El estado y el gobierno insisten en negar la autorización para una “promoción automática” de este año escolar que ha transcurrido en medio de profundas y necesarias transformaciones ciudadanas y políticas. Bajo esta premisa, alumnos y alumnas deben ser evaluados para determinar si pasan o no de curso.
“A través de la pantalla, no sé si la persona siente lo que yo siento. No está el cuerpo. Uno se expresa con el cuerpo. Se habla con una pura cabeza. Los humanos somos de sentir. Los humanos somos de actividad corporal. Frente a la pantalla no me siento tan viva”.
El incisivo testimonio de una paciente con Déficit Atencional y Trastornos del Aprendizaje sobre lo que son sus clases virtuales escolares, muestra certeramente el problema de fondo educativo “pandémico”, sin mencionar las severas brechas digitales educativas que afectan a los sectores más pobres y vulnerables.
Nuestra
subjetividad y la mente son y están esencialmente corporizadas.
Peter Hobson lo enfatiza, al decir que “percibimos cuerpos y expresiones
corporales, pero lo hacemos de tal manera, que percibimos y reaccionamos ante
la vida mental que expresan esas formas físicas”.
En el encuentro cara a cara, “no estamos ante un mero cuerpo ni ante una psique oculta, sino ante un todo unificado”, pleno de sentido intersubjetivo y situado en un contexto histórico, social y cultural, en medio de la complejidad particular de una circunstancia personal existencial determinada.
La cognición y el aprendizaje social, en medio de la comprensión y un entendimiento intersubjetivos, las expresiones del rostro del otro y el mío, mis movimientos corporales y los de otro, lo que imaginamos y sentimos junto a la otra persona que tengo en frente, como su ira, su vergüenza, su súplica, su aceptación o rechazo, la capacidad de “mentalizarnos” recíprocamente en una situación motivacional, sólo se dan en plenitud mediante un “cara a cara” presencial, que reviste de nuevos significados y sentido el mundo de la vida que se comparte en ese momento.
De esta manera, es posible que quien está siendo educado, “erotice” esta acción, es decir, la llene de sentido en medio de un deseo de aprender lo que aparece en ese momento presentarse como oculto en un misterio placentero a develar a través de quien educa.
La pantalla es vivida como una barrera digital, una fría membrana opaca, que desvitaliza e imposibilita la aparición e irrupción del otro como una persona. No permite una humanización y personalización natural recíprocas. Solo emerge en el ciberespacio un pobre remedo humanizador “maquínico”. Un simulacro volátil, que se disuelve llenos de restos y fragmentos no humanos- digitales.
La pantalla es vivida como una barrera digital, una fría membrana opaca, que desvitaliza e imposibilita la aparición e irrupción del otro como una persona. No permite una humanización y personalización natural recíprocas.
Los trabajos actuales han mostrado como esta realidad afecta especialmente a quienes presentan Trastornos del Desarrollo y otras dificultades como las mencionadas, intensificadas por los síntomas de estrés (desmotivación y desconcentración), y sumadas al hecho de la imposibilidad de ayudarlos con medidas efectivas incorporadas en los programas de Integración Escolar.
Si en períodos escolares normales son estos niños y niñas quienes no pocas veces repiten o tienen que emigrar a otro colegio más adecuados a sus formas de desarrollo y aprendizaje, en este año excepcional las dificultades que han presentado han sido particularmente severas.
Hoy se insiste de parte del MINEDUC en no permitir la promoción automática en general, evidenciando una falta de comprensión y entendimiento fuertemente deshumanizadores de las autoridades y de parte de la comunidad educadora que la comparte, especialmente en este grupo de niños y niñas.
Hoy se insiste de parte del MINEDUC en no permitir la promoción automática en general, evidenciando una falta de comprensión y entendimiento fuertemente deshumanizadores de las autoridades y de parte de la comunidad educadora que la comparte, especialmente en este grupo de niños y niñas.
Y frente a la pregunta lamentable de algunas autoridades y personas del mundo educador y aún de familias sobre ¿“de qué ha servido entonces el esfuerzo y lo hecho durante el año”? centrada en el sentido último del proceso de educación y aprendizaje, nos llevaría a preguntarnos nuevamente con Husserl, si no estamos frente a una crisis general de falta de sentido y de verdad. Frente a una degradación de la cultura.
El filósofo se refiere a la cultura como parte esencial de la naturaleza del ser humano que se configura a través “del conjunto total de los logros de los hombres en sociedad que tienen una existencia espiritual duradera (llena de sentido) en la unidad de la conciencia colectiva y de la tradición que las conserva y prolonga”. Su tarea central, es la dirigida a la renovación y transformación permanente en comunidad de un ser humano libre y reflexivo. Personas que con un actuar responsable y crítico, están impulsados por “la consecución de valores positivos”, a través de “una razón que es ética individual y colectiva” a la vez.
En este contexto, la educación es el medio para desarrollar una “comunidad de personas responsables éticamente”, en una cultura éticamente desarrollada, cada vez “más humana”. Y de esta forma, poder crear un sentido educativo dirigido fundacionalmente a desarrollar y lograr en las personas este “espíritu ético común”, donde los otros son iguales en su dignidad esencial.
Por lo tanto, nadie debiese ser valorado por sus notas y capacidades para aprender las materias, especialmente este año, en que no han podido ser enseñadas y aprendidas “normalmente”.
Por lo tanto, nadie debiese ser valorado por sus notas y capacidades para aprender las materias, especialmente este año, en que no han podido ser enseñadas y aprendidas “normalmente”.
Alumnos y alumnas, debiesen pasar “automáticamente”, o simplemente repetir todos juntos a sus comunidades educadoras, autoridades y familias, si la evaluación muestra que no se avanzó lo suficiente en la creación de un espíritu ético común más humano, en medio de un relato social y cultural sobre los cambios acaecidos llenos de sentido y esperanzas, dirigidos siempre hacia un futuro poderosamente mejor.
Por Sergio Canals L
Psiquiatra infanto-juvenil