Por Flavia Liberona
Directora Ejecutiva/ Fundación Terram
Desde el
inicio de la pandemia por coronavirus, los temas relacionados con problemáticas
ambientales y cambio climático, tanto a nivel nacional como mundial, aparecen y
desaparecen de los medios de comunicación. Un día, la prensa informa que,
debido a las restricciones de desplazamiento en diversas ciudades, estaría
provocando la presencia de animales silvestres[1]. También
nos informan que esta reclusión, junto al cese de algunas actividades
económicas, estaría incidiendo en la disminución de emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI) causantes de calentamiento global y cambio climático
antrópico[2].
Si bien estas noticias pueden ser positivas en un escenario tremendamente
complejo, en realidad solo dan cuenta de lo que está pasando en un determinado
momento, ya que es muy improbable que una vez que se reactive la economía
mundial estos cambios permanezcan, tal como lo ha señalado la Organización
Meteorología Mundial[3].
Lo cierto es que problemas que hoy afectan a la humanidad, tales como el
calentamiento global, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los
incendios forestales, entre otros, siguen estando presentes y continuarán allí
después que salgamos de la emergencia sanitaria mundial que ha ocasionado esta
pandemia.
Como sabemos, el coronavirus ha impactado fuertemente las economías mundiales y lo seguirá haciendo, prueba de ello es el desplome del precio del petróleo, la caída de la industria del turismo, la crisis financiera que afecta a las líneas aéreas de todo el mundo por solo nombrar algunos ejemplos. Lo que se traduce en un aumento de la cesantía, producto de la disminución de diversas actividades económicas. De esta manera, tenemos hoy un planeta donde una parte importante de su población ve cómo disminuyen sus ingresos en forma significativa, aumentando la pobreza y el hambre.
Por su parte, las empresas y los gobiernos han ido tomando posiciones, así están quienes apuestan por hacer una transición hacia una economía baja en emisiones globales, mientras hay quienes continúan pensando solo en reactivar la economía y generar empleo, una tensión que confrontará posiciones y visiones sobre modelos de desarrollo.
En este
sentido, resulta importante tener presente la propuesta de CEPAL en relación a
garantizar un ingreso mínimo familiar para asegurar la subsistencia de personas
y comunidades vulnerables y así avanzar hacia fortalecer un estado de bienestar
para las personas, en contraposición a un enfoque que solo se oriente a una
reactivación de la economía de mercado, la cual probablemente acrecentará la
desigualdad y flexibilizará, o simplemente dejará de lado ciertos resguardos
ambientales mínimos, perpetuando así los problemas que hoy aquejan a la
humanidad. En este escenario, es importante poner énfasis en que las
problemáticas ambientales no deben pasar a un segundo plano, pues están
directamente relacionadas con la calidad de vida y el bienestar de las
personas.
[1] https://es.mongabay.com/2020/03/animales-silvestres-coronavirus-llegan-a-las-ciudades-de-latinoamerica/
[2] http://www.rfi.fr/es/salud/20200320-disminuyen-las-emisiones-de-gas-de-efecto-invernadero-con-la-crisis-del-covid-19
[3] https://news.un.org/es/story/2020/03/1471562
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[…] de desplazamiento en diversas ciudades, estaría provocando la presencia de animales silvestres[1]. También nos informan que esta reclusión, junto al cese de algunas actividades económicas, […]