Pedagogía liberadora. Por Doctor Sergio Canals Psiquiatra

por La Nueva Mirada

¿Volver a clases presenciales este año? No.

¿El daño producido por no asistir al colegio real físico este año, será irreparable para los niños? No.

¿Las clases digitales impartidas a distancia digitales fueron capaces de generar aprendizajes útiles para los niños y adolescentes? En general, No.

¿Se pueden cerrar los colegios? Si.

¿Se puede cerrar el año escolar? Si, si es necesario.

¿Deberían “pasar” todos los alumnos de curso y readecuar los programas de los años siguientes? Si.

En el caso de que todos “repitieran” (salvo los de 4 Medio), ¿importaría que salieran de su “educación” un año más tarde? No.

Israel, de 9.000.000 de habitantes era un país exitoso en el control de la pandemia. Rápidamente cerró sus fronteras, selló las escuelas en marzo, e introdujo un aprendizaje remoto a sus 2.000.000 de estudiantes. En mayo tenía una tasa de infección de menos de 100 al día. Los estudiantes más jóvenes y con exámenes finales regresaron en grupos pequeños. El 17 de mayo reabrieron las escuelas. Debían usar mascarillas, con ventanas abiertas, lavarse las manos con frecuencia, y mantener distancias de dos metros entre sí. Pero muchas escuelas en que se amontonan hasta 38 niños en aulas de 50 metros cuadrados el distanciamiento físico fue imposible. (Del reportaje “La apertura de los colegios en Israel no salió bien”; The New York Times International Weekly; La Segunda; 17/8)

Pero muchas escuelas en que se amontonan hasta 38 niños en aulas de 50 metros cuadrados el distanciamiento físico fue imposible.

“Confiando en que habían vencido al coronavirus y desesperados por reactivar una economía devastada, el gobierno israelí invitó a regresar a todo el cuerpo estudiantil a las aulas a fines de mayo. En cuestión de días, se reportaron infecciones en una escuela de Jerusalén. El virus se propagó a las casas de los estudiantes y después a otras escuelas y vecindarios.”

“Definitivamente no deben hacer lo que hicimos nosotros. Fue un gran fracaso”. (Eli Waxman, presidente del equipo que asesora el Consejo de Seguridad Nacional de Israel en materia de la pandemia).

No cabe duda de la imposibilidad de retorno durante este año escolar.

La posibilidad de nuevas olas pandémicos regionales y locales son altísimas.

Posiblemente a fines de año estaremos cerca de los 500.000 contagiados con alrededor de 15.000 muertos totales con una endemia alta.

Hoy se sabe que los niños sí son fuente de contagios, y que cerca de la mitad de las personas contagiadas en general son asintomáticas y, que posiblemente son capaces de contagiar como quedó demostrado en Israel.

Muchos de nuestros colegios en zonas vulnerables llegan a tener entre treinta a cuarenta alumnos y alumnas de riesgo por curso, sumado a condiciones físicas a veces misérrimas.

Además, cerca de un 12% de las personas en Chile no tienen acceso a Internet, y un alto porcentaje de los que tienen, en lugares de pobreza tuvieron que compartir y asistir a clases sólo a través de uno o dos celulares que compartían con su padre o su madre que a veces trabajaban con él.

En cambio, en los lugares de altos recursos, las familias contaban con más de un computador y varias otras herramientas educativas de comunicación digitales.

Los estudios hechos en países europeos como en Francia, Italia y España, mostraron en los niños desmotivación, desconcentración y aburrimiento en las “aulas digitales”, sumados a otros efectos de las cuarentenas, como la presencia frecuente de ansiedad y alteración de patrones conductuales.

Pero este período permitió fortalecer la necesidad de las clases presenciales entre seres humanos reales, sin descartar los beneficios de la educación digital. Alguien me dijo que se “sentía más viva” con la persona real, con el otro presente. El cuerpo del otro es la prolongación del cuerpo de uno. “Las manos hablan, agregó”. Y tiene muchísima razón.

Este período cuestionó esencialmente, nuestro modelo educativo, mayormente segregador, mecánico, material y altamente competitivo, exigente y exitista.

Este período cuestionó esencialmente, nuestro modelo educativo, mayormente segregador, mecánico, material y altamente competitivo, exigente y exitista.

Se recortó lo que se consideró inútil. Desapareció la poesía, el arte, la literatura y la religión. La espiritualidad se disolvió en la sopa insípida de los números y lo cuantitativo, sazonada con un utilitarismo post pragmático.

Veamos brevemente que nos dice el profesor Nuccio Ordine en su libro “Una escuela para la vida”.

“La escuela que gradúa a un mayor número de estudiantes con más rapidez, logra una mejor <performance>”.

“La obsesión por el dinero ha penetrado la escuela y la universidad”.

“La pretensión de someterlas a las tendencias del mercado transforma a la escuela y universidad, a su vez, en mercados”.

“En este contexto brutal (…) se pierde de vista el valor de la enseñanza en sí misma”.

Nos recuerda que la palabra escuela, “deriva del término griego “skholé”, que significa ocio, tiempo libre, pensar en uno mismo, pensar en hacerse mejor sin ninguna preocupación práctica.”

Nos recuerda que la palabra escuela, “deriva del término griego “skholé”, que significa ocio, tiempo libre, pensar en uno mismo, pensar en hacerse mejor sin ninguna preocupación práctica.”

Tiene mucha, muchísima razón. Este tiempo de vida de pandemia y en cuarentena, nos ha permitido reflexionar sobre la necesidad de una pedagogía transformadora y liberadora del bien y la verdad.

El sentido de la enseñanza y el aprendizaje creo que están dirigidos a lograr el desarrollo de buenas personas y a desplegar las posibilidades casi infinitas de personalización.

El sentido de la enseñanza y el aprendizaje creo que están dirigidos a lograr el desarrollo de buenas personas y a desplegar las posibilidades casi infinitas de personalización. La educación como acontecimiento “pedagógico de la libertad” (Paulo Freire), debiese consistir en un devenir amoroso, ético, crítico y creativo que permita y genere una liberación y transformación del mundo personal, de los otros y de la comunidad de forma humanizada y humanizadora. Hoy estamos “oprimidos” por una creciente des humanización bastante decadente.

Hoy estamos “oprimidos” por una creciente des humanización bastante decadente.

Termino recordando las palabras de Gabriela Mistral: “La enseñanza es poesía. Esta, la escuela, es, por sobre todo el reino de la belleza. Hasta el que no cree cantar, aquí está cantando sin saberlo”.

“La enseñanza es poesía. Esta, la escuela, es, por sobre todo el reino de la belleza. Hasta el que no cree cantar, aquí está cantando sin saberlo”.

Hermosas palabras, tan bellas y aromáticas como los aromos floridos (reales, no digitales)

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