Televisión 2020. Entre la saturación, el miedo y las omisiones

por La Nueva Mirada

Luis Breull

Ocultar mostrando, el concepto que el sociólogo francés Pierre Bourdieu usaba para criticar el vacío de la oferta de esta industria en su libro Sobre la Televisión, sirve para repasar lo que ha sucedido con el proceso de normalización de la agenda periodística televisiva –entendida como el regreso a su cauce anterior al estallido social- donde se pasó por corte directo de la sobreoferta de estos contenidos a su prácticamente nula información, excepto para resaltar la violencia y el temor de algunos segmentos de la ciudadanía adulta mayor. Un ejercicio reactivo a la petición del Presidente Sebastián Piñera de no alentar las protestas sociales informando en exceso sobre este proceso de malestar, a pocos días de transcurrida la quema del metro en octubre pasado.

Un ejercicio reactivo a la petición del Presidente Sebastián Piñera de no alentar las protestas sociales

Una antesala al mes de abril, donde asistiremos a la Teletón 2019, que quedó pendiente desde el estallido, y al plebiscito por una nueva Constitución.

No obstante, esta semana comienza a desplegarse la oferta de entretención nocturna de los canales abiertos en la temporada otoño invierno 2020, simplificando y reduciendo la gama de contenidos a unos pocos formatos de show, competencia, teleseries y series nuevas o repetidas. Una antesala al mes de abril, donde asistiremos a la Teletón 2019, que quedó pendiente desde el estallido, y al plebiscito por una nueva Constitución.

Sobreviviendo

El verano que termina fue de serios ajustes de costos y reducción de personal –incluidos rostros-, como fenómeno transversal a las industrias de medios en todas sus plataformas (prensa escrita, radios y canales de TV). Un instante también de tensión que dejó a fines de enero a más de 500 profesionales del campo de las comunicaciones enfrentando la cesantía en forma directa.

Un instante también de tensión que dejó a fines de enero a más de 500 profesionales del campo de las comunicaciones enfrentando la cesantía en forma directa.

Para los que quedan, se viene la urgencia de sobrellevar la carga de seguir creando contenidos, pero con expectativas decrecientes de recaudación, presionado a la baja además por la cautela de los avisadores frente a la inversión publicitaria. Un campo del que en pocas semanas más se conocerán los balances totales de gestión 2019 de los canales de TV, donde a septiembre las pérdidas ya superaban los 25 millones de dólares, y que perfectamente de enero a diciembre podrían duplicarse (inclusive dejando por primera vez en números rojos desde su refundación a Mega, el canal líder indiscutido en audiencias).

¿Inviables?

Los problemas de gestión que enfrentan desde hace seis años ya estaciones como TVN, Chilevisión y Canal 13 obligan a repensar los proyectos empresariales o corporativos en el marco de la sustentabilidad financiera y el aporte real a las audiencias nacionales.

En el caso de la estación pública se viene un proceso de cambios a nivel directivo gerencial.

En el caso de la estación pública se viene un proceso de cambios a nivel directivo gerencial, así como de la incorporación de dos miembros del directorio -bajo lógicas binominales- al que ingresan la ex ministra del deporte del actual Gobierno, Pauline Kantor, y Nivia Palma, ex ministra de Bienes Nacionales del segundo mandato de Michelle Bachelet. También se prepara el recambio en la Dirección de Prensa con el eventual regreso de Enrique “Kike” Mujica, y en la Dirección Ejecutiva la salida de Francisco Guijón, quien podría ser reemplazado por el abogado y ex ejecutivo de Canal 13, Javier Urrutia, o bien por la periodista y ex ministra de Cultura de la actual administración, Alejandra Pérez, quien también se desempeñó por algunos meses como cabeza de gestión de la señal de Andrónico Luksic.

Chilevisión -en tanto-, como parte del conglomerado de medios de Turner Broadcaster System Latinoamérica, en conjunto con CNN Chile, ha mostrado mayores niveles de rebaja de sus pérdidas financieras.

Chilevisión -en tanto-, como parte del conglomerado de medios de Turner Broadcaster System Latinoamérica, en conjunto con CNN Chile, ha mostrado mayores niveles de rebaja de sus pérdidas financieras. Y también ha sabido capitalizar de mejor modo la cobertura periodística del estallido social, siendo la alianza de medios más valorada por la ciudadanía en diversos estudios de opinión realizados hasta la fecha.

Sea por venta de publicidad o por otros negocios, como en el caso de TVN es el arriendo de estacionamientos y de parte de sus oficinas, estamos en presencia de una industria frágil en medio de un instante histórico de incertidumbres. Una cuestión que acrecienta las dificultades para clarificar el futuro del negocio. Tanto es así, que en el caso de la señal estatal se hará urgente revisar su actual legislación para otorgarle una partida presupuestaria permanente –año a año- para garantizar su sobrevivencia. Algo que deberá zanjar el Congreso en conjunto con la redefinición de su sentido editorial y programático para poder esclarecer cuál es su real core business o centro de negocio que le asegura un valor futuro y aporte a la ciudadanía más allá de entretención banal, pura y dura como hasta hoy.

Tanto es así, que en el caso de la señal estatal se hará urgente revisar su actual legislación para otorgarle una partida presupuestaria permanente –año a año- para garantizar su sobrevivencia.

La deuda adicional

Un fenómeno que no deja de llamar la atención es el rechazo profundo y la desconfianza que sienten hacia la televisión chilena diversos grupos que particularmente simpatizan con el estallido social. Tanto por el malestar frente a cómo la TV ha trivializado el pasado reciente y cómo ha desviado la atención respecto de los problemas estructurales de la sociedad (impidiendo debates profundos bajo la justificación que es una plataforma que no se presta para grandes densidades de lenguaje y abstracción), sustituyéndolos por telebasura y polémicas intrascendentes.

Un fenómeno que no deja de llamar la atención es el rechazo profundo y la desconfianza que sienten hacia la televisión chilena diversos grupos que particularmente simpatizan con el estallido social.

En este plano y pronto a cumplir cinco meses desde el estallido social, ningún canal de TV a través de sus informativos o programas de reportajes ha hecho el intento de explicar en profundidad cuál es el fenómeno social, político y económico que estamos viviendo y por qué se produjo. Solo se han contentado en acentuar cada vez con mayor frecuencia los temas relacionados con la violencia y el malestar que crece en algunos segmentos de la población por las reiteradas protestas, olvidándose del proceso multidimensional y complejo que subyace y que en octubre pasado fue capaz de movilizar solo en Santiago a casi un millón y medio de personas en la marcha del 25 de octubre.

Marzo se viene no solo como un mes clave dentro de este tsunami social, sino como un calendario/recordatorio que el regreso al país pre – estallido social es imposible.

Marzo se viene no solo como un mes clave dentro de este tsunami social, sino como un calendario/recordatorio que el regreso al país pre – estallido social es imposible. Se nos viene un plebiscito constituyente donde las campañas de adhesión y de rechazo se polarizarán día a día y si no estamos preparados para usar las redes de modo tolerante y sincero, nos envolverá un huracán de fake news y de estrategias de terror.

Y allí, lamentablemente la programación actual de los canales ni contribuye ni dará abasto para tantas demandas.

Y es justo en este escenario donde la TV puede servir de faro para iluminar y de foro para encontrarnos en la construcción de un nuevo escenario de convivencia social en un año que se avizora convulso, conflictivo y muy politizado. Y allí, lamentablemente la programación actual de los canales ni contribuye ni dará abasto para tantas demandas.

También te puede interesar

Deja un comentario