¿Qué es la iniciativa de la franja y la ruta? ¿Por qué es importante para Chile?

por La Nueva Mirada

Por Jorge Heine (*)

El Presidente Sebastián Piñera viajará a China y a Corea del Sur del 22 al 29 de abril. En Beijing participará en el II Foro de Cooperación Internacional de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, una importante cumbre diplomática de líderes de los cinco continentes. El 1 de noviembre de 2018, el Canciller Roberto Ampuero firmó en Beijing un acuerdo de cooperación con China sobre esta Iniciativa. Ello da continuidad a nuestras relaciones con el principal socio comercial del país. El año pasado el comercio bilateral Chile-China llegó a la cifra record de 42 mil millones de dólares, con un incremento de más de un 20% respecto del año anterior. Un 30% de las exportaciones de Chile van a China, dos veces y media del monto que va a los Estados Unidos.

El año pasado el comercio bilateral Chile-China llegó a la cifra record de 42 mil millones de dólares, con un incremento de más de un 20% respecto del año anterior. Un 30% de las exportaciones de Chile van a China, dos veces y media del monto que va a los Estados Unidos.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta ha concentrado titulares a lo largo y ancho del mundo. Especialmente luego de la visita de Estado del Presidente Xi Jinping a Italia en marzo de 2019, cuando este país pasó a ser el primer integrante del G7 en firmar un acuerdo de cooperación con China sobre la referida Iniciativa, pese a la abierta oposición de varios países occidentales. La firma del acuerdo con Italia tiene un fuerte contenido simbólico. La Iniciativa, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, aspira a recrear el camino recorrido desde Europa hasta China en el siglo XIII por el legendario explorador Marco Polo, quien provenía de Venecia, en lo que es hoy Italia.

La concepción original de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, planteada por el Presidente Xi Jinping en 2013, era recrear Eurasia. Sin embargo, con el tiempo, se ha convertido en una propuesta más ambiciosa de desarrollo para el Sur Global.

Lo que China está ofreciendo a los países de África, Asia y América Latina es reconstruir su infraestructura de transporte y logística, así como sus fuentes de energía. Aunque las estimaciones varían, su presupuesto llega al menos a un billón de dólares, y podría llegar hasta los ocho billones.

La concepción original de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, planteada por el Presidente Xi Jinping en 2013, era recrear Eurasia. Sin embargo, con el tiempo, se ha convertido en una propuesta más ambiciosa de desarrollo para el Sur Global.

Según algunos estimados, en sus primeros cinco años de existencia, el valor de los proyectos asociados a la Iniciativa supera los 800 mil millones de dólares, sobre todo en Asia. Poca duda cabe que las naciones en desarrollo tienen enormes deficiencias en infraestructura. En las últimas décadas, ello se ha visto agravado por dos factores: uno de ellos es la política de ajuste que sigue a las crisis periódicas que afectan a la economía mundial. Lo primero a recortar en esa política son los proyectos de infraestructura. La otra es que las instituciones financieras tradicionales como el Banco Mundial ya no dan préstamos para proyectos «duros», como puentes, túneles y represas, concentrándose en proyectos «blandos” (educación, salud o alivio de la pobreza).

China aspira a llenar ese vacío. Una de las razones por las que ha crecido a tasas tan altas en los últimos cuarenta años es por la enorme inversión en ferrocarriles, autopistas, túneles, puertos y aeropuertos. Todo ello ha aumentado su productividad. Lo mismo ocurre con la conectividad digital. La invitación de dos presidentes latinoamericanos (Michelle Bachelet de Chile y Mauricio Macri de Argentina, de un total de 30 jefes de estado y gobierno participantes) al primer Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta celebrado en Beijing en mayo de 2017, dio una señal importante en cuanto al alcance de esta Iniciativa en las Américas.

Lo que China está ofreciendo a los países de África, Asia y América Latina es reconstruir su infraestructura de transporte y logística, así como sus fuentes de energía. Aunque las estimaciones varían, su presupuesto llega al menos a un billón de dólares, y podría llegar hasta los ocho billones.

