En
las recientes semanas se ha hablado sin cesar del cambio climático. Además, se
nos vinieron las lluvias y temporales tan anhelados como temidos. Los
comentaristas del fenómeno estaban algo confundidos. Aquello es horrible y esto
reciente nos viene bien. (En el campo chileno se decía con angustia: te espero
como agua de mayo. Ahora llegó en agosto.)
Don Benjamín Vicuña Mackenna en un libro que se llama “Los Climas de Chile” criticaba a los hacendados agricultores porque eran “hidrodependientes”. Y decía que no eran capaces de adaptarse a las condiciones diversas del clima. Reclamones, igual que hoy.
El título de este ensayo sobre asuntos pequeños lo expropio de uno que escribió Don Miguel de Unamuno, bajo el título Meditaciones de Estío. Entre aquellas, destaco una que decía algo así como que debiéramos apropiarnos del pensar sobre nuestro futuro en lugar de ser descendientes de nuestro pasado.
En eso estoy ahora. Cuando se habla de cambio climático, el futuro puede ser positivo o menos catastrófico si nos convencemos de que se pueden realizar cambios en los modelos productivos diversos del desarrollo capitalista actual dominante de manera universal. No es cuestión de atacar con frases llamativas al llamado neoliberalismo, típico del discurso simplista y generalizador de ciertas izquierdas, que oscurece y nubla el pensamiento racional impidiendo comprender el asunto .
El desarrollo capitalista de hoy es diverso. Pregunta: es lo mismo el capitalismo petrolero y financiero Saudí o de los Emiratos. O el de Irán. Y qué decir de Singapur, Corea del Sur, Tailandia o Malasia. Nigeria o Sud África. Alemania y UK.
Y el de Chile es elemental, poco sofisticado, de grupos poco ilustrados, elegantes consumistas de Casa Costanera y Alonso de Córdova. Pero incultos. Soberbios. Como decía Unamuno, venceréis, pero no convenceréis.
La sociedad chilena no los quiere. No tengo tiempo para demostrarlo en esta página. Lo dirá la Nueva Constitución. Y la elección.
Termino con esto del tiempo climático. Como dijo Sabina al preguntarse cuánto dura el otoño. Respondió: Pues, cuánto dura en llegar el invierno.
Más interesante, recuerdo yo, fue, cuando en mis clases de climatología, llegó un profesor de USA que había hecho un curso acelerado de español, donde le enseñaron que las palabras terminadas en a debían hablarse con el artículo femenino. La. Por eso yo aprendí esto del clima asimilando que la cuestión es: la clima. Desde entonces soy muy feminista.
Y luego cada uno de nosotros vivirá su primavera. Ponerle empeño. Con sopaipillas. Y algo de pebre. Meditentaciones.
Luis Alvarado C.
Rocas de Santo Domingo. Agosto 20, de O’Higgins, 2021.