El programa republicano del candidato del gobierno y sus representantes, plantearon posiciones contra los inmigrantes, las mujeres y los derechos humanos, privilegiando siempre el crecimiento económico. Las personas sólo serían un medio para lograrlo. No un fin en sí mismas. Representan el frío humanismo deshumanizador de la muerte. Indiferencia radical y salvaje por el otro. Así naufragamos bajo el “lado oscuro de la luna”.
El Papa Francisco advierte con preocupación que “la civilización naufraga en el Mediterráneo. Un cementerio frío sin lápidas de inmigrantes”. Es el humanismo de la indiferencia.
El lado oscuro de la luna y la gran mancha roja de júpiter. La luna siempre presenta la misma cara luminosa. Su lado oscuro está permanentemente oculto. Puede cambiar. El mayor vórtice anticiclónico de júpiter es de color rojo anaranjado. Un enorme remolino con vientos en su periferia de hasta 400 km. por hora. En el centro de esta mancha, reina la calma. Chille enfrenta a una cara que oculta permanentemente su lado oscuro. O puede encarar un flujo tormentoso. Una tormenta, que siempre en movimiento, levanta polvo en torno a su centro calmo. Proceso y flujo. Prefiero lo segundo.
Votaré por el bien mayor de forma consciente, y no por “el mal menor” de forma ciega intelectualmente. Con vocación de cambios necesarios y fundamentales. Con sensatez de futuro. Con convicción de la necesidad urgente de justicia social y también de crecimiento económico. En ese orden. Creyendo en la vida, el ser humano, la familia y la naturaleza. Y en mi caso, también en Dios.
Dios= Objeto eterno= Potencialidad Pura Amorosa.
Objeto eterno= potencialidad pura.
La permanencia se sitúa en medio de un ineludible fluir. Un permanente perecer y renacer relacional, potencial y esencialmente creador en medio de la sociedad y la cultura. “Origen del presente, de acuerdo con la “potencia” del pasado”. “Nada puede divorciarse de la noción de creatividad”.
Creatividad = cambio= acción.
Vectores e intensidades emocionales que, en un segundo momento, nuclean y constituyen magnitudes escalares.
La forma contraria es una aproximación al mundo y la realidad con categorías estáticas. A un “tiempo medido (…), espacial (…), matemático absoluto” lleno de datos y números. Una “visión platónica de la perfección celestial” fundado en ideas permanentes y eternas. “Tendencia a separar un mundo espiritual estático, de un mundo fluyente de experiencias. (…)”. El cuerpo percibido como “cárcel del espíritu”. La mente no deviene encarnada.
Flujos = dos formas del proceso.
Es necesario generar en la primera forma procesual las acciones que “realmente gobiernan las acciones de alcanzar el fin propuesto de futuro”. En el Chile futuro. Un futuro cuya actualidad nunca es completamente determinada. En la segunda forma, se proporcionan “los fines actualmente alcanzados”. Un organismo organizándose dinámicamente.
Cada persona, (un proceso, “una entidad actual”), lleva en su constitución, “las razones por lo que sus condiciones, (socio históricas y temporales), son lo que son”. Esas razones son las otras personas, objetivadas y subjetivadas para ellas en el marco del bien común experimentando su “inmortalidad objetiva”. Materia espiritualizada. Espíritu materializado.
Las ideas expuestas, de forma mínima e insuficientemente (adaptadas), son parte de la “filosofía del organismo” de A. N. Whitehead, definida por él mismo como “una teoría celular de la actualidad”.
Primera célula humana = entidad actual ya constituida (de forma indeterminada).
Es imprescindible intentar incorporar en los análisis culturales, políticos y sociales, nuevas visiones filosóficas que pongan en jaque, de forma relativa y relacional, los fundamentos y las esencias de lo real. Es necesario una fusión y una trans- integración con los conocimientos provenientes de las ciencias “duras” (cosmología, biología, matemáticas, física, química…). De lo contrario, se corre el riesgo de desfondar una realidad que se hace cada vez más compleja. Es el riesgo de no poder distinguir lo real de lo irreal, y habitar sólo en un flujo donde el tiempo no es tiempo, y el espacio no es espacio. Un flujo que nos conduce a nada, o a la nada sin ningún sentido (o con un sin sentido bajo la forma virtual de un sentido).
Autores como Simondón, Baudiou, Deleuze, Guattari (y en conjunto), Prigogine (y otros), abordaron este inmenso desafío de forma magnífica. Ciencias y humanidades, historia y cultura, entrelazadas indisolublemente. Pero, pienso que es Alfred North Whitehead con su “filosofía orgánica del proceso”, quien se aproxima más audazmente y de forma provocadora – “salvaje” según la filósofa Isabelle Stengers-, a alcanzar este fin.
Nuestro problema, no es sólo un enfrentamiento entre dos modelos políticos y socioeconómicos, si no entre dos formas de percibir y experienciar al ser humano, las personas y a la misma realidad. Dos visiones ética morales, filosóficas y antropológicas, pero finalmente concebidas de forma ciega como excluyentes. Dos humanidades. Dos humanismos de vida y muerte.
Necesitamos habitar en un umbral político democrático de la frontera. Un nuevo humanismo de la frontera.
Una síntesis liminal, ética-poética donde las personas siempre son un fin y nunca un medio.