Es un hecho que el resultado del plebiscito constitucional ha provocado un remezón en la derecha que ya se evidenciaba antes de su fraccionamiento entre los partidarios del rechazo y el apruebo.
Es preciso consignar que esta fractura se expresa como uno de los efectos del estallido social. Entonces ya quedaron en evidencia esas divergencias. Cabe recordar que, en su momento, la UDI lanzó la advertencia que de persistir los actos violentos cabía la eventualidad de cancelar la realización del plebiscito constitucional.
Era evidente que la amenaza UDI apuntaba a encubrir las contradicciones que el movimiento social generó en la derecha amenazando con resquebrajamientos mayores y su consiguiente pérdida de influencia. Con efectos tanto en el gobierno como en su incidencia en el parlamento, limitando sus capacidades de defensa de los minoritarios pero voluminosos intereses económicos.
Así las cosas, en la derecha se replantea una disputa por la hegemonía entre los sectores más refractarios al cambio social y quienes están dispuestos a ceder algunos pasos. Al mismo tiempo, en la elección de abril-2021 procurar la suficiente representación para, al menos, bloquear los cambios más drásticos que puedan ser planteados en el proceso constitucional. Esto, además, con vista a las elecciones municipales y de gobernadores y, luego, la presidencial y parlamentarias del exigente 2021.
Así las cosas, en la derecha se replantea una disputa por la hegemonía entre los sectores más refractarios al cambio social y quienes están dispuestos a ceder algunos pasos.
De esas dificultades no cabe sacar cuentas alegres desde la centro -izquierda. Los partidarios del apruebo, aún tienen pendiente el formular ante nuestra sociedad cuáles son sus objetivos programáticos para avanzar hacia un país más justo y equitativo.
De esas dificultades no cabe sacar cuentas alegres desde la centro -izquierda.
Ahora, se ha afirmado que en dos listas “podríamos caber todos”, también que “una sola lista es inviable”. Estas afirmaciones son posibles de aplicar a otras elecciones, podría perderse más de una alcaldía por ir en dos o más listas, pero no se puede poner en riesgo los 2/3 si se va en más de una lista.
Perder un escaño constituyente puede ocurrir porque a cada una de las listas les sobran votos pero que no alcanzan para elegir y, en cambio, sumados sí se puede llegar a un convencional más. Esto, electoral y aritméticamente, es cosa sabida, pero parece que algunos la han olvidado.
En consecuencia, es preciso hacer todos los esfuerzos, deponer pretensiones si no caben todos, encontrar las fórmulas que permitan asegurar que en el proceso constituyente se establezca una mayoría suficiente para concretar una carta fundamental democrática, lo cual demanda alcanzar dos tercios de los futuros convencionales.
una carta fundamental democrática, lo cual demanda alcanzar dos tercios de los futuros convencionales.