Se equivocó la abuela

por La Nueva Mirada

Arremetió en contra de Yasna Provoste, la presidenta del Senado, cuya imagen viene en alza, por ratificar la disposición a buscar un acuerdo con el gobierno en torno a temas como la protección social durante la emergencia, el apoyo a las Pymes y los trabajadores independientes y el reforzamiento de los servicios de salud.

No dudó en calificar esta iniciativa, apoyada por los 24 senadores de oposición, como “una cocina”, orientada a salvar a Pinera y construir un acuerdo a espaldas de la gente. Ya puesta en esa deriva, extendió certificado de defunción electoral a Ximena Rincón, Paula Narváez y Gabriel Boric, acusando al Frente Amplio de estar comprometido con la misma cocina. Un poco demasiado. Incluso para Pamela Jiles.

Es más que evidente que la diputada está en contra de este acotado dialogo, que busca cerrar la puerta a nuevos retiros de los fondos previsionales, asegurando un apoyo sustantivo del Estado para los sectores sociales más urgidos y precarios. Un eventual acuerdo le quita su principal, sino único “caballito de batalla”, que le ha permitido posicionarse en las encuestas, inviabilizando el cuarto y quinto retiro.” Y más de ser necesarios”.

La presidenta del Senado se ha asegurado para que este dialogo, al cual se ha abierto el gobierno tras su dura derrota en el Tribunal Constitucional, se haga con transparencia, de cara a la ciudadanía, consultando a las organizaciones sociales. Es un dialogo acotado a los temas de protección social durante la emergencia. Con apoyo más sustantivo a las Pymes y los trabajadores independientes, así como el reforzamiento de los servicios de la salud.

Pamela Jiles no es la única que mira con aprehensión el dialogo iniciado por las mesas de ambas cámaras con el gobierno, en busca de un consenso sobre estos sensibles y urgentes temas. Al interior de Chile Vamos existen similares aprehensiones respecto de un diálogo que ha tendido a invisibilizarlos (pese a que el presidente de la Cámara de diputados participa de estas conversaciones) y cuyos términos, en la lectura de las bancadas oficialistas, parecen determinados por la oposición.

La minuta presentada por el gobierno, con la cual busca rayar la cancha del dialogo, es demasiado genérica, como lo han señalado los parlamentarios de oposición, y debiera ser complementada con las indicaciones que prepara la mesa del senado, en consulta con las organizaciones sociales. Por su parte, la coalición oficialista ha anunciado que presentará sus propias propuestas a la mesa de dialogo, buscando retomar protagonismo.

En rigor, el gobierno no tiene demasiados espacios de maniobra, Ni menos para la letra chica, a la cual es tan aficionado. Un fracaso del dialogo tan solo profundizaría la crisis por la que atraviesa, con la posibilidad cierta de nuevos estallidos sociales y una seria crisis institucional.

Por cierto, un eventual acuerdo no resuelve todos y cada uno de los problemas que enfrenta el país en la ultima etapa del actual gobierno y la mayoría de ellos habrán de ser heredados por la administración que le suceda. Pero si el acuerdo permite asegurar una renta universal durante la emergencia, apoyar a los sectores mas golpeados por la pandemia y fortalecer los servicios de la salud, el esfuerzo de la oposición habrá valido la pena.

 Lejos de constituir una tabla de salvación para el gobierno, apenas le posibilita un respiro, que obliga al Ejecutivo a una mayor apertura al diálogo y la búsqueda de consensos en materias tan sensibles como el empleo, la reforma del sistema previsional, la salud y la reactivación económica.

El impacto de la encuesta del Centro de Estudios Públicos

Calificada como la madre de todas las encuestas, pese a sus gruesos errores durante la anterior elección presidencial, en donde sobre estimó el apoyo a Sebastián Pinera minimizando el de Beatriz Sánchez, la reciente encuesta publicada por el CEP, luego de una prolongada interrupción, generó todo tipo de reacciones en el mundo político.

Muchos tendieron a cuestionar la metodología (telefónica y no presencial, como era tradicional), la muestra y algunos de sus resultados, que no coinciden con los de otras mediciones. Y aunque la encuesta no mide intención de voto sino niveles de apoyo y rechazo (que la mayoría sí asimila a intención de voto), sus resultados abrieron polémicas y plantearon serias interrogantes respecto de los liderazgos al interior de las diversas coaliciones.

Es mas que evidente, como lo señalan todas las encuestas, que hasta ahora existe un vacío y extrema debilidad de los liderazgos que aspiran a la sucesión de Piñera. Joaquín Lavín y Evelyn Matthei, que lideran las preferencias en el oficialismo, no superan el 15 % de las preferencias. Pamela Jiles, que aparece en primer lugar, no llega al 20 % persistiendo la interrogante si materializará una postulación presidencial. Para Daniel Jadue, ya proclamado oficialmente por el PC, el obstáculo principal es su alto nivel de rechazo, pese a ser la figura más competitiva en la izquierda. En tanto que ninguno de los precandidatos de la Unidad Constituyente supera el umbral del 5 % de las preferencias.

