“La constitución no es un marco de unidad sino el centro de la polémica”
Faltan menos de tres meses para el plebiscito de entrada al proceso constituyente, cuando los chilenos deben decidir si quieren una nueva constitución y resolver el mecanismo de elaboración de la nueva carta fundamental.
Corre el tiempo y se activan los sectores de derecha resueltos por la opción de rechazo y la alternativa de una convención mixta (integrada en un 50 %por parlamentarios y el otro 50 % por constituyentes elegidos), mientras subsisten diferencias al interior de la oposición respecto del carácter de una convención constituyente íntegramente elegida, con sectores que postulan que debiera ser una asamblea constituyente íntegramente elegida y soberana no tan sólo para decidir los quórums de aprobación de los acuerdos (cuestionando los 2/3 establecidos en el acuerdo suscrito por un amplio espectro político), sino también para disolver el parlamento y asumir las funciones legislativas, como insinuara el líder del movimiento No más AFP, Luis Mesina.
La mayoría de la derecha, desde el Partido Republicano, de José A. Kast, pasando por el conjunto de la UDI (salvo muy contadas excepciones), la mayoría de Renovación Nacional (como quedara establecido en su último Consejo General) y un sector minoritario de Evopoli, se reconcilia tras la opción de rechazo. Algunos, como la mayoría de los senadores de RN, con la idea de “un rechazo propositivo”, que implica la posibilidad de modificar algunas de las disposiciones de la actual carta fundamental a través de las vías institucionales (el congreso), arguyendo que el proceso constituyente sería demasiado largo y que se requieren reformas urgentes.
Así, en definitiva, la inmensa mayoría de la derecha comparte la idea que la actual constitución, elaborada en dictadura y con reformas sucesivas durante el proceso de transición y consolidación democrática, ha contribuido al desarrollo político y económico del país y que la cuestionada idea de “una hoja en blanco” para redactar una nueva carta fundamental (como establece el acuerdo suscrito) es enormemente riesgosa para el país.
Incluso más. No son pocos los que sostienen que hoy no existen las condiciones adecuadas para desarrollar el proceso constituyente, aludiendo al clima de violencia que imperaría en el país, olvidando la extrema violencia represiva y ausencia de garantías constitucionales que rodearon el tan singular y fraudulento proceso constituyente en 1980.
olvidando la extrema violencia represiva y ausencia de garantías constitucionales que rodearon el tan singular y fraudulento proceso constituyente en 1980.
Con todo, cercados por un cierto sentido común, crecen los que reconocen que el plebiscito de entrada es inevitable o incluso necesario para zanjar el conflicto institucional que se arrastra desde hace cuatro décadas, y que ha acompañado el proceso de transición y consolidación democrática, sosteniendo que son igualmente legítimas las opciones por la aprobación o el rechazo de una nueva constitución y que cualquiera de ellas terminará legitimando el actual texto constitucional o la necesidad de redactar una nueva carta fundamental.
Con todo, cercados por un cierto sentido común, crecen los que reconocen que el plebiscito de entrada es inevitable o incluso necesario para zanjar el conflicto institucional que se arrastra desde hace cuatro décadas
La arriesgada apuesta de los sectores más duros de la derecha
El rechazo es una apuesta políticamente muy riesgosa a la luz de lo que indican las encuestas y la propia consulta ciudadana desarrollada por la asociación de municipios, mostrando un amplio favoritismo a favor de una nueva constitución, aunque una cierta incertidumbre en torno al mecanismo para su elaboración. Una apuesta que amenaza con una creciente polarización social y política
Los dichos del propio jefe de Estado en el reciente encuentro de la ENADE, afirmando que la actual constitución no representaba “un marco de unidad sino el centro de la polémica” abonaría la necesidad de una nueva carta fundamental, legítima en su origen y homogéneamente democrática en sus contenidos. Sin embargo, el mismo mandatario, al legitimar las opciones por la aprobación o rechazo, insiste en que se trata de diversos caminos para “perfeccionar” el actual texto constitucional.
La campaña por el plebiscito
No será tarea fácil la cohabitación de las dos sensibilidades que hoy conviven al interior de la derecha respecto del proceso constituyente. Mario Desbordes, que fuera ratificado por aclamación en el reciente Consejo General de RN tras reconocer que se encontraba en minoría con su opción de aprobar una nueva constitución (lo cual no deja de ser extraño), ha sostenido que no le gustaría ver a miembros de su partido en un comando junto a los socialistas por la aprobación del proceso constituyente, como tampoco junto a José A. Kast y su nueva agrupación política (que no es parte de la coalición de gobierno) apoyando el rechazo. Una aseveración que generó duras réplicas de algunos de sus parlamentarios que ya han optado por trabajar con Kast, algo que ciertamente la UDI no descarta, como afirmara su presidenta JVR.
