Con un tino distante de la tónica general de este gobierno, el Presidente Sebastián Piñera decidió no realizar este año el acto de conmemoración de un nuevo once de septiembre. Al anterior concurrieron obligados ministros, subsecretarios y altos funcionarios que, en su abrumadora mayoría, incitaron, respaldaron o celebraron el golpe de Estado de 1973, argumentando que las FF. AA. y Pinochet los habían salvado de caer en las garras del marxismo, tal como lo sostuviera Jair Bolsonaro hace unos pocos días y lo reafirman decenas de personeros de la derecha en un inserto publicado en El Mercurio, precisamente este 11 de septiembre.
No solo agradecen aquello. También la privatización de todo lo que era privatizable (excepto la previsión de las FF.AA.) y la refundación capitalista sobre bases autoritarias, siguiendo las orientaciones del llamado “consenso de Washington” de la mano de los Chicago boys.
José Antonio Kast, afanado en su Acción Republicana, respalda los groseros exabruptos de Bolsonaro y hace propio el “legado” del régimen militar, incomodando la ambigüedad del mandatario e interpretando a un significativo sector del oficialismo, con la excepción de Evopolis
Razonable decisión presidencial para las aspiraciones de la derecha, cuando en el enrarecido y polarizado clima político que hoy vive el país los hornos no parecen estar para bollos. José Antonio Kast, afanado en su Acción Republicana, respalda los groseros exabruptos de Bolsonaro y hace propio el “legado” del régimen militar, incomodando la ambigüedad del mandatario e interpretando a un significativo sector del oficialismo, con la excepción de Evopolis
Otro “11” incómodo para el mandatario, cuyos colaboradores más cercanos fueron militantes activos del golpismo- comenzando por Andrés Chadwick- y herederos de quienes conspiraron activamente con el Departamento de Estado norteamericano (según consta en las actas del Congreso de ese país) para impedir que Allende asumiera el poder. Fue un comando de ultraderecha, con apoyo de la CIA, el que asesinó al Comandante en Jefe del Ejército, René Schenider. Fue la derecha la que permanentemente boicoteó al gobierno de la Unidad Popular, generó el desabastecimiento, destituyó ministros, organizó y financió el paro de los camioneros, golpeó las puertas de los cuarteles y alentó el golpe militar.
Tal como sostuviera el mismo Sebastián Piñera, durante su primer mandato, esos sectores se constituyeron en los cómplices, pasivos o activos, de las masivas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante el régimen cívico militar.
Tal como sostuviera el mismo Sebastián Piñera, durante su primer mandato, esos sectores se constituyeron en los cómplices, pasivos o activos, de las masivas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante el régimen cívico militar.
El 11 de septiembre es una fecha que continuará dividiendo a los chilenos. Más allá de las autocríticas de la izquierda por sus propias responsabilidades en el quiebre de nuestro sistema democrático, ella no puede olvidar los crímenes, torturas, desapariciones forzadas, prisión y exilio de cientos de miles de chilenos. Tampoco que muchos de sus autores disfruten la impunidad, nieguen sus responsabilidades y los victimarios continúen la senda de Pinochet y Manuel Contreras ocultando el destino de los detenidos desaparecidos, obstruyendo la verdad, justicia y reparación histórica aún pendientes.
Más que lamentable resulta impresentable que, a 46 años del golpe militar, un sector de la derecha (no tan sólo los republicanos de Kast), insista en reivindicar los “beneficios” del golpe de Estado, aunque no necesariamente las masivas violaciones a los derechos humanos, frente a las cuales, en su momento, guardaron riguroso silencio. Todo, al alero del “contexto” que justificaría el “negacionismo”.
Sebastián Piñera es una verdadera “rara avis” en la derecha. Viene de una familia demócrata cristiana, no celebró el golpe de Estado en su momento y según sus propias afirmaciones, voto por el No en el plebiscito de 1988. Frente a las recientes declaraciones de Jair Bolsonaro, además de su tibio rechazo a los ataques del mandatario brasileño a la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas y las desgraciadas referencias a su padre, el mandatario chileno ha reafirmado el derecho de cada cual de mantener sus propias interpretaciones sobre los luctuosos hechos de 1973. Aun cuando ello implique falsear la historia.
