De partidos y partidos. De futbol y elecciones. Por Andrés Palma

por La Nueva Mirada

El uno a uno parece ser la tónica de algunos partidos, aunque no juegan a empatar ni aplican la teoría del empate. Pero los resultados parecieran ser como las elecciones. Empatar con Argentina en Santiago del Estero parece ser un triunfo, aunque ellos hayan hecho un gol de penal, que parece que sí fue, y nosotros hayamos empatado gracias a una jugada de entrenamiento.

Que merecimos el empate, que merecimos el triunfo, a este lado de la cordillera nunca nadie dirá que merecimos perder. Nunca lo merecimos, como cuando perdemos las elecciones.

Unos días después nos empata Bolivia en San Carlos de Apoquindo, con un penal que no fue, pero que lo cobraron VAR mediante (el VAR hace del futbol como las elecciones peruanas, hay que esperar que se revise la jugada para saber el resultado), y empatar parece una derrota: “mejor hubiera sido perder en Argentina y ganar acá” fue la meditación del director técnico. Porque valen los puntos, y no los desempeños, pero no se consiguen puntos sin desempeños.

El tercer capítulo fue en Río de Janeiro. Nuevamente empate, pero esta vez el VAR nos favoreció, y aunque Vidal desperdició la oportunidad, hubo uno que usó la cabeza. En el tiro libre Bravo no anticipó la jugada de Messi, como lo había hecho en Argentina, y Maripán estuvo impecable. Nuevamente uno a uno. Se dijo que merecimos el triunfo, como en los análisis electorales.

Entre empate y empate, la Roja Femenina nos hace gozar con su cero a cero ante la poderosa Alemania, y nos llena de esperanzas olímpicas, como la paridad nos las da en la elección de la Constituyente.

Después de las elecciones, de cualquiera que sea, las evaluaciones son como en el futbol. Hay triunfadores y triunfos morales, resultados alcanzados y notables desempeños. Pero hay una diferencia a favor del futbol (aunque hace algunos decenios hubo una guerra motivada por futbol): ningún triunfador y ningún perdedor estima que lo mejor es que el rival desaparezca, que su propuesta deportiva es tan superior que la otra no merece existir. En el futbol siempre se piensa en el próximo encuentro, para demostrar superioridad o conseguir la revancha. Así debiera ser en el juego democrático, pero suelen traicionar los autoritarismos (obra del patriarcado) que llevamos dentro.

La gracia del futbol es que la cancha es pareja, igual para todos los participantes, las reglas del juego son claras y las decisiones del árbitro se aceptan, aunque a veces a regañadientes. Como en la sociedad, hay veces que algunos se saltan las reglas y cuando se les sorprende se les sanciona, primero se les amonesta y luego, si reiteran el mal comportamiento, se les sanciona. Tal como las leyes son indulgentes con los primerizos, pero no tanto con los reincidentes. Claro que, al igual que en la sociedad, a veces (un buen hincha dirá que demasiadas veces) los árbitros se equivocan, y otras veces evitan ser severos con un jugador extraterrestre o con el Rey. Pero normalmente el juego termina bien, no es necesario que la fuerza pública ponga orden y, como hemos visto en estos días, los jugadores se despiden amigablemente, como diciéndose “la próxima vez gano yo”.

En la vida democrática la cancha pareja, igual para todos los participantes, se da en el instante de votar. Si se han respetado y se respetan las reglas del juego, en ese momento no hay diferencias: el voto se emite en secreto, de acuerdo a las preferencias que cada uno manifieste, y después se cuentan con imparcialidad en un proceso totalmente transparente. Finalmente, guste o no, se acepta el resultado, porque se aceptaron las reglas del juego. Es cierto que en los procesos previos, regulados (en mi opinión malamente) de campañas y precampañas, la cancha es desigual, pero en ese instante el voto de cada persona vale lo mismo. En los procesos previos a los partidos. también hay canchas desiguales: clubes o países que cuentan con más recursos que otros, pero cuando entran a la cancha, todos se han comprometido a respetar las reglas del juego; serán once contra once, equipos iguales, como los votos. Después se comenta, se discute, se reprueba o se alaba, pero el resultado es el que es, y las consecuencias son conocidas.

En las elecciones, a diferencia del futbol, las reglas suelen ser más inestables. No es que en el futbol no cambien, a partir del próximo mes la mano de Maripán no sería penal (como no lo fue la de Isla en ese dramático minuto final de Río), pero la estructura del juego sigue siendo la misma. No siempre ocurre eso en las elecciones. Por ejemplo, para elegir autoridades municipales hemos experimentado cuatro o cinco fórmulas, que inciden en los resultados, y algunas de ellas han permitido que la regla básica de la democracia, el gobierno de las mayorías, no se cumpla. ¿Se imaginan que en un partido no ganara el que hiciera más goles?