Lo mismo vale para el hecho que la presidenta de Chile pronunciase uno de los discursos de apertura del Foro. A su vez, el II Foro Ministerial China-CELAC, celebrado en Santiago en enero de 2018, publicó una «Declaración Especial sobre la Iniciativa Cinturón y Carretera», calificándola como «una nueva plataforma para la colaboración de beneficio mutuo» entre China y América Latina, invitando a las “naciones latinoamericanas y caribeñas a unirse a ella «.

Desde entonces, varios países de la región (dieciséis hasta el último recuento) han firmado tales acuerdos. Algunos dicen que este es un ejercicio inútil, ya que en los últimos años las compañías chinas han estado involucradas en bastantes proyectos de infraestructura y energía en la región, y que estas formalidades contribuyen poco a lo que ya está ocurriendo en terreno. Sin embargo, eso no es tan así. Hay temas en los cuales los intereses de China y los de los países latinoamericanos divergen, y hay que tenerlos en cuenta. Pero en materia de infraestructura y energía, hay una verdadera convergencia.

Lo mismo vale para el hecho que la presidenta de Chile pronunciase uno de los discursos de apertura del Foro. A su vez, el II Foro Ministerial China-CELAC, celebrado en Santiago en enero de 2018, publicó una «Declaración Especial sobre la Iniciativa Cinturón y Carretera», calificándola como «una nueva plataforma para la colaboración de beneficio mutuo» entre China y América Latina, invitando a las “naciones latinoamericanas y caribeñas a unirse a ella «.

La mayoría de las naciones latinoamericanas están comprometidas con un modelo de desarrollo exportador. Sin embargo la distancia de algunos de sus principales mercados de exportación sigue afectando su estructura de costos y competitividad. En consecuencia, uno pensaría que las inversiones para mejorar la logística y el transporte serían de alta prioridad. Con todo, ese no es el caso. De hecho, América Latina y el Caribe es una de las regiones que menos invierte en infraestructura: poco más del 2,5% del PIB, en contraste con el 8% en Asia del Este.

Hay temas en los cuales los intereses de China y los de los países latinoamericanos divergen, y hay que tenerlos en cuenta. Pero en materia de infraestructura y energía, hay una verdadera convergencia.

En ese sentido, en la medida en que la primera fase de la inversión china en la región, es decir, la orientada sobre todo hacia la extracción de recursos naturales, llega a su fin, la siguiente, la orientada hacia la inversión en infraestructura, se vuelve crucial, y en ella es que la Iniciativa de la Franja y la Ruta pasa a ser clave.  Esta un área en la que China tiene ventajas comparativas: el capital, la tecnología y las empresas de construcción, así como la capacidad de concluir proyectos rápidamente, en lo que se conoce como “China speed” (la rapidez china) es parte de la razón de su éxito.

En ese sentido, en la medida en que la primera fase de la inversión china en la región, es decir, la orientada sobre todo hacia la extracción de recursos naturales, llega a su fin, la siguiente, la orientada hacia la inversión en infraestructura, se vuelve crucial, y en ella es que la Iniciativa de la Franja y la Ruta pasa a ser clave.

El caso de Panamá es un buen ejemplo. Dada su ubicación como «centro de transporte» de las Américas, está muy bien posicionada para ser el punto de entrada para los productos chinos en el Nuevo Mundo. Y aunque solo estableció relaciones diplomáticas con China el 13 de junio de 2017, poco después se convirtió en la primera nación latinoamericana en firmar un acuerdo de cooperación sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Las razones no son difíciles de entender. China es el segundo mayor usuario del Canal de Panamá, después de Estados Unidos, y el mayor proveedor de la Zona Libre de Colón. Panamá también es el país con la tasa de crecimiento más alta en las Américas (5.4% en 2018) y con uno de los ingresos per cápita más altos (US $ 15,000 en términos nominales).

Panamá ha prosperado porque es la economía de servicios por antonomasia. No depende de producir nada, sino de empacar, manipular y enviar bienes fabricados por otros, así como de financiar tales operaciones.  A medida que China aumenta su comercio e inversión con América Latina, Panamá es un centro ideal para proyectarse al continente, tanto por su posición geográfica como por su condición como centro financiero y logístico, el Hong Kong de las Américas.