Un enrarecido clima político que no le hace bien al país
Este nuevo once de septiembre encuentra al país sumido en un enrarecido y polarizado clima político, generado principalmente por el propio gobierno, que parece haber perdido el rumbo y la brújula. Que intenta imponer una agenda con un marcado tinte neoliberal para la cual no cuenta con mayoría parlamentaria. Que busca dividir a la oposición entre patriotas y antipatriotas. Que no trepida en intentar descalificar a sectores de la oposición, insinuando que mantienen vínculos con el narcotráfico.
Este nuevo once de septiembre encuentra al país sumido en un enrarecido y polarizado clima político, generado principalmente por el propio gobierno, que parece haber perdido el rumbo y la brújula.
Adicionalmente, frente a la posibilidad de una acusación constitucional en contra de la ministra de Educación, o la moción parlamentaria – con evidente apoyo ciudadano- para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales, no trepida en imputar a la oposición prerrogativas exclusivas del Ejecutivo, con graves efectos sobre el sistema institucional, amenazando con llevar estas y otras materias al Tribunal Constitucional.
Adicionalmente, frente a la posibilidad de una acusación constitucional en contra de la ministra de Educación, o la moción parlamentaria – con evidente apoyo ciudadano- para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales, no trepida en imputar a la oposición prerrogativas exclusivas del Ejecutivo, con graves efectos sobre el sistema institucional, amenazando con llevar estas y otras materias al Tribunal Constitucional.
La presentación de una acusación constitucional en contra de un ministro de Estado corresponde a una prerrogativa del Congreso (ejercida con desmesura en tiempos de la Unidad Popular; empleada en períodos más recientes, entre otros casos, por la derecha en contra de la entonces ministra Yasna Provoste y por el progresismo destituyendo al ex ministro Harald Beyer), que debe ser aprobada por una mayoría de los diputados y juzgada en su mérito por el Senado, para calificar si existe un notable abandono de deberes, como apunta el libelo acusatorio que afecta a Cubillos.
Respecto de la iniciativa para reducir a 40 horas semanales, como propone la moción presentada por la diputada Camila Vallejo, o a 41 horas, como anuncia, con evidentes discrepancias internas el oficialismo – con el ingrediente de la adaptabilidad o flexibilización laboral, que tanto la oposición como las propias organizaciones sindicales han descrito como un intento de precarización laboral – el gobierno se ha perdido una gran oportunidad de intentar construir un consenso que integre la reducción de la jornada laboral, con gradualidad y mayor flexibilidad o adaptabilidad, resguardando los derechos y conquistas sindicales.
No le hace bien al país este clima de enfrentamientos entre el gobierno y la oposición antes de explorar los caminos del diálogo y la construcción de consensos posibles, sin renunciar a la posibilidad de dirimir las diferencias a través de las reglas de la democracia.
No le hace bien al país este clima de enfrentamientos entre el gobierno y la oposición antes de explorar los caminos del diálogo y la construcción de consensos posibles, sin renunciar a la posibilidad de dirimir las diferencias a través de las reglas de la democracia.
Como tampoco parece saludable intentar desnaturalizar la esencia del Tribunal Constitucional para transformarlo en una tercera instancia legislativa que resuelva las diferencias entre gobierno y parlamento.
Como tampoco parece saludable intentar desnaturalizar la esencia del Tribunal Constitucional para transformarlo en una tercera instancia legislativa que resuelva las diferencias entre gobierno y parlamento.
Y menos los intentos para denostar a la oposición por supuestos e inexistentes vínculos con el crimen organizado o negocios ilegales, como hacen algunos medios de comunicación, con evidente liviandad, sin suficientes y sólidos antecedentes.