En el futbol las reglas cambian para agilizar el juego, pera hacerlo más atractivo y, en algunos casos, como cuando se estableció el fuera de juego, más parejo. Para eso cambian también las reglas de las elecciones, aunque no siempre se consiguen los resultados esperados, como cuando se acordó el voto voluntario.

Hoy día se discute la importancia de los partidos. Los partidos son a las elecciones como los equipos al futbol. Deben tener una constitución específica, un estatuto, un programa, una directiva que se hace responsable de su conducción, en fin, una estructura legitimada por un procedimiento establecido en las reglas del juego; así como en los equipos hay un solo jugador que puede tomar la pelota con la mano, los jugadores en el campo de juego serán solo once y todos deben estar inscritos previamente en los registros del club o la federación, y en el caso de las selecciones nacionales, deben cumplir con el requisito de la nacionalidad o de tener derecho a ella.

Los partidos son parte de las reglas del juego. Es cierto que están desprestigiados y deben hacer una revisión de por qué esa situación, pero son parte de las reglas, y quienes son críticos de ellos pueden formar otro partido que reemplace a ese o esos cuyo prestigio es menor. En la historia de Chile ha ocurrido muchas veces. Hoy mismo se habla del fin de la DC, que en su momento desplazó electoralmente a otros, y del surgimiento del FA o Evópoli, como fuerzas renovadoras, pero la DC, el FA y Evópoli, así como el PC y los republicanos, han cumplido las exigencias para entrar a la cancha y jugar. Así debe ser.

Paradojalmente un exitoso grupo de electores y electos quiere jugar con sus propias reglas y ser un partido no siéndolo, es decir, quieren ser partido para lo que ello da ventajas, pero no asumir que lo son, porque su discurso se basa en que no lo son, siéndolo. Es como si un equipo de fútbol quisiera jugar, pero siempre que a ellos se les permita llevar la pelota con la mano, tomando una ventaja frente a sus rivales.

Es un partido porque tiene directiva (un grupo pequeño que los convoca, hace vocerías y define sus reglas del juego interno), reglas de afiliación (como no tener antecedentes de violencia intrafamiliar, no haber estado afiliado a un partido político y adherir a su programa), programa (que presentaron en las distintas regiones con motivo de la elección de la asamblea constituyente), organización territorial (está presente y tiene vocerías en todas, o casi todas las regiones del país), y vocación de poder (han anunciado su decisión de presentar candidaturas al parlamento y a la Presidencia de la República), sin embargo no quiere constituirse como tal.

Cuando se juega al futbol no se toma la pelota con la mano. Los partidos de independientes por definición no existen. Es bueno dar la cara, el país lo agradecerá.

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1 comment

Salvador Urrutia junio 18, 2021 - 3:33 pm

El símil partidos políticos con fútbol es muy atinado y hay que profundizarlo: el fútbol mejoraría mucho el emparejamiento de cancha si la dictadura regulatoria de la FIFA cesara: ella dictamina que países y qué jugadores pueden jugar y donde y cuando jugarán, cuantos cupos por continente, las ciudades sedes , etc… lo que deja fuera a muchos países y a sus jugadores fuera de la competencia mundial y genera corrupcion y negociados sin fin…. traspasando esto a los partidos políticos también hay una
dictadura regulatoria que bloquea la entrada de nuevos competidores y protege a los que ya están participando …
Que otra cosa sino es que se impida que los independientes lleven listas en las elecciones?? Se aceptó a última hora, dificultando al máximo, que hubiera listas para constituyentes y eso solo le facilitó las cosas a los seudoindependientes ideologizados organizados y dejó fuera a muchos independientes de verdad, no ideologizados , que no pudieron formar listas y fueron so
los , perdiéndose sus excelentes votaciones.
También en la ley electoral actual hay varias normas anti democráticas, que protegen a los partidos y perjudican la voluntad ciudadana de votar por quien consideran mejor: por ejemplo… la ley anti díscolos, los altos números de firmas para ser candidato independiente, ya mencioné el prohibirles llevar listas, además si las firmas son de ciudadanos inscritos en partidos políticos no valen y si superan un porcentaje invalidan la postulación… estos excesos y abusos de la partidocracia que impide la participación de la ciudadanía moderada sólo facilita la emergencia de extremistas ideológicos que toman la representación de los independientes sin serlo.
Facilitemos la participación de los independientes ahora, no a mediados de Octubre!

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