La siguiente es la crónica N°17 de la serie que viene publicando el autor en su testimonial y documentada conmemoración de los 50 años del golpe civil militar de 1973.
Chacales que el chacal rechazaría (1)
“Siete días después del golpe del 11 de septiembre de 1973, el diario chileno El Mercurio tituló a ocho columnas: “El ex gobierno marxista preparaba un autogolpe de Estado”. ¡Aterradora información! Según esta, la Administración de Salvador Allende habría fomentado un plan de asesinato masivo de militares, dirigentes políticos y periodistas de la oposición, sin olvidar a sus familias. El nombre en código era “Plan Z”. ([1])
El Plan Z fue un mecanismo ideado fundamentalmente para concitar el mayor odio de las fuerzas armadas contra quienes supuestamente habían concebido un mecanismo para pasar a degüello a los altos mandos militares a lo largo de todo Chile, con motivo de la Parada Militar a celebrarse el 17 de septiembre.
Durante los primeros días de nuestra reclusión en la Isla Dawson, el comandante del campo publicaba un diario mural, incluyendo recortes de diarios, dando cuenta del hallazgo de numerosos arsenales de guerra encontrados en la residencia de Allende en calle Tomas Moro, en La Moneda o en la casa de la Payita del Arrayán.
El Mercurio no tuvo impudicia en titular el día 14 de septiembre: “Convertida En Fortaleza Residencia de Tomás Moro”. En el epígrafe se decía: “200 Habitaciones Para el GAP”. ([2]) Digamos que la casa de Tomás Moro, existente hasta el día de hoy, convertida en un Hogar de Ancianos, no debe contar con más de 20 recintos.
A fines de octubre de 1973, se dio a conocer el libro titulado “Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile”, en el cual un autor anónimo entregaba abundantes detalles y documentos probándola existencia de un así llamado: Plan Z. Durante mucho tiempo, nadie se atribuyó la autoría de dicho libro, hasta que, transcurridos varios meses, el historiador Gonzalo Vial admitió haber participado en su elaboración.
El Mercurio, “decano” de los diarios chilenos habría jugado un papel relevante en la instalación del Estado de excepción de la Junta Militar. Sería a través de sus páginas donde se exhibirían todos los “pormenores” del plan, ideado por la Unidad Popular, que supuestamente estaría destinado a eliminar a toda la cúpula de las Fuerzas Armadas el 17 de septiembre de 1973. A través de sus planas se desplegaría día a día, durante dos meses (septiembre y octubre) la serie de detalles del Plan Z, a la manera de un cuento, dosificando el suspenso y los personajes de la historia” ([3])
Por ejemplo: en su edición del 3 de octubre de 1973. El Mercurio publica un artículo, donde afirma lo siguiente: “En las próximas horas serían llevados ante el Consejo de Guerra de Concepción, los primeros acusados por la Justicia militar de estar comprometidos en el Plan Z. Se trata de los detenidos a comienzos de la semana pasada en Lota y que resultaron tener más de mil granadas y bombas de gran poder que iban a ser usadas en contra de los cuarteles policiales, residencias particulares de elementos no adictos al depuesto régimen y los considerados medias “tintas” y contra la población”.
Hernán Millas, director de la Revista Ercilla en septiembre de 1973, cuenta en su libro La Familia Militar que, cinco días después de producido el golpe militar el ministro secretario general de la Presidencia, coronel Pedro Ewing convocó una conferencia de prensa en la que relató detalles del Plan Z. Según Millas, el secretario de la Presidencia habría dicho:
“En momentos en que en la capital y en provincias, se estuvieran terminando los almuerzos ofrecidos por las autoridades locales a los oficiales de las Fuerzas Armadas, se pondría en marcha el Plan. En La Moneda, el Presidente Allende habría invitado a almorzar a los tres comandantes en jefe de la Defensa Nacional y a los miembros del Estado Mayor. Simultáneamente, ya en la elipse del Parque O’Higgins, debían encontrarse formadas las unidades de la guarnición de Santiago”
Según Millas, Ewing añadió que, en La Moneda, “garzones que en realidad eran miembros del GAP, extraerían armas automáticas y darían muerte a los generales allí presentes. En provincias, los encargados de la matanza serían los llamados núcleos especiales. El día 19 de septiembre, dice Millas, con ocasión de la Parada Militar tradicional para festejar las Glorias del Ejército, se daría muerte en el Parque O’Higgins a mil oficiales y, en forma simultánea se asesinaría a personalidades de oposición al régimen, entre ellos Frei Montalva y Onofre Jarpa”. ([4] )
Centenares o miles de hombres y mujeres, detenidos en los meses posteriores al golpe militar, cuentan cómo fueron obligados a confesar que efectivamente estaban involucrados en el Plan Z. Muchos fueron sometidos a los llamados Consejos de Guerra, tras haber sufrido inenarrables torturas y obligados a firmar declaraciones reconociendo su participación en dicho Plan, tras lo cual algunos fueron fusilados y otros condenados a penas de presidio absurdas.
