Los doce días que estremecieron al país

por La Nueva Mirada

Rafa Ruiz Moscatelli

Desde el viernes 25 cuando salieron más de un millón de santiaguinos a protestar contra el gobierno y la élite, Piñera tardó dos días en configurar el nuevo gabinete. Una hora después de la firma ya había manifestantes en la Alameda cerca de la Moneda y a las 17:00 una disputa entre los estudiantes y la policía por el control de esa avenida. A las 19:00 la Plaza Italia y parte de la Alameda estaba llena de gente. Y el límite fijado por la policía, Santa Rosa con la Alameda, se convirtió en una batalla campal.

El gobierno está desfondado, el presidente intentó ganar tiempo y agravó la crisis.

El gobierno está desfondado, el presidente intentó ganar tiempo y agravó la crisis. La oposición está más hilvanada, se ven acuerdos sobre salidas: Plebiscito vinculante a una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución, en lo institucional. Mesa de Unidad Social. Una batería de demandas económicas que exigen mejoras a las ofertas realizadas por el gobierno, y cambios más estructurales vinculados a que el crecimiento económico debe mejorar el desarrollo del país. Como dice Mujica no se trata de que los números se vean bonitos.

Como dice Mujica no se trata de que los números se vean bonitos.

Estas posturas son más coherentes -que hace una semana- con las demandas de los manifestantes, especialmente, de estudiantes y sindicatos. Por su parte los manifestantes no le van a dar tiempo al Gobierno. Los muertos, los heridos, muchos de ellos han perdido un ojo o han visto dañada su visión, todo aumenta a diario. Esa es una responsabilidad del mando político y la acusación contra el exministro Chadwick gana apoyo.

Alguien con ideas más viejas que el muro de Berlín aviva un conflicto donde no se puede ser pusilánime: hay que condenar los saqueos. No es el caso del terremoto cuando no había como conseguir leche para las guaguas.

Con todo, queda mucho por resolver. En doce días el país ha cambiado, ahora hay mayorías coincidiendo en que es la desigualdad la que generó el estallido, hace solo semanas los neoconservadores insistían que habían convertido a Chile en un gran país. Hace solo semanas muchos negaban la existencia de organizaciones de base y de dirigentes que no surgen de la elite tradicional post dictadura. Y se dudaba de la influencia de los movimientos anarquistas en la juventud, y de otras fuerzas de izquierda, distintas al PS y al PC.  Hace días nadie imaginó que un ultraderechista iba a tratar de manipular para su propio fin a las chaquetas amarillas, vecinos, comerciantes de distintos barrios populares o integrados. Alguien con ideas más viejas que el muro de Berlín aviva un conflicto donde no se puede ser pusilánime: hay que condenar los saqueos. No es el caso del terremoto cuando no había como conseguir leche para las guaguas.

El cambio de gabinete es tardío. La micro ya pasó. El gobierno debe saberlo, solo está buscando una forma para aferrarse a una instancia de poder que no encuentra. Por eso ha sido relevante que parte de la oposición haya mejorado sus definiciones, una actitud obsecuente con Piñera habría causado un gran daño a la lucha democrática contra la desigualdad.

El desenlace a evitar es  que la derecha asuste y divida a los demócratas como lo hizo Bolsonaro. En las últimas elecciones en Brasil pesó más el miedo que la democracia.  Estamos lejos de estar en esa situación, pero para recuperar la fuerza electoral se debe ganar una buena parte de las batallas contra las desigualdades, y eso hay que hacerlo ahora, ganándole a la derecha de hoy día. Es difícil saber cuál va a ser la derecha de mañana.

Hay fuerza en las instituciones democráticas, hay fuerza social y política en desarrollo, con propuestas democráticas e incluyentes. Todo esto mejoró con las movilizaciones, antes la oposición y la izquierda estaba consumida en las nimiedades del poder.

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