¿Un Museo de la Democracia?

por La Nueva Mirada

¿Es en serio?

¿Sebastián Piñera quiere incursionar en el pantanoso terreno de la historia reciente y reabrir el debate acerca de las causas y responsables por el quiebre democrático de 1973?

¿La derecha quiere escribir una nueva “historia oficial” para responsabilizar a la izquierda por ese quiebre democrático?, Pretende justificar las sistemáticas y masivas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura cívico militar?

¿De verdad insistirán en la delirante tesis que las FF.AA. con su “pronunciamiento” (no un golpe de Estado) salvaron al país de caer en una dictadura marxista?

¿Sostendrán que en Chile se vivió una verdadera guerra civil, como sostienen uniformados y civiles golpistas, para justificar los asesinatos, torturas, desapariciones y exilio?

¿Revivirán el famoso “plan Z”- delirante elaboración golpista de listado de dirigentes políticos, sociales y empresariales, que el gobierno “marxista” pretendía asesinar?

¿Lograrán borrar de la memoria el asesinato de René Schneider, comandante en Jefe del Ejército,  a manos de un comando de ultraderecha, intentando culpar a la izquierda e impedir que Allende asumiera el poder?

¿Eliminarán las actas del Senado estadounidense que acreditan la participación de la CIA y el Departamento de Estado norteamericano para derrocar a Salvador Allende?

¿Negarán que la derecha y los empresarios propiciaron el “paro de Octubre”, golpearon las puertas de los cuarteles y generaron el desabastecimiento de productos esenciales, que milagrosamente “aparecieron” en los mercados al día siguiente del golpe de Estado?

¿Rescatarán las imágenes patrióticas y heroicas de Augusto Pinochet, José Toribio  Merino y César Mendoza? Qué harán con las de Gustavo Leigh y su sucesor Matthei? Incorporarán a Manuel Contreras Sepúlveda, Miguel Krasnoff  Marchenko, el Guatón Romo o el Fanta como héroes injustamente vilipendiados de la gesta militar?

Resaltarán la gesta de aquellos valerosos 77 jóvenes que escalaron a Chacarillas para jurar lealtad incondicional a la Constitución de 1980?

¿Validarán el legado  del régimen militar que aún la UDI incluye en su declaración de principios?

¿La historia la escriben los vencedores?
El discurso dominante de la derecha y su poder mediático, continúa ignorando que, paradojalmente, han sido sectores de izquierda quienes asumieron autocríticamente su cuota de responsabilidad por el quiebre democrático de 1973, mientras se consolidaba la imagen soberbia de los cómplices pasivos.

La historiadora de derecha Lucía Santa Cruz – impulsora, junto a otros de sus colegas, de un Museo de la Democracia –  sostiene que “el quiebre democrático de 1973, que dividió al país en dos bandos irreconciliables, tiene como costo eliminar la línea divisoria entre el bien y el mal, que surge de manera espontánea, sin necesidad de reflexión previa, entre lo que está permitido y lo que nunca, bajo ninguna circunstancia, se puede cometer”. Eso no es así, incluso en las llamadas guerras convencionales. De otro modo no existirían los llamados crímenes de guerra. Así defiende lo que Sebastián Piñera explícitamente ha negado públicamente.

La historiadora está en su pleno derecho a interpretar la historia. Como ella reconoce, se trata de “construcciones frágiles, siempre sujetas a nuevos descubrimientos, a nuevas preguntas y enfoques”. Lo que no puede pretender es negar los hechos.

Esto refiera a un debate, frecuentemente eludido durante el proceso de transición y consolidación democrática, permitiendo que hechos históricos se cubran con el manto del olvido. Sobre todo para las nuevas generaciones que no los vivieron.

El entusiasmo de la derecha y su gobierno con un Museo de la Democracia, inevitablemente reabre debates históricos, muy difíciles de zanjar – así sucede con “ohigginistas” y “carreristas”, o “balmacedistas” y “congresistas”- pero abriría un espacio para que las nuevas generaciones asuman su propia interpretación de los hechos históricos, las causas y responsabilidades de los diversos actores políticos.

Con todo su ruido mediático y vaguedades evidentes, la iniciativa enfrenta severos desafíos. Quién dirigiría ese Museo. ¿Cómo estaría integrado su directorio? Desde dónde se asume la historia y desde qué mirada. Es muy evidente que el mencionado grupo de historiadores de derecha no ofrece mínimas garantías de objetividad y pluralismo. Surgiría como condición un equipo de historiadores y académicos que expresen la pluralidad y diversidad del país.

A partir de allí, es perfectamente legítimo que cada sector asumiendo la cuota de responsabilidad que les corresponde, tengan  su propia interpretación de estos hechos.

Lo que verdaderamente aparece como un desatino-casi una provocación- es elegir la emblemática fecha del 5 de octubre, cuando se conmemora el triunfo del NO en el plebiscito de 1988, para dar a conocer el proyecto del Museo de la Democracia, casi tanto como reabrir este debate trascendente a 45 años del golpe militar, a escasos días del 11 de septiembre.

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