No será tarea fácil la cohabitación de las dos sensibilidades que hoy conviven al interior de la derecha respecto del proceso constituyente. Mario Desbordes
Tampoco será tarea fácil sumar a los diferentes sectores que aprueban el proceso constituyente y mayoritariamente la Convención o Asamblea constituyente pero mantienen diferencias respecto de su carácter y potestades.
existe buena disposición del conjunto de los partidos opositores para sumar esfuerzos e incluir símbolos comunes en la campaña a favor del proceso constituyente, pero manteniendo identidad propia y salvando diferencias.
Tal como lo han revelado conversaciones iniciales, existe buena disposición del conjunto de los partidos opositores para sumar esfuerzos e incluir símbolos comunes en la campaña a favor del proceso constituyente, pero manteniendo identidad propia y salvando diferencias.
Pese a lo que muestran las encuestas y la reciente consulta ciudadana, la aprobación del proceso constituyente no está asegurada. Los sectores más duros de la derecha han iniciado una verdadera “campaña del terror”, tomando como pretexto los hechos de violencia que continúan – con muy diferentes expresiones y el significativo aporte represivo de Carabineros – de los cuales no duda en culpar a la izquierda que contribuiría a justificar sino a incentivar esos actos.
Pese a lo que muestran las encuestas y la reciente consulta ciudadana, la aprobación del proceso constituyente no está asegurada.
Poco han contribuido a enfocar el debate en lo sustancial que está en juego, declaraciones como las del diputado comunista Hugo Gutiérrez, ironizando sobre el atentado a un furgón de carabineros en Antofagasta o el propio seminario sobre derechos humanos organizado por el senador Alejandro Navarro(siempre cuestionado por su lealtad al gobierno de Maduro, en Venezuela) con visita de encapuchados de la llamada “primera línea” para entregar su testimonio, siendo entusiastamente recibidos por los asistentes al evento.
Y aún no se enfrentan los debates de fondo acerca de los contenidos de una nueva constitución o una constitución “reformada” que proponen algunos de los sectores de la derecha, que ciertamente pueden polarizar y dividir aún más las opiniones tanto en el oficialismo como en la propia oposición.
La campaña por el plebiscito del próximo mes de abril se anuncia fuertemente polarizada, áspera y de confrontaciones, en un clima marcado por la movilización social que bien puede reactivarse a partir del próximo mes de marzo, sin descartar hechos de violencia como los que han continuado sucediendo en estas últimas semanas.
La campaña por el plebiscito del próximo mes de abril se anuncia fuertemente polarizada, áspera y de confrontaciones, en un clima marcado por la movilización social que bien puede reactivarse a partir del próximo mes de marzo, sin descartar hechos de violencia como los que han continuado sucediendo en estas últimas semanas.
El año político se cierra la primera semana de febrero, cuando el Senado debe conocer de la acusación al intendente de Santiago y el parlamento buscará despachar, de manera exprés, algunas de las iniciativas legislativas, como el salario mínimo o la propia reforma del sistema previsional que adquirió mayor viabilidad luego que la Democracia Cristiana llegara a un nuevo acuerdo en solitario con el gobierno, acentuando el rol de bisagra que ha impulsado la actual directiva partidaria.
luego que la Democracia Cristiana llegara a un nuevo acuerdo en solitario con el gobierno, acentuando el rol de bisagra que ha impulsado la actual directiva partidaria.
Pero aún queda pendiente una larga agenda en materias sociales, económicas y políticas para dar respuestas a las principales demandas ciudadanas en materia de pensiones, salarios, salud y educación, así como reformas estructurales al modelo de desarrollo, que permitan enfrentar el tema de las desigualdades que están en el origen del conflicto social que vive el país.
En el citado encuentro de la ENADE, Piñera afirmó que estos tres últimos meses habían sido los más difíciles de su trayectoria política. La mala noticia es que los dos años que le restan a su mandato pueden ser aún peores
En el citado encuentro de la ENADE, Piñera afirmó que estos tres últimos meses habían sido los más difíciles de su trayectoria política. La mala noticia es que los dos años que le restan a su mandato pueden ser aún peores (“cada día puede ser peor” sostenía la expresidenta Michelle Bachelet). Más aún si no se asume la crisis en su globalidad ni se abren los cauces institucionales para procesar las demandas ciudadanas. Y esa sigue siendo aún una asignatura pendiente, tanto para el gobierno como para la oposición,
una asignatura pendiente, tanto para el gobierno como para la oposición,