Jeanne Baret y Nellie Bly: Ciencia, aventura y desafío. Dos maneras de dar la vuelta al mundo en el XVIII y el XIX.

por Cristina Wormull Chiorrini

Jeanne Baret y Nellie Bