¿Si usted pudiese votar en la segunda vuelta de las elecciones en Perú, votaría por el líder populista Pedro Castillo o por Keiko Fujimori, la heredera política de Alberto Fujimori? La pregunta no es del todo inoficiosa, teniendo a la vista que no pocos analistas sostiene que Chile vive una situación “espejo” con lo que sucede en el vecino país, con una proliferación de candidatos que no superan el 20 % de las preferencias, partidos desacreditados y emergencia de líderes populistas.
Al decir de las encuestas (que afortunadamente carecen de valor predictivo) los chilenos podrían verse enfrentados a tener que optar por el mediático candidato de la UDI, Joaquín Lavín, y la no menos mediática postulante del partido Humanista, Pamela Jiles, que, en un melodramático discurso en la Cámara de Diputados , junto con victimizarse y aprovechar para hacer propagando al “amor de su vida” (candidato a gobernador por la región metropolitana), ofreciera renunciar a postularse a la presidencia si Sebastián Pinera desistiera de recurrir el Tribunal Constitucional para bloquear el tercer retiro de los fondos previsionales y respaldara la iniciativa en las próximas semanas, con plena conciencia que el gobierno tiene decidido hacerlo y ya ha designado el equipo jurídico que defenderá su causa en dicha instancia.
¿Usted votaría por Lavín o Pamela Jiles en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales? Compleja decisión, que la inmensa mayoría de los chilenos prefiere descartar, apostando a que el escenario puede cambiar tras las elecciones municipales, de gobernadores regionales y miembros de la Convención Constituyente.
Y es muy posible que ello ocurra. En primer lugar, porque Pamela Jiles tendría decidido no postularse a la presidencia, sino al Senado por la Región Metropolitana. Pero, en buena medida, ello depende de los resultados de esa elección, que dibujará el nuevo mapa político del país, la definición de las alianzas y candidaturas. Y que estas elecciones puedan realizarse en las fechas previstas por la reciente reforma que las fija para el próximo 15 y 16 de mayo. Esto, si las condiciones sanitarias así lo permiten.
¿Una nueva postergación de las elecciones?
Tanto las autoridades como los propios expertos dudan que estemos en el peak de la pandemia, que ha alcanzado récords de contagiados en los últimos días, superando la barrera de los 9.000 contagios y la posibilidad de superar los 10.000 en las próximas semanas. Nada garantiza que la situación sanitaria mejore en los próximos treinta días que restan para la elección. Aun se discute si la manoseada “inmunidad de rebaño” se alcanzará a fines de junio, como lo sostiene el primer mandatario (el presidente se equivoca, ha afirmado Jaime Maalich), en primavera, o quien sabe cuándo.
Depende de muchos factores. De la efectividad de las vacunas, De las mutaciones del virus. Del fiel cumplimiento de las medidas de prevención y aislamiento social. Y, por cierto, de lo que el gobierno haga o deje de hacer para enfrentar la actual emergencia sanitaria.
Es más que evidente que se requieren importantes rectificaciones en la manera como hasta ahora el gobierno ha enfrentado la emergencia. En primer lugar, reforzar los extenuados y colapsados servicios de salud, con mayores recursos humanos y materiales para incrementar los testeos y trazabilidad, implementar más camas críticas, acelerando el proceso de vacunación, incrementando las medidas de prevención y mejorando la comunicación, Con mensajes claros y realistas.
La opción de postergar nuevamente las elecciones municipales, de gobernadores regionales y miembros de la Convención Constituyente plantea graves trastornos para el ajustado cronograma político y electoral que enfrenta el país en los próximos meses. Entre muchos, el retraso del proceso constituyente, la necesaria renovación de alcaldes y concejales, así como la definición de las alianzas y los candidatos y candidatas que inscribirán sus nombres en la primera ronda presidencial.
Sin olvidar que los casi 18.000 candidatos a los diversos cargos de elección popular han desarrollado una muy difícil extenuante y esforzada campaña en tiempos de pandemia, y en su gran mayoría han agotado sus recursos para sostenerla en un período más prolongado.
El gobierno tiene la mayor responsabilidad para posibilitar que las elecciones previstas para el próximo 15 y 16 de mayo puedan desarrollarse con las mayores condiciones de seguridad sanitarias posible, asegurando una masiva participación ciudadana.