En la UDI está abierta una agria disputa entre Evelyn Matthew, que ha confirmado su intención de competir en las primarias oficialistas, y Joaquín Lavín, apoyado por la mayoría de sus parlamentarios, que insisten en presentar un candidato (a) único a las primarias del sector, que debiera ser resuelto por su Consejo General. Un mecanismo que Evelyn Matthei rechaza, afirmando que su partido no puede dejar fuera de la carrera, por secretaría, a la única mujer oficialista que compite por la presidencia. De aprobarse el mecanismo institucional para decidir la candidatura, no se puede descartar que Evelyn Matthei opte por apoyar a algún otro candidato en las primarias, como es la esperanza de Ignacio Briones.

En la oposición ha irrumpido con fuerza el nombre de Yasna Provoste, la presidente del Senado, que gana protagonismo con su nuevo rol institucional, articulando las bancadas de la oposición en una firme y unitaria postura frente al gobierno.

Es legitimo preguntarse si este posicionamiento y el apoyo a su gestión sería el mismo si la actual presidenta del Senado se hubiese anotado a la carrera presidencial. Una opción que la parlamentaria no ha considerado, reafirmando su apoyo a Ximena Rincón, la precandidata de la Democracia Cristiana, que se impusiera en la primaria interna.

Es difícil que, a estas alturas, el escenario de las precandidaturas sufra modificaciones relevantes, aun cuando no pueda descartarse del todo, y habrá que esperar que las próximas elecciones del 15 y 16 de mayo, entreguen datos de la realidad que permita conocer el peso especifico de cada una de las coaliciones y partidos, cómo se constituye el nuevo mapa político del país y con qué programa y fuerzas políticas gobernaría quien resulte electo presidente o presidenta,

Por ahora, las encuestas tienen un valor mas que relativo. La verdadera carrera presidencial parte inmediatamente después de las próximas elecciones, cuando los diversos partidos y coaliciones deban formalizar sus alianzas e inscribir sus precandidatos a las primarias de sus respectivos sectores.

Todo apunta a que la UDI resolverá un solo candidato o candidata a las primarias de su sector, por los riesgos evidentes de dividir sus preferencias y las apuestas favorecerían, con reservas, a Joaquín Lavín, el que debería competir con Mario Desbordes, Sebastián Sichel e Ignacio Briones.

En la oposición resulta evidente que no existen condiciones para la unidad en torno a un candidato (a), designado (a) a través de primarias amplias y sin exclusiones, tal como lo afirmara recientemente el vicepresidente del PPD, Francisco Vidal.  A lo más, un acuerdo en torno a mínimos comunes (una frase muy en boga en estos días) y un acuerdo de apoyo reciproco para quien pase a segunda vuelta.

En la Unidad Constituyente parece claro que competirán los precandidatos y precandidatas designados (as) por sus respectivos partidos, en donde Ximena Rincón aparece como la candidata mas competitiva, luego del buen desempeño de la DC en las primarias. La duda es si aquello no generará una fuga de votos de los militantes y adherentes de socialistas, PPD y Nuevo Trato.

En la izquierda, Daniel Jadue mantiene la primera opción para alzarse con la candidatura presidencial de su sector, subsistiendo la interrogante acerca de si Gabriel Boric, el aspirante más competitivo del Frente Amplio logrará reunir las firmas necesarias para formalizar su postulación.

Todas estas interrogantes deberán ser despejadas inmediatamente después de las elecciones del 15 y 16 de mayo, con miras a las primarias legales programadas para el mes de julio.

El proceso constituyente

En medio de la danza de precandidato(a)s, no parece inteligente olvidar la elección de integrantes de la Convención Constituyente que tendrán la responsabilidad de elaborar una nueva constitución sobre una hoja en blanco.

No son pocos los declarados partidarios del rechazo al proceso constituyente que hoy son candidatos y candidatas a la Convención. Varios por los distritos del barrio alto de la capital y en aquellas zonas en donde la derecha dura tiene fuerza. Ciertamente son una minoría, bastante inferior al tercio de los convencionales que el oficialismo espera elegir.

La mayoría de los candidatos y candidatas a la Convención Constituyente, militantes e independientes, entre ellos personas de derecha, fueron partidarios del apruebo y con toda seguridad serán mayoría en esa instancia.

Cabría esperar que esa mayoría diversa y plural exprese una efectiva capacidad de dialogo y construcción de consensos para elaborar una nueva Constitución homogéneamente democrática al procesar las demandas sociales, avanzando en los cambios y transformaciones que la inmensa mayoría de la ciudadanía ha demandado con urgencia. Por eso, entre otras razones, es tan importante concurrir a votar este próximo 15 y 16 de mayo. El país necesita, hace rato, una nueva Constitución.

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