La temporada de las encuestas

por Jorge A. Bañales

Los estadounidenses ya empezaron a votar y las encuestas muestran al republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris en un empate de preferencias. La ciudadanía deberá soportar, todavía, más de cuarenta días de campaña.

A votar

El Día de la Elección presidencial en Estados Unidos sigue siendo este año el martes 5 de noviembre, pero la gran mayoría de los ciudadanos tiene la opción de votar por adelantado, ya sea depositando su sufragio en oficinas electorales o remitiéndolo por correo.

 La franquicia, que se abrió el 11 de septiembre en Alabama y se ha extendido a otros 46 estados, sólo excluye a los residentes en Mississippi, Alabama y New Hampshire quienes deberán hacer fila ese martes para expresar su opinión. Los militares que se encuentren fuera del país deben remitir su voto 45 días antes de la elección, de modo que a esta altura todos los uniformados apostados en el exterior, habilitados para pronunciarse, e interesados en hacerlo, sobre la elección presidencial ya lo han hecho.

 El mecanismo del voto anticipado, que apunta a facilitar la participación ciudadana, se ha expandido en las últimas dos décadas y tuvo un salto notable en los comicios de 2020 cuando, en medio de la pandemia de la Covid-19 los votantes se mostraban renuentes a concurrir a sitios donde hubiera muchas personas.

 De acuerdo con la Oficina del Censo, en la elección presidencial de 2020, cuando el demócrata Joe Biden derrotó al republicano Donald Trump, el 43,2 por ciento de los votos llegó por correo, en comparación con el 21 por ciento en la elección de 2016. El voto anticipado con concurrencia personal subió del 19 por ciento en 2016 al 26,2 por ciento en 2020.

 Por contraste el voto emitido en el Día de la Elección bajó del 60 por ciento en 2016 al 30,6 por ciento en 2020.

 El apuro por votar es más común en el Oeste, donde en las elecciones de medio término en 2022 el 65 por ciento de los sufragantes eligió votar temprano. Asimismo, fue notable que el 55 por ciento de los mayores de 65 años mostró ese mismo entusiasmo superando a los votantes más jóvenes.

La dinámica de campaña

 El Centro para Investigación a Innovación Electoral señala que en 2000 sólo el 40 por ciento de los votantes tenían a su disposición las opciones del voto anticipado o por correo. Actualmente el 97 por ciento de los ciudadanos cuenta con ellas.

 Este vuelco modifica los enfoques, esfuerzos y expectativas de las campañas a sabiendas de que la decisión ciudadana, probablemente, ya se haya pronunciado semanas antes del Día de la Elección y yazga escondida, sorda y ciega a cuanta propaganda se despliegue.

 A medida que se aproxima la fecha electoral mengua el contingente de ciudadanos que la aguarda para votar y los candidatos han de apresurarse en la cacería de los indecisos, los indolentes y los distraídos.

 Igualmente se encoje la relevancia de lo que en Estados Unidos se conoce como October Surprise, un acontecimiento tremebundo, un escándalo, un conflicto internacional, una revelación estremecedora que vuelque la decisión del electorado en el último mes de campañas.

 No significa esto que no ocurrirá la tal sorpresa. Sólo significa que el impacto en el electorado se reduce cuando ya millones de ciudadanos emitieron su voto.

 Esta peculiaridad le ha dado una justificación justificada a Trump quien ahora rehúsa someterse a un segundo debate con Harris porque, según él, “es ya demasiado tarde”.

 Trump, de 78 años de edad, condenado por 35 crímenes y a la espera de juicios por otros, salió malparado de su primer encontronazo con Harris, de 59 años, vicepresidenta ahora y ex senadora de California.

 Octubre no fue demasiado tarde para Trump en 2020 cuando, menos de dos semanas antes del Día de la Elección concurrió a un debate con Biden en Nashville, Tennessee. A esa altura, más de 40 millones de ciudadanos habían votado ya por correo y Biden llevaba una ventaja de 10 puntos porcentuales en las encuestas nacionales.

Nubarrones

 Sobre la elección presidencial de 2024 se cierne la opacidad que Trump prolonga con sus repetidos cuestionamientos de un resultado que le sea adverso.

 Ya en 2016 el entonces novato en la escena política nacional indicaba que la elección estaba “arreglada”, y que “habrá que esperar a los resultados para ver si se aceptan”.

 Perdedor por casi 2,9 millones de votos frente a la demócrata Hillary Clinton, Trump resultó ganador por la lotería del Colegio Electoral y nunca más arguyó que la elección estaba “arreglada”.

 En cambio, Trump afirmó que los votos de ventaja para Clinton los depositaron votantes ilegales, quizá inmigrantes indocumentados y para probar su falacia designó una comisión especial, encabezada por el vicepresidente Mike Pence, para sacar a luz esa ilegalidad. Meses más tarde la comisión se disolvió sin encontrar pruebas de fraude.

 La misma actitud dubitativa expresó Trump en 2020 alegando que sólo podría perder en su intento de reelección si hubiese un fraude.

 

Derrotado que fue, Trump se negó –y sigue negándose- a aceptar el resultado de la elección de 2020. Cuando se aproximaba la fecha para la transmisión del mando, convocó a sus seguidores a una asonada que culminó con un asalto al Congreso con el intento de interrumpir la certificación del resultado electoral.

 El trumpismo ha adoptado ese sofisma: si Trump gana todo está bien. Si Trump pierde la elección es fraudulenta y los patriotas tienen el deber de resistir y alzarse en rebeldía.

 Acorde con ello, en los últimos cuatro años se han multiplicado las amenazas contra empleados electorales y, en estados donde los republicanos dominan la legislatura, han abundado las normas que restringen el voto o lo hace más difícil para impedir que concurran a votar esos temidos inmigrantes indocumentados.

 En un país donde hay más de 161 millones de ciudadanos registrados para votar, y donde cada uno de los 50 estados tiene su sistema electoral peculiar, la organización conservadora Heritage Foundation, tras un examen exhaustivo de los datos ha encontrado, en toda la nación, 1.561 “instancias probadas” de voto fraudulento que han resultado en 1.325 condenas criminales, y 58 penas civiles.

 Esta infracción enana de las leyes electorales obviamente no abolla demasiado el resultado de los comicios nacionales, pero basta para darle astilla al fuego que arde en el Trumpismo.

 Una encuesta de la firma Ipsos para la agencia Reuters encontró que dos de cada tres adultos en Estados Unidos están preocupados porque pueda haber violencia política después de la elección presidencial el 5 de noviembre.

 “Trump y sus aliados están preparando el terreno para cuestionar una posible derrota en noviembre”, señaló Reuters. “En sus actos públicos, Trump ha descrito a los demócratas como tramposos, ha dicho que el voto por correo es corrupto, y ha instado a sus simpatizantes a que voten en números tan grandes como para que haya una elección ‘demasiado grande para acomodarla’”.

Más numeritos

 En la persecución y cortejo de los votantes independientes e indecisos las encuestas pasan a ser, ahora, más importantes que la propaganda.

 Esos sondeos de opinión procuran determinar cuáles estados ya están en la cuenta de los demócratas, cuáles son territorio seguro para los republicanos, y cuáles son los pocos estados indecisos –battleground states– y esos millones de votantes indecisos sobre los cuales ha de concentrarse el proselitismo. Es en esos estados donde pasa a ser importante el despliegue de voluntarios que van, casa por casa, motivando a los votantes.

 Según la firma Gallup, en el último mes la opinión favorable de los estadounidenses hacia Trump ha subido del 41 al 46 por ciento. En el mismo período, la opinión favorable acerca de Harris ha bajado del 47 al 44 por ciento.

 Lo cual indica que la opinión favorable acerca de ambos candidatos sigue estando en terreno negativo.

 La plataforma fivethirtyeight.com, que sopesa varias encuestas, muestra esta semana que la candidatura de la demócrata Kamala Harris continúa su muy lento ascenso e indica un apoyo posible del 48,3 por ciento de los votantes, en comparación con la del republicano Donald Trump que sigue atascada en un 47,5 por ciento.

 Esa diferencia de 2,7 puntos porcentuales impresiona poco y sigue estando dentro del margen de error estadístico.

 La encuesta de la cadena CBS News le da a Harris un 52 por ciento del voto frente a un 48 por ciento para Trump.  La de la cadena NBC News tiene poca diferencia: un 49 por ciento para la demócrata y un 44 por ciento para el republicano.

 Si estos dos sondeos de opinión son acertados, Harris parece a punto de escaparse del margen de error estadístico.

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