Es la pregunta filosófica fundamental: inquiere por el fundamento último del ser. Así pues, ¿qué onda las candidaturas presidenciales?
Viejos de sensibilidad desgastada por afanes controladores, y jóvenes infantilizados por la adquisición de juegos racionalistas en buenas universidades, responden con los “Programas de Gobierno” (Mayúsculas). Revolcados por los efectos de las contingencias de la pandemia del Covid 19 y el giro político de fines de 2019, insistir en programas definitorios para 4 años, constituye una onda en sí misma (que consiste en no cacharse la onda).
El fundamento último del ser no puede consistir en una fórmula escrita en un papel ni discurseada en debates televisados. Los jóvenes que preguntan por la onda lo saben perfectamente bien. Los avejentados y los inteligentitos, menos. El ser se toca, tiene sabor, huele bajo la ropa, se deja comer o no, tienta o repele, calienta o congela. Tiene música. La onda se nota de lejos, aunque esté oscuro. ¿Alguien se enamoró del programa de la pareja?, ¿o confió en el programa del socio?
Onda, amigos y adversarios. Apariencia y ser se oponen. No jodan de más con programas.
Por favor.