28,31% y segundo el candidato independiente del movimiento “Defensores de la Región del Maule” con 23,95%; cabe señalar que la suma de votos del candidato RN y Republicano le habría dado el segundo lugar a la derecha, sin contar el 4,77% de los Regionalistas Verdes; también consignar que el candidato del PCCh quedó cuarto con 13,32%. En Magallanes ganó el candidato independiente por la Unidad Constituyente con 42,14% y la derecha llegó dividida con un candidato independiente que obtuvo un 22,32% y un PRI con un 14,78%.
Algunas conclusiones de este proceso indicarían que el fenómeno de los independientes “outsiders”, fue más fuerte en la zona norte del país, ya que tanto en Arica como en Antofagasta las candidaturas locales o independientes concentran un volumen muy alto de la votación respectiva. Por otro lado, en Coquimbo pasa a segunda vuelta con primera mayoría una candidata ecologista, lo que hace de este caso una situación muy excepcional en el plano nacional.
En la zona central el resultado del FA es lo más destacable, conquistando la gobernación de la región de Valparaíso en primera vuelta y compitiendo estrechamente la Región Metropolitana.
Desde la Araucanía al sur las elecciones mantuvieron el eje binominal, excepto Magallanes. Pese a ello, en la región de Los Lagos se replica el surgimiento de un independiente ecologista que, aunque no pasa a segunda vuelta, si logra relegar al candidato comunista a un cuarto lugar. Este cuadro se repite en todas las regiones donde el PCCh llevó candidato/a y compitió con un ambientalista o un independiente.
Otro cruce interesante es que en las cuatro regiones con mayor salto en participación respecto de 2016: Antofagasta, Valparaíso, Metropolitana y Magallanes, se alzaron en forma muy competitiva las opciones fuera del eje tradicional. Antofagasta parece la excepción, pero la dispersión entre tres opciones independientes oculta ese hecho. Esto refuerza la hipótesis que la votación que captan candidaturas no tradicionales está muy relacionada con cambios en el comportamiento urbano. Al menos parte del “Chile profundo”, aquel de los barrios menos desarrollados desde hace décadas, está votando en toda su diversidad: los “hijos” del CAE, No+TAG, ecofeministas, ambientalistas y otros.
Los esfuerzos del sistema político por canalizar el malestar social parecieran cuajar en esta elección, una noticia esperanzadora para el país, pero su expresión trae una fuerte impugnación al curso de la política. En esta vuelta la derecha fue brutalmente castigada ya que, incluso sumando votos de republicanos, no fue competitiva; y parte de los votos impugnadores transitaron entre lo nuevo y la ex Concertación, y viceversa. Las adhesiones no se fidelizan y se hacen más pragmáticas y emocionales. Los partidos tradicionales sostienen que no vieron venir la ola o que no había mucho que hacer, es parte de las recriminaciones; unos pocos piensan que pueden arroparse y sentirse ganadores, pero cuidado que los resultados muestran los techos de cada cual y que las ideologías no están precisamente en boga…por último habría que preguntarse: ¿por qué tantas zonas pequeñas y medianas están tendiendo a restarse?