“Ver lo que se tiene adelante, exige una lucha constante”. (George Orwell)
Ver más allá del sistema capitalista neoliberal. Ver más allá de la máquina económica del consumo. En las últimas semanas, nos han intentado convencer de que lo que configura y da sentido a la existencia, es la economía capitalista neoliberal, asociándola a la estabilidad y la libertad. Pero “el pathos de la confrontación política se juega en el horizonte de lo humano”. Perdemos de vista el no-humanismo de este sistema con su “aniquilación maquínica” sistemática. Estamos frente a la presencia de una forma de post humanismo post pragmático, técnico económico. ¿Un “no-humanismo más allá de lo humano?” Es el dilema de este domingo. El dilema que carga el espíritu de esta época.
El sistema parecía capaz (y lo prometió)- al menos potencialmente-, de satisfacer todas las demandas políticas para su funcionamiento. Pero ya antes del levantamiento social, quedó meridianamente claro de que esto no era ni es posible de creer. Pensar que es capaz de resolver los problemas “de extrema tensión” que le plantean las demandas ecologistas y sustentabilidad, los problemas de género, la violencia racista y xenofóbica, el crecimiento de la pobreza y riqueza estructurales, las necesidades crecientes de la tercera edad y el envejecimiento poblacional, y el de las brechas de oportunidades crecientes de poder socio económico culturales, sólo es producto de un decisionismo político económico pragmático utópico, ingenuamente ciego.
El sistema económico político, (o político económico), ha creado su propia democracia funcional del “encubrimiento”. Un “encubrimiento” que “permite la compleja organización de la desigualdad, la injusticia y el despotismo, mientras que teóricamente reclama una acción humana “libre y justa” como necesidades primeras y últimas “que apuntan a su funcionamiento ideal-material”.
Frente a esta realidad deshumanizadora que acecha peligrosamente a la vuelta de la esquina eleccionaria, no cabe más que mencionar la cita de Oscar Del Barco, autor que fundamenta lo escrito en esta columna:
De esta forma, la persona ciudadana termina por “deponer sus aspiraciones en el “hoyo negro” del mercado, siendo atrapado y nulificado en las redes del consumismo de masas (…) El sistema se expande como materialidad e idealidad, como fantasías, deseos, máquinas, necesidades, gozos, y a la vez, como herida, sacrificio, aniquilación. Siempre al margen de sus movimientos, como si se sustrajera a sí mismo, fundando su invulnerabilidad: (parece que no se le puede tocar, porque siempre se toca a un espejismo; y este espejismo, que existió en todo momento, ha crecido de tal forma, que hoy se cierra sobre su propia sustracción en una especie de laberinto infinito. Se parece a una mente sin conciencia de sí. No puede tenerla.”
“No hay nada más importante que la conciencia despierta del hombre” (Andrei Tarkovski).
Resistirse y contestar al sistema económico político neoliberal y a quienes lo representan. Votar por el camino hacia la “zona” “que señala hacia la pura dimensión de lo humano en su intimidad como absoluto (el “secreto que inviste lo social, según E. Levinas) , en su privacidad como amor, y en su sociabilidad como justicia ( social) y bondad. Tres formas que se implican y se sostienen allí donde permanentemente se decide nuestro destino.
Es necesario y un imperativo ético, escapar de la carrera hacia ninguna parte del individualismo alienante, del “hombre unidimensional”, qué subsumido en un consumo tecnificado, deja de exigir y gozar cualquier progreso de su espíritu que lo conduzca a enriquecer una libertad verdadera siempre dirigida al bien común y personal.
La batalla que viene es libertariamente democrática y pacífica. Por ahora, votar.
Que no nos entrampen y confundan dividiéndonos entre reformistas y refundacionales. Tampoco entre los que “quieren cambios” y, los que los quieren, pero “graduales protegiendo la seguridad y el orden”. Entre los “revolucionarios” que “quieren la violencia”, y los “demócratas que quieren la paz”.
El flujo de la historia, es decir del ser humano – porque no sólo es materia y espíritu – es un tiempo creativo, que avanza a veces a través de grandes cambios cualitativos donde muchos ven terror sólo catástrofes y no un futuro esperanzador que construir.
No hay que perder de vista que somos parte de la respuesta que dio el Premio Nóbel de Literatura chino Gao Xingijan a (…) “¿Qué puede hacer un pobre individuo frágil frente a la sociedad, a la política, a la sociedad de consumo frente a la degradación de la naturaleza y la condición que nos rodea?”
La gran pregunta es, ¿cuál es el auténtico valor del individuo (persona ciudadana) y qué podemos hacer?
Dejar atrás la lógica del mercado consumista como eje y rector de las relaciones socioculturales. Dar repuesta al profundo vacío de sentido actual.
La respuesta no la tienen sólo políticos y menos los economistas.
Necesitamos tomar el lugar de los que se niegan a moverse. De los economistas y políticos poderosos que sólo ven “en cada cambio social un paso hacia una revolución donde el mundo se cae a pedazos”.
“No sólo hay que pensar y ver un mundo mejor, sino seguir luchando para que esto sea posible”.
Que no nos detengan los grupos fácticos ni los temerosos disfrazados de prudencia extrema frente a los riegos y resistencias. Frente a la incertidumbre y grados de desorden que siempre traen los grandes cambios.
¡Llegó la hora! de enfrentar los desafíos con coraje y responsabilidad, con la pasión que hacen a los sueños una realidad.
De develar y rechazar el “encubrimiento deshumanizador”.
De aprobar con dignidad.
- (Citas de “Alternativas de lo Posthumano” de Oscar Del Barco y “Cartas a los estudiantes” del autor, 2014).