Pero ello requiere de rectificaciones muy de fondo en la manera como hasta ahora se ha enfrentado la emergencia, tal como han propuesto los expertos, autoridades del Colegio Médico, los precandidatos presidenciales y los partidos de oposición, en conjunto con representativas organizaciones de la sociedad civil.
Las próximas semanas serán decisivas en el intento de bajar los contagios y controlar la pandemia, condicionando una eventual nueva postergación electoral si las condiciones sanitarias no mejoran sensiblemente.
Los resultados de las próximas elecciones municipales, de gobernadores regionales y miembros de la Convención Constituyente, se constituyen en un dato de realidad indispensable para que los diversos partidos y coaliciones asuman definiciones claras en materia de alianzas y candidaturas.
¿El escenario de los tres tercios?
Muchos analistas han especulado con la posibilidad que las próximas elecciones reproduzcan el histórico escenario de los tres tercios en que se dividía la política nacional (derecha, o centro derecha como les gusta denominarse, centro izquierda (desde la DC al PS, incluyendo sectores desgajados del Frente Amplio) e izquierda (que va desde el PC hasta lo que queda del Frente Amplio).
Pero, teniendo a la vista el proceso de fragmentación política que vive el país, el escenario puede resultar bastante más complejo. Con una derecha dividida en dos sectores (Chile Vamos y Republicanos) y una oposición fragmentada en diversas alineaciones, con poca capacidad de construir consensos en su interior y la emergencia de opciones populistas, como las ya mencionadas de Jiles y Lavín.
En la Unidad Constituyente hay al menos cinco precandidatas y precandidatas presidenciales (Ximena Rincón, Paula Narváez, Heraldo Muñoz, Carlos Maldonado y el diputado Pablo Vidal, representado a Nuevo Trato, que recientemente se agregó a la lista) Y aún no es seguro que puedan decidir una candidatura única en unas primarias legales.
El Partido por la Democracia ha propuesto excluir a la DC de las primarias, para circunscribir la competencia a los partidos de inspiración socialdemócrata y liberales progresistas. Una propuesta que genera mas de una duda al interior del PS y un fuerte rechazo del PRSD, que no está por incrementar el proceso de dispersión que actualmente vive la oposición.
En el Frente Amplio, existen al menos dos precandidatos (Gabriel Boric y Marcelo Diaz), que aspiran a competir por la nominación presidencial de Chile Digno con Daniel Jadue. Y Jaime Mulet, líder del partido regionalista verde se ha anotado en la carrera.
Es difícil imaginar que los candidatos presidenciales que inscriban su nombre en la papeleta de primera vuelta se acerquen a los 18 candidatos presidenciales que compitieron en las elecciones peruanas, pero claramente superaran a los tres bloques mayoritarios en la oposición. Sin descartar que finalmente Pamela Jiles, que lidera las encuestas, decida anotarse en esa carrera.
En este escenario, no sería tan extraño que, tras una primera vuelta, el país pudiera enfrentar una disyuntiva parecida a la que hoy enfrenta Perú. Con un candidato de derecha como Joaquín Lavín, bastante populista, que hoy intenta vestirse con ropajes ajenos (social demócrata), llamando a la conformación de un gobierno de “convivencia nacional” (¿) y Pamela Jiles, que según las encuestas lidera hoy las preferencias.
En este incierto escenario que vive el país, cualquier cosa puede pasar. Las elecciones próximas pueden contribuir a clarificar el panorama, fijando quién es quién en la política nacional y cuanto pesa cada coalición y partido.
El resto lo decidirá la decisiva campaña presidencial, esperando que la situación sanitaria permita desarrollar el actual cronograma electoral y desplegar las propuestas y los liderazgos que lleguen a la contienda.
Aun el escenario es muy líquido y no termina de prefigurarse. Pero tanto los riesgos como los desafíos están claros y las diversas coaliciones, así como los candidatos y candidatas, deben demostrar que están a la altura para asumirlos.
Para eso sirven las campañas. También en tiempos de pandemia.
1 comment
Que decepcion mas grande, ver q nuestro pais sigue pegado en la mediocridad, el tener estos candidatos a presidente q lideran, muestra q no hemos aprendido nada y seguimos pegado en lo mismo.
Me preocupa nuestro pais, creo q no avanza a la unidad y a olvidarnos de pinochet y allende y hacer un Pais moderno, donde los postulantes a presidentes sean personas jovenes y con amplio conocimientos y asesorandose por los presidentes pasado, nos sigue faltanto humildad para hacer un pais solidario y unido