Las opciones del gobierno
Pronto a cumplir la primera mitad de su mandato y a las puertas de las elecciones municipales y de gobernadores regionales, el gobierno enfrenta dos opciones.
Puede insistir en su estrategia confrontacional, buscando dividir a la oposición y enfrascándose en una guerrilla legislativa
Puede insistir en su estrategia confrontacional, buscando dividir a la oposición y enfrascándose en una guerrilla legislativa, que puede consumir buena parte del escaso tiempo útil con que cuenta para viabilizar su agenda legislativa, antes de entrar en el terreno electoral, en donde se juega su proyección futura, con inciertos resultados.
O asumir con realismo que no cuenta con mayorías parlamentarias para aprobar su agenda tal cual está diseñada
O asumir con realismo que no cuenta con mayorías parlamentarias para aprobar su agenda tal cual está diseñada, buscando acuerdos con el conjunto de la oposición en torno a materias de evidente interés nacional, como son la reforma del sistema previsional, el fortalecimiento de la salud y educación pública al que acceden la mayoría de los chilenos. Con una efectiva agenda pro crecimiento que contribuya a reactivar la economía, una prioridad en la infancia y el mejoramiento de la seguridad pública.
El diálogo y la negociación, también la confrontación de ideas, es consustancial a la democracia, pero requiere de habilidad, realismo y destreza, que el actual equipo político del gobierno no ha demostrado hasta ahora.
Ello pasa no tan sólo por redefinir su agenda sino también por un curso político compatible con las prioridades ciudadanas y los límites de la oposición para construir acuerdos vinculantes. El diálogo y la negociación, también la confrontación de ideas, es consustancial a la democracia, pero requiere de habilidad, realismo y destreza, que el actual equipo político del gobierno no ha demostrado hasta ahora.
Un vacío de conducción
Hoy existe un evidente vacío de conducción político, tanto en el gobierno como en la oposición.
Hoy existe un evidente vacío de conducción político, tanto en el gobierno como en la oposición. Al igual que el resto de la región, hoy la economía sufre los nocivos efectos de la guerra comercial que protagonizan China y Estados Unidos, así como la fuerte volatilidad que presenta la economía mundial, con proyecciones de crecimiento que no superan el 2,6 % para el presenta año. En el enrarecido clima político que hoy vive el país, el gobierno parece ser parte del problema antes que de la solución. El “frenesí legislativo” ha terminado por desdibujar sus prioridades y el rumbo que propone al país
En el enrarecido clima político que hoy vive el país, el gobierno parece ser parte del problema antes que de la solución. El “frenesí legislativo” ha terminado por desdibujar sus prioridades y el rumbo que propone al país
Quizás haya llegado la hora de cerrar un ciclo e inaugurar otro. Uno marcada por el realismo y mayor apertura al diálogo y la negociación. Y ello requiere de cambios y ajustes del actual equipo ministerial.
Quizás haya llegado la hora de cerrar un ciclo e inaugurar otro. Uno marcada por el realismo y mayor apertura al diálogo y la negociación. Y ello requiere de cambios y ajustes del actual equipo ministerial.
Por más que cuenten con la confianza del Presidente, los ministros no se eligen por amistad o parentesco, sino por idoneidad para cumplir determinadas funciones. Y no siempre o indefinidamente las personas que pudieron reunir dichos requisitos durante una fase o ciclo político, son las más adecuadas para impulsar los siguientes. Pero todo aquello depende de las opciones que asuma el Presidente que es Jefe del Estado y del gobierno.
Por su parte la oposición continúa desafiada a superar el proceso de fragmentación y divisiones que la han marcado tras su derrota en la pasada elección presidencial.
Por su parte la oposición continúa desafiada a superar el proceso de fragmentación y divisiones que la han marcado tras su derrota en la pasada elección presidencial. No tan sólo para procesar diferencias y construir consensos vinculantes, que le permitan encarar con eficacia la agenda gubernamental, también para levantar ideas y propuestas de un proyecto de futuro que captura el interés y voluntad ciudadana.