Yo conocí en Punta Arenas, la historia del joven Héctor Avilés, quién fue secuestrado tras el golpe militar acusado de haber recibido un cargamento de 16.000 fusiles, traídos en una goleta cubana a las costas del Seno de Última Esperanza, como parte del Plan Z. Héctor fue enviado al Regimiento Pudeto de Punta Arenas, siendo torturado bárbaramente durante dos días, por escuadras de infantes de marina, quienes se turnaban para perseguirlo con dos perros amaestrado a lo largo de una cancha de obstáculos. Cuando caía extenuado, era arrastrado a través de arbustos de calafate, característicos por sus enormes espinas, que se clavaban en todo su cuerpo o quedaban incrustadas bajo su piel. Posteriormente fue sometido a sesiones de torturas en diversos centros como el reconocido Palacio de la tortura en Punta Arenas y el regimiento de Telecomunicaciones, donde prosiguieron las torturas mediante aplicaciones de corriente eléctrica, quema de pestañas, colgamientos y otras acciones inenarrables. Finalmente fue sometido a un Consejo de Guerra y condenado a muerte, que tras un largo período en la Cárcel fue desterrado a Canadá, país que le bridó una cálida acogida y donde se desarrolló como un reconocido artista pintor. ([5])
El Almirante Ismael Huerta, a quien acabo de citar en una columna escrita recientemente, fue designado por la Junta Militar, como embajador de Chile ante la Organización de las Naciones Unidas, en cuya Asamblea General pronunció un discurso donde manifestó lo siguiente: “el peligro de un enfrentamiento entre la mayoría ciudadana, sin armas, y los fuertes núcleos paramilitares organizados por sectores de la Unidad Popular, que habían estructurado un plan para asesinar a autoridades civiles y militares y alcanzar todo el poder, hacían urgente el cumplimiento, por parte de las Fuerzas Armadas y Carabineros, de su obligación fundamental de salvarla integridad de la Patria. ([6])
El Plan Z tuvo otro ingrediente que hoy día puede aparecer casi pintoresco. Ocurre que incluyó un capítulo en el cual señala que se confeccionaron nóminas de personas a lo largo de todo el país, consideradas indeseables por el régimen de la UP y que también serán ajusticiadas. Durante muchos años, algunos empresarios o cuadros opositores a la UP se jactaban públicamente, que ellos figuraron en las nóminas del Plan Z, señalándolo como un mérito.
El año 2000 nos embarcamos con Anita en un viaje de la empresa Skorpios rumbo a la Laguna San Rafael, que a su regreso recala en una Isla, donde se ofrece un refrigerio a los pasajeros. Quedamos sentados en una mesa frente a un matrimonio de Antofagasta, con quienes establecimos una amable conversación. De pronto yo di a conocer que había estado recluido en Isla Dawson. ¿Cuál fue la reacción de nuestro amable interlocutor? Nos dio a conocer que él tuvo pleno conocimiento que él figuraba en las listas del Plan Z en su Región. Yo intenté argumentarle que dicho Plan era una soberana mentira, pero no hubo caso. Aseguró que sus informaciones provenían de fuentes irreprochables. Estamos hablando de 27 años transcurridos tras el golpe militar, y un profesional adulto, aparentemente respetable, aún sostenía la veracidad de semejante infundio.
El miserable infundio del Plan Z fue finalmente descalificado, nada menos que por el principal asesor comunicacional de la Junta Militar, el periodista Federico Willoughby, quién, confesó en una entrevista concedida al semanario The Clinic, que dicho Plan “fue una gran maniobra de guerra sicológica. Yo no sabía de la existencia del Plan Z y era funcionario de la Junta de Gobierno y por lo tanto tendría que haber sabido” ([7])
Ahora, cuando se cumplen 50 años del golpe militar, hacemos toda suerte de balances. Abundan opiniones bien o mal intencionadas de buscar la reconciliación. No ahondar rencores. En mi opinión, debiera ser un momento propicio para la verdad, única fórmula para asumir un sólido reencuentro. Continuamos ignorando el paradero de más de mil chilenas y chilenos detenidos y desaparecidos. ¿Podemos pedirle a sus hijos o nietos, que se resignen a poner fin a la búsqueda de sus restos?
Por otra parte, ¿no es acaso delictual la conducta del diario El Mercurio, que reprodujo sistemáticamente, durante 60 días, información según ellos pormenorizada del Plan Z, conscientes que era una burda mentira? ¿Acaso no son instigadores y cómplices de tantas víctimas inocentes torturadas y/o asesinadas?
No hemos olvidado que Agustín Edwards, dueño de dicho periódico, voló a Washington el 15 de septiembre de 1970, cuando Allende aún no asumía el mando, para solicitarle al presidente norteamericano Richard Nixon y a su canciller Henry Kissinger, que hicieran cuanto fuera posible para evitar que ello ocurriera.
Quizás, los 50 años de esta historia que hoy hemos recordado, pueden ser la hora propicia, para levantar una querella contra un periódico, que fue conscientemente, la caja de resonancia de tantas mentiras originarias de la muerte, la cárcel o el exilio que marcaron para siempre, la dolorosa historia de numerosas familias chilenas.
¿Soy acaso un resentido por formular esta propuesta?
.[1] UNIVERSIDAD DE CHILE. INSTITUTO DE LA COMUNICACIÓN E IMAGEN. Escuela de Periodismo
“El Mercurio y el Plan Z: El periodismo no ha tenido Lugar
Memoria para optar al título de periodista. CLAUDIO SALINAS MUÑOZ. Profesora guía: Claudia Lagos Lira
Octubre 2007
[2] GAP: Grupo de amigos personales, como se conoció a un Cuerpo de Seguridad, conformada por jóvenes militantes de partidos de izquierda, conformados para complementar la guardia de seguridad del Presidente. Todos lo acompañaron el 11 de septiembre en la Moneda. Lucharon junto a él y se rindieron ante las fuerzas militares que asaltaron el Palacio. Fueron detenidos, conducidos al Regimiento Tacna donde fueron torturados y más tarde trasladados hasta la Base Militar en Colina, obligado a cavar una tumba donde fueron sepultados tras ser fusilados.
[3] Memoria para optar al título de periodista de CLAUDIO SALINAS MUÑOZ Profesora guía: Claudia Lagos Lira octubre 2007. UNIVERSIDAD DE CHILE. INSTITUTO DE LA COMUNICACIÓN E IMAGEN. Escuela de Periodismo.
[4] Millas, Hernán. La Familia Militar. Editorial Planeta, Santiago de Chile, 1999, p.24.
[5] La historia de la detención de Héctor Avilés, me fue trasmitid por Baldovino Gómez, compañero de cautiverio en Isla Dawson
[6] DISCURSO PRONUNCIADO POR EL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE, ALMIRANTE ISMAEL HUERTA, ANTE LA ASAMBLEA DE LAS NACIONES UNIDAS, EN NUEVA YORK, EL DÍA 9 DE OCTUBRE DE 1973.
Revista de Estudios Internacionales. Instituto de Estudios Internacionales. Universidad de Chile
Volumen 6. Nª 34. octubre – diciembre 1973,
[7] The Clinic 2 de septiembre 2013.
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Miguel Lawner, no eres mas que un terrorista subversivo y servil militante del odio