Una crisis multisistémica

por La Nueva Mirada

Pareciera artificial y anecdótica la polémica insinuada entre los gobiernos de Chile y Argentina respecto de la correspondiente eficacia para enfrentar el coronavirus.

Al decir de las encuestas una mayoría de los argentinos piensa que su gobierno ha actuado con diligencia para enfrentar la epidemia adoptando estrictas medidas de prevención, que aparentemente han logrado aplanar la curva de crecimiento de la enfermedad.

El gobierno chileno, asumiendo que una cuarentena total no es sustentable en el tiempo, como ha sostenido Sebastián Piñera, ha adoptado una estrategia algo diferente, con medidas “progresivas”, de discutida transparencia en sus fundamentos, que reciben cuestionamientos tanto de autoridades locales como de expertos y autoridades del Colegio Médico, con resultados aleatorios, que dividen las opiniones de la ciudadanía.

No es muy prudente que el gobierno busque transmitir falsas seguridades a la ciudadanía, afirmando que se han tomado todas las medidas para prevenir el punto más alto de la epidemia y que cuenta o contará con todos los recursos sanitarios que se requieran en ese momento. Más vale sincerar la situación, entregando toda la información, por dura que ella sea, acerca de los verdaderos riesgos que enfrenta la población y extremar los recursos para abordarlos.

Más vale sincerar la situación, entregando toda la información, por dura que ella sea, acerca de los verdaderos riesgos que enfrenta la población y extremar los recursos para abordarlos.

 Con todo, la manera como el gobierno ha enfrentado la emergencia y su cotidiana difusión mediática le ha permitido recuperar significativamente los niveles de confianza ciudadana. Las cifras oficiales muestran que, si bien el contagio supera las 8.000 personas, la letalidad es una de las más bajas de la región.

Pero existe un amplio consenso que lo peor está por venir. Que la situación empeorará y lo relevante es extremar todos los recursos para enfrentar el punto más alto de la epidemia,

En este contexto pareció oportuna la aproximación – a más de un mes generada la severa emergencia sanitaria – de autoridades chilenas y argentinas para explorar fórmulas de cooperación ante la pandemia que suma dos centenares de víctimas fatales y miles de contagiados en nuestros países,

De poco o nada sirve que diversos gobiernos intenten demostrar que lo han hecho mejor a la hora de enfrentar la epidemia. Lo verdaderamente relevante son los hechos y las acciones que desarrollen las autoridades no tan sólo para intentar “aplanar la curva de contagios” y dar debida asistencia a los enfermos, sino también reforzando los sistemas sanitarios, ya desbordados en la mayoría de los países desarrollados, para enfrentar el temido peak de la pandemia, que se proyecta para mediados o fines de mayo.

Y América Latina, lejos de ser le excepción, aparece como una de las regiones más vulnerables no tan sólo desde el punto de vista sanitario sino también económico y social.

La enfermedad se sigue expandiendo con inusitada rapidez en los cinco continentes, con la distinción necesaria que nuestra región enfrenta el primer período, obligando a los gobiernos a extender las medidas de prevención y tensionando la capacidad de los sistemas sanitarios. Y América Latina, lejos de ser le excepción, aparece como una de las regiones más vulnerables no tan sólo desde el punto de vista sanitario sino también económico y social.

¿Una pandemia social?

Los alcaldes que, en su inmensa mayoría, han venido demandando medidas más drásticas de prevención al contagio, han alertado de los riesgos de una verdadera “pandemia social”, que podría generarse en los sectores más vulnerables, con serias dificultades para cumplir las normas de aislamiento social e higiene recomendadas, al tiempo que asegurar su sustento cotidiano, toda vez que en un alto porcentaje habitan viviendas pequeñas, muchas de ellas precarias, sin acceso a servicios básico y con empleos ocasionales seriamente en descenso.

No es lo mismo vivir una cuarentena en comunas acomodadas que en aquellas masivas y vulnerables.

Ese es un riesgo real. No es lo mismo vivir una cuarentena en comunas acomodadas que en aquellas masivas y vulnerables. Menos si son campamentos o poblaciones marginales. O si se trata de vendedores ambulantes o trabajadores por cuenta propia. Sin contratos de trabajo ni sistemas de previsión social,

Por esa razón sectores de oposición han propuesta establecer una renta básica universal, por sobre los $ 250.000, por el tiempo que dure la emergencia, que permita una digna sobrevivencia a la amplia mayoría de la población.

Por esa razón sectores de oposición han propuesta establecer una renta básica universal, por sobre los $ 250.000, por el tiempo que dure la emergencia, que permita una digna sobrevivencia a la amplia mayoría de la población.

El gobierno, fiel a su estrategia de entregar el máximo del mínimo (maximin), ha optado por un mecanismo diferente, estableciendo la alternativa del seguro de cesantía para los trabajadores que vean suspendida su relación laboral, un bono de $ 50.000 pesos para paliar la emergencia y un fondo de US$ de 2.000 millones, al que aún no es claro cómo se accederá por parte de los sectores informales de la economía.

El gobierno, fiel a su estrategia de entregar el máximo del mínimo (maximin), ha optado por un mecanismo diferente

El gobierno ya ha anunciado dos importantes aportes fiscales que, en sus títulos, apuntan a la emergencia con el propósito de proteger empleos, ingresos de los trabajadores y reforzando los sistemas sanitarios. Y anuncia nuevas medidas en auxilio de los trabajadores independientes y de las grandes empresas.

Nada de aquello parece suficiente para enfrentar no tan sólo una emergencia sanitaria sino también económica y social. Un personero del gobierno brasileño sostenía que le temían más al caos social que al coronavirus y no deja de tener razón. Si una familia no tiene qué comer buscará la forma de abastecerse. A la manera que pueda.

Nada de aquello parece suficiente para enfrentar no tan sólo una emergencia sanitaria sino también económica y social.

El dilema no es tan sólo del gobierno sino del conjunto del país. Nadie quisiera un caos fundado en la desesperación de sectores marginados ni una versión más aguda del estallido social. Tan importante como defender la vida y luchar en contra de la epidemia, es asegurar el sustento de las personas durante la emergencia. Fórmulas hay muchas y muy variadas, La más simple y efectiva parece ser la de establecer una renta  básica universal, como han hecho otros países, mientras dure la emergencia.

Nadie quisiera un caos fundado en la desesperación de sectores marginados ni una versión más aguda del estallido social.

Senadores de oposición han propuesto que los trabajadores puedan acceder a una parte de sus ahorros previsionales para enfrentar la emergencia (no es el caso de trabajadores “informales” que no cotizan). Es una medida extrema que impactaría severamente en las ya precarias pensiones futuras, que se sustenta en la extrema emergencia, estableciendo mecanismos de compensación con cargo a bonos o regalías extraordinarias.

No deja de ser impactante como en momentos de emergencia extrema surjan iniciativas solidarias para organizar ollas comunes y distribuir comidas entre los más necesitados y hoy se requiere abrir un cauce a la contribución de quienes tienen las posibilidades de apoyar a los más vulnerables.

Nada de aquello puede reemplazar la responsabilidad del Estado para enfrentar la emergencia social con sólidas políticas de asistencia.

Nada de aquello puede reemplazar la responsabilidad del Estado para enfrentar la emergencia social con sólidas políticas de asistencia. El gobierno ha denunciado prácticas inconstitucionales de parlamentarios al proponer iniciativas legislativas que exceden sus facultades, pero además de aquello tiene la responsabilidad de impulsar un sólido plan integral de protección social en la emergencia.

Los nubarrones que se ciernen sobre la economía y los desafíos futuros

Una reciente proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el PIB de Chile caerá un 4,5 % el presente año, pero liderará el crecimiento en la región el próximo 2021. “Una caída significativa, es una recesión muy importante” tal como lo reconoció el ministro de Hacienda. Una proyección bastante más radical y pesimista que la proyectada por el Banco Central (entre 1,5 % y 2,5%).

Diversos expertos y exministros coinciden en que vigorosas y agresivas políticas fiscales podrían morigerar la caída, al tiempo que manifiestan reservas respecto de la velocidad de la recuperación.

Diversos expertos y exministros coinciden en que vigorosas y agresivas políticas fiscales podrían morigerar la caída, al tiempo que manifiestan reservas respecto de la velocidad de la recuperación.

No existen los oráculos capaces de predecir el comportamiento de la economía en el volátil escenario actual, sacudido no tan sólo por el impacto de la pandemia sino por el juego de intereses locales y transnacionales.

No existen los oráculos capaces de predecir el comportamiento de la economía en el volátil escenario actual, sacudido no tan sólo por el impacto de la pandemia sino por el juego de intereses locales y transnacionales.

La pandemia podría superarse en los próximos 6, 12 o 18 meses (nadie puede afirmarlo con certeza) pero su impacto perdurará por mucho tiempo. Los más optimistas predicen una recuperación rápida y vigorosa, mientras los autodefinidos realistas proyectan una más lenta y con ritmos desiguales.

Como en toda crisis habrá ganadores y perdedores. Algunos quedarán en el camino y otros sacarán ventajas. El mundo será más pobre. Algunos ricos menos ricos y los pobres más pobres. Y todo aquello apuntará a la necesidad de avanzar hacia un nuevo orden internacional. Tanto en el plano económico, como político y social.

Y todo aquello apuntará a la necesidad de avanzar hacia un nuevo orden internacional. Tanto en el plano económico, como político y social.

Ello es particularmente relevante en nuestro país, que ya había enfrentado un largo y, por momentos, violento estallido ciudadano, cuestionando el orden establecido y demandado un nuevo pacto social, político e institucional, que cobrará renovadas energías tras la emergencia sanitaria y sus nocivos efectos económicos y sociales.

Diversos sectores políticos, incluidos algunos del oficialismo, han venido debatiendo las bases de ese nuevo pacto social, que aún genera resistencias tanto en el gobierno como en sectores de la derecha refractarios a los cambios y transformaciones.

Tan importante como el proceso constituyente, que hoy cuenta con un nuevo cronograma, pese a las resistencias y temores de sectores de la derecha a la “hoja en blanco” en donde se escribiría una nueva Constitución, es el diálogo democrático que permita dar forma a este nuevo pacto social que Chile necesita.

Al igual que la inmensa mayoría del planeta, Chile emergerá más pobre y endeudado que antes de la pandemia. Ojalá más sabio. Idealmente con menos víctimas fatales y menores costos sociales, pero, en lo posible, asimilando las lecciones que nos dejará la emergencia, que nos obliga a reivindicar lo público, el rol insustituible del Estado, el privilegio de lo colectivo sobre el interés individual, la necesidad de invertir con cohesión social y avanzar en solidaridad, terminar con los abusos y acortar la brecha de las desigualdades.

el rol insustituible del Estado, el privilegio de lo colectivo sobre el interés individual, la necesidad de invertir con cohesión social y avanzar en solidaridad, terminar con los abusos y acortar la brecha de las desigualdades.

Esos son los desafíos mayores que interpelan tanto al gobierno como a la oposición, a los actores sociales y agentes económicos, al conjunto del país.

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