Si este era el “gabinete del rechazo”, como lo bautizaran sectores de la oposición al momento de asumir Víctor Pérez como ministro del Interior, el resultado del plebiscito desnudó su rotundo fracaso.
Si en cambio se trataba del “gabinete del orden”, para imponer disciplina al interior de Chile Vamos y restaurar el orden en el país, los resultados no son mejores. La coalición oficialista está más desordenada que nunca.
Se desordenó en la discusión del primer retiro de los fondos previsionales y continúa en la misma senda ante la discusión sobre un nuevo y segundo retiro. Se desordenó durante el plebiscito, en donde un sector mayoritario llamaba al “rechazo reformista”, en tanto que un sector de Renovación Nacional y el propio Joaquín Lavín optaron por el apruebo. Mientras Pablo Longueira levantaba su propia opción de mimetizarse con el apruebo y dar la batalla en la convención constituyente. Un tremendo enredo.
Por su parta, Evopolis decidió “congelar” su relación con el gobierno por serias diferencias en torno al manejo de la situación en la Araucanía, que acentúa sus altos grados de conflictividad.
El exministro Víctor Pérez fue parte del problema, nunca de la solución. Como responsable del orden y la seguridad estuvo lejos de enmendar la crítica senda de Carabineros y la urgente reforma de las policías, agudizando la crisis en la Araucanía. Tanto y más decisivo que lo anterior – un elemento esencial de la acusación constitucional – resultó eludir la aplicación del rigor de la ley a los dueños de camiones que protagonizaron un largo paro que llegó a afectar el abastecimiento de la población, con plena tolerancia de las autoridades.
Al exministro Gonzalo Blumel – a quien Víctor Pérez alcanzó a reemplazar por tan corto período – se le cuestionaba un escaso peso político al no gozar de la confianza de los sectores más duros de la derecha. Militaba en un partido minoritario (Evopoli) y se le imputó mínima experiencia política la que, en todo caso, compensaba con vocación de diálogo y búsqueda de acuerdos. Jugó un rol relevante al alentar el acuerdo del 15 de noviembre para el plebiscito constitucional, como la cara más aperturista del gobierno de Piñera.
Víctor Pérez estaba en las antípodas. Duro entre los duros, pinochetista desde la primera hasta la última hora (como la mayoría de su partido), representaba la cara más confrontacional del gobierno. Declarado partidario del rechazo, nunca buscó el diálogo y los consensos con la oposición. Sus visitas a la Araucanía fueron para reunirse con los agricultores y empresarios y no con las comunidades indígenas.
Su caída era previsible. Fue el hombre equivocado en un gobierno crecientemente a la deriva. Su forzada renuncia liberó tardíamente al gobierno de la incómoda posición de tener que defender lo imposible y Víctor Pérez deberá enfrentar el juicio del Senado como ciudadano, con el riego de correr igual suerte que Andrés Chadwick. Mala cosa para la UDI, que pierde una de sus más emblemáticas figuras en el Senado y peor para el futuro político del exsenador que podría quedar inhabilitado para ocupar cargos públicos por los próximos cinco años en el caso que la acusación sea aprobada por el Senado.
Un gobierno que agota sus opciones
La abrupta salida de Víctor Pérez y la urgente designación del alcalde de Estación Central y militante de la UDI, Rodrigo Delgado en su reemplazo anticipa la necesidad de nominar “el gabinete de salida”, que acompañará a Piñera hasta el fin de su mandato, en circunstancias que el mandatario no tiene mucho en donde elegir.
la urgente designación del alcalde de Estación Central y militante de la UDI, Rodrigo Delgado en su reemplazo anticipa la necesidad de nominar “el gabinete de salida”, que acompañará a Piñera hasta el fin de su mandato, en circunstancias que el mandatario no tiene mucho en donde elegir.
Son varios los candidatos a abandonar el gabinete. Entre ellos el titular de Defensa, Mario Desbordes, que considera una posible postulación presidencial, que anunciaría en el próximo mes de marzo. No es descartable que junto a Desbordes salga Andrés Allamand, si aún considera la posibilidad de competir por la nominación al interior de su partido. Y no son los únicos ministros, subsecretarios o jefes de Servicio que evalúan abandonar el gobierno para asumir candidaturas de elección popular o abandonar un barco que hace agua.
Sin embargo, el problema esencial del gobierno en este último año de mandato reside en la ausencia de algún diseño para enfrentar la profunda crisis política, económica y social que vive el país. Ciertamente la reactivación económica es muy relevante, pero enunciarlo poco sirve sino va acompañada de un serio esfuerzo por reponer un clima de diálogo y búsqueda de consensos esenciales que permita asumir las críticas condiciones que afectan a una inmensa mayoría del país.
Sin embargo, el problema esencial del gobierno en este último año de mandato reside en la ausencia de algún diseño para enfrentar la profunda crisis política, económica y social que vive el país.
Perdura un desorden en las filas de oficialismo, que podría verse agudizado con los esfuerzos por sumar a José Antonio Kast y su partido Republicano a la coalición oficialista para enfrentar el proceso constituyente generando resistencias en la llamada “derecha social” y Evopolis.
Y no es para nada evidente que la estrategia diseñada por Pablo Longueira para enfrentar el proceso constituyente – apostando a una alianza de Chile Vamos que presente una sola lista con el declarado propósito de defender todo lo que se pueda de la actual carta constitucional – amenazando con bloquearlo pueda ser compartida por los sectores disidentes.
Tampoco el tema presidencial genera grandes consensos al interior de la coalición oficialista. Joaquín Lavín es la figura mejor posicionada de la derecha, pero su súbita conversión a la social democracia y su propuesta de un gobierno de “convivencia nacional”, que integre a sectores moderados de la oposición, no genera consenso en la derecha. Evelyn Matthei ha ratificado su entusiasmo para competir por una nominación presidencial.