Y si Panamá está muy bien posicionada para convertirse en el punto de entrada para los productos chinos que llegan al Hemisferio Occidental, Chile, según algunos indicadores, el país más desarrollado de América Latina y el con el mayor grado de penetración digital, podría llegar a ser el punto de entrada para la conexión digital de la región con Asia.

Y si Panamá está muy bien posicionada para convertirse en el punto de entrada para los productos chinos que llegan al Hemisferio Occidental, Chile, según algunos indicadores, el país más desarrollado de América Latina y el con el mayor grado de penetración digital, podría llegar a ser el punto de entrada para la conexión digital de la región con Asia. Por increíble que parezca, en este momento no hay ningún cable de internet que cruce el Pacífico Sur, mientras que hay medio centenar que cruzan el Atlántico Norte.

En una época en que el valor del comercio Sur-Sur ha superado al del Norte-Sur, el hecho que las comunicaciones electrónicas entre Asia y Sudamérica tengan que pasar por Norteamérica es anacrónico, por decir lo menos. Y fue en base a ello que el Subsecretario de Telecomunicaciones, Pedro Huichalaf firmó en Beijing en enero de 2016 un Memorandum de Entendimiento con su contraparte de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China para realizar un estudio de factibilidad sobre la instalación de un cable submarino Trans-Pacífico de fibra óptica de 20,000 km de largo entre China y Chile. El aumento explosivo del comercio electrónico entre Asia y Sudamérica significa que pronto los cables existentes (que dan una larga vuelta, pasando por Norteamérica) no darán abasto.

El año 2017 se realizó un estudio de pre-factibilidad sobre este proyecto. En marzo de 2018, tuvo lugar el cambio de gobierno en Chile. En junio de ese año, el Presidente Sebastián Piñera, en su mensaje al país, hizo referencia al proyecto de un cable de internet entre Asia y Sudamérica, sin precisar que sería con China. Se ha informado que ahora Japón también estaría interesado en el proyecto, y que el mismo podría pasar por Australia y Nueva Zelandia, con lo que pasa a ser algo muy distinto. Desde entonces, el proyecto pareciera dormir el sueño de los justos. No se ha vuelto a saber de él.

El año 2017 se realizó un estudio de pre-factibilidad sobre este proyecto. En marzo de 2018, tuvo lugar el cambio de gobierno en Chile. En junio de ese año, el Presidente Sebastián Piñera, en su mensaje al país, hizo referencia al proyecto de un cable de internet entre Asia y Sudamérica, sin precisar que sería con China. Se ha informado que ahora Japón también estaría interesado en el proyecto, y que el mismo podría pasar por Australia y Nueva Zelandia, con lo que pasa a ser algo muy distinto. Desde entonces, el proyecto pareciera dormir el sueño de los justos. No se ha vuelto a saber de él.

Por las razones antedichas, poca duda cabe que ofrece enormes oportunidades a los países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, como ilustra el caso del proyecto del cable Trans-Pacífico Chile-China, es muy posible que, una vez más, nuestros países las dejen pasar, y sigamos en nuestra eterna condición de desarrollo frustrado.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta es la propuesta de desarrollo más ambiciosa sobre el tapete hoy. Marco Polo, con el cual tanto se identifica la Ruta de la Seda original, nunca llegó a Sudamérica, y la noción que una iniciativa destinada originalmente a recrear Eurasia se proyecte también a las Américas aparece como algo contra-intuitivo. Por las razones antedichas, poca duda cabe que ofrece enormes oportunidades a los países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, como ilustra el caso del proyecto del cable Trans-Pacífico Chile-China, es muy posible que, una vez más, nuestros países las dejen pasar, y sigamos en nuestra eterna condición de desarrollo frustrado.

(*1) Jorge Heine es investigador en políticas públicas en el Wilson Center en Washington DC. Fue embajador de Chile en China de 2014 a 2017.

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