Los datos a octubre ya están marcando la tendencia de las economías de lo que será el cierre en 2022 y los inicios de 2023.
A nivel mundial se habla de la estanflación o de un retorno a los años 70s por su alta inflación, en parte asociada a los dos shocks petroleros, junto a una severa recesión en 1974 y 1975, muy relacionada con las políticas de elevadas alzas en las tasas de interés (después de un largo periodo de política monetaria acomodaticia), que derivó en una recesión global en 1982 y en la crisis de la deuda de las economías emergentes. Sin embargo, los informes de los organismos internacionales como el del Banco Mundial, Global Economic Prospects, June 2022 (worldbank.org), se desgañitan demostrando que la crisis actual, si bien tiene algunas similaridades con la estanflación de los setenta, es muy distinta especialmente en cuanto se refiere a que “la mejora de los marcos de política monetaria en las economías avanzadas y en muchas economías emergentes han fortalecido la credibilidad de los bancos centrales y han ayudado a anclar las expectativas de inflación a largo plazo.”
La realidad, por el contrario, muestra que en el presente año, pese a las consecutivas alzas de las tasas de interés impulsadas por los bancos centrales de los EEUU y el Reino Unido en los países adelantados y de Turquía, Brasil, Chile y Colombia en las economías emergentes, la inflación sigue persistentemente alta mostrando las limitaciones en la sola credibilidad de las autoridades monetarias, puesto que en presencia de shocks de oferta y problemas estructurales es muy difícil anclar las expectativas inflacionarias.
Gráfico: EEUU: Tasa de inflación vs tasa de interés del Fed
En el caso de la Reserva Federal de los Estados Unidos, después de que la tasa de inflación interanual había empezado a elevarse desde 1,7%, en febrero de 2021, hasta llegar a un 8,3% en abril de 2022 recién, a partir de mayo y hasta noviembre, realizó 5 consecutivas alzas de su tasa de interés de un nivel de 0,25% hasta alcanzar el 4,00% y con la amenaza pendiente de una próxima subida que podría llegar hasta un 5%, aunque el mercado estima a solo 4,5%. En cambio, la inflación anualizada, si bien continuó su tendencia creciente hasta junio de 2022 llegando a un máximo de 9,1%, empezó a desacelerarse hasta registrar una tasa anual del 7,7% a octubre de este año.
Si bien las bolsas recibieron el dato de inflación como buena noticia, ya que junto al crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2,6% (que sepultó las dos tasas negativas de crecimiento en el primer y segundo trimestre) da un cuadro de inflación moderada con bajo crecimiento, el problema es que para los halcones de la Fed el objetivo es retornar a las bajas tasas de inflación de las dos décadas de estabilidad del presente siglo, en torno al 2%, como si no hubiera pasado nada a nivel de la fragmentación de la globalización, las crisis de combustibles y de los alimentos, junto a los efectos de la tecnología y la pandemia en las condiciones del trabajo y en los salarios.
Ya en la época de la crisis financiera de 2008 varios economistas alertaron flexibilizar o subir la meta o rango de la tasa de inflación del 2%. En los tiempos actuales, a octubre, cuando se habla de baja inflación se mencionan las tasas de Suiza y Japón que están en 3%, siendo las tasas anualizadas más bajas de los países de la OECD Prices – Inflation (CPI) – OECD Data, que en promedio están por encima del 10,5%. La tasa de dos dígitos antes era considerada como de alta inflación, muy común en la región de Latinoamérica en los años ochenta, e incluso actualmente Turquía registra una tasa anualizada a octubre de este año de 85,5%, similar a la de Argentina.
De esta manera, van a tener que cambiar un poco los patrones tradicionales para caracterizar y medir qué se entiende por una inflación baja, teniendo que subir desde ya a un nivel entorno al 3% y, sobre todo, empezar a usar más asiduamente el concepto de inflación moderada, que habría que extenderla hasta menos del 10% para poder abarcar las tasas anuales de varios países de la OECD. Recién, a partir de los dos dígitos, se ubicaría la alta inflación de la mayoría de los países del Área del Euro.
El problema, empero, que la alta inflación viene de la mano con la recesión, es decir por una tasa de crecimiento consecutiva del PIB trimestral menor e igual a cero. Así, según el FMI https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2022/10/11/world-economic-outlook-october-2022 estaría Rusia en recesión ya en 2022 y en la región entraría Chile en 2023, aunque ya registró una tasa negativa en el primer trimestre y una tasa de cero en el segundo trimestre en 2022. El Reino Unido entraría en el cuarto trimestre en recesión, después de haber registrado un -0,2% en el tercer trimestre de este año. Recession looms as UK economy starts to shrink – BBC News Y lo más preocupante sería la recesión en el Área del Euro y en especial de Alemania prevista para el cuarto trimestre de 2022 y el primer trimestre de 2023 según la Comisión Europea. European Economic Forecast. Autumn 2022 (europa.eu)
De esta manera, mutatis mutandis con los años ochenta, tendríamos el retorno al fantasma de la estanflación, ya que Rusia registra una tasa de inflación a octubre de 12,6% y, en la región, Chile está con una tasa de 12,8%. En los países adelantados, a fines de año la entrada en recesión el Reino Unido la haría con una tasa de 10,1% de inflación mientras que el Área del Euro con 10,7% de inflación.
Pareciera que los bancos centrales no aprendieron la lección de la estanflación de los setenta y ochenta y siguen con la misma receta con la finalidad de volver al pasado de baja inflación, aunque algunos bancos van a tener que decir: ¡Goodbye baja inflación y bienvenida estanflación!
Por Gabriel Loza.
Ex presidente Banco Central de Bolivia
1 comment
Muy buen informe, actualizado y sistemático.