Mario Desbordes ha hecho lo propio en Renovación Nacional y obviamente ello no concita el respaldo de los sectores más duros de derecha
Mario Desbordes ha hecho lo propio en Renovación Nacional y obviamente ello no concita el respaldo de los sectores más duros de derecha, que no dejarán de levantar su propia opción para competir, sea Allamand u otro representante de este sector. Con toda seguridad Felipe Kast competirá en una primaria del sector. Y su tío José Antonio levantará una opción alternativa, especialmente en el caso que se vete su participación en las primarias oficialistas.
Con toda seguridad Felipe Kast competirá en una primaria del sector. Y su tío José Antonio levantará una opción alternativa, especialmente en el caso que se vete su participación en las primarias oficialistas.
Como queda en evidencia, el gobierno enfrenta un complejo escenario en este último año de su mandato y claramente se agotan sus opciones. Un escenario marcado por la crisis política, económica y social, sin descartar los riesgos de un nuevo estallido social y el rebrote de la pandemia hacia fines de año, insinuado como posibilidad por las autoridades de salud.
Con un gobierno prematuramente agotado y sin diseño para enfrentar la crisis. Una coalición desordenada y cruzada por diferencias de fondo en torno al proceso constituyente y fuertes disputas por los liderazgos.
La oposición desafiada
El complejo escenario que enfrenta el país no tan sólo representa un desafío para el gobierno y la coalición oficialista. La crítica de la derecha acerca de que la oposición tan sólo logra unirse en torno a las acusaciones constitucionales tiene algún fundamento. Parcial, si se examina el destino de las numerosas acusaciones constitucionales presentadas por parlamentarios de oposición, en donde han prosperado tan solo dos (Chadwick y ahora Víctor Pérez, faltando la decisión del Senado).
El proceso constituyente es un desafío muy relevante para el amplio espectro opositor. O suman sus esfuerzos para impedir el bloqueo del proceso constituyente o se enfrentan a su fracaso y deberán asumir la responsabilidad.
O suman sus esfuerzos para impedir el bloqueo del proceso constituyente o se enfrentan a su fracaso y deberán asumir la responsabilidad.
Desde luego no puede pretender monopolizarlo o asumirlo como un espacio propicio para la contienda política, sin intentar construir un amplio frente social y político comprometido con mínimos en materia constitucional que apueste, con rigor, el éxito de este proceso.
La tarea no es fácil teniendo a la vista la fragmentación opositora y la desconfianza ciudadana hacia los partidos y la política en general. Con todo, es una tarea ineludible construir un bloque mayoritario comprometido con contenidos esenciales en materia constitucional y enfrentar a una derecha que simplemente no quiere una nueva constitución y que defenderá todo lo que se pueda de la actual institucionalidad que tan bien ha servido los intereses que representa.
La tarea no es fácil teniendo a la vista la fragmentación opositora y la desconfianza ciudadana hacia los partidos y la política en general.
El tema electoral es otro cantar. El país enfrenta un intenso cronograma electoral para renovar las autoridades de libre elección, incluyendo a gobernadores regionales y miembros de la convención constituyente, respecto de lo cual la oposición aparece al debe para privilegiar la cooperación por sobre la competencia. Aun sabiendo que ello favorece las pretensiones del oficialismo de proyectarse a futuro.
la oposición aparece al debe para privilegiar la cooperación por sobre la competencia. Aun sabiendo que ello favorece las pretensiones del oficialismo de proyectarse a futuro.
Es más que evidente que no hay una oposición y persiste la duda legítima si es más los que los puede unir que aquello que contribuye a dividirlos o si, por el contrario, las diferencias acerca del pasado reciente y las propuestas de futuro son irreconciliables.
Es más que obvio que las enormes desigualdades y los continuos abusos del mercado están en la base del estallido social que interpela por igual al sistema político y los agentes económicos y sociales. El país requiere de profundos cambios y transformaciones para transitar hacia un verdadero Estado Democrático y Social de Derechos. De partida, de una nueva Constitución.
Es más que obvio que las enormes desigualdades y los continuos abusos del mercado están en la base del estallido social que interpela por igual al sistema político y los agentes económicos y sociales.
El dilema es como se avanza en ese proceso. Si es por la vía institucional, en base a las reglas de la democracia representativa y la justa presión de la ciudadanía organizada, o por vías alternativas de compleja traducción. Las elecciones son batallas por el futuro y debe sustentarse en propuestas y proyectos y no tan sólo en liderazgos, por carismáticos que puedan ser.
Las elecciones son batallas por el futuro y debe sustentarse en propuestas y proyectos y no tan sólo en liderazgos, por carismáticos que puedan ser.
Esa es la verdadera disyuntiva que enfrenta el país de cara al futuro. Los intentos de restauración del orden anterior o asumir que el estallido y la pandemia han abierto una coyuntura de cambios que los sectores progresistas deben impulsar. No existe un solo camino y parece haber llegado la hora de explicitar las alternativas que se le ofrecen al país
Ningún partido o alianzas partidarias pueden asumir estos desafíos en solitario o de manera excluyente. La única alternativa para sustentar estos procesos de cambios y transformaciones es construir sólidas mayorías sociales y políticas que puedan impulsarlos. Y ese es el desafío principal que hoy enfrenta la oposición en su más amplia diversidad.
Ningún partido o alianzas partidarias pueden asumir estos desafíos en solitario o de manera excluyente.
Y ese es el desafío principal que hoy enfrenta la oposición en su más amplia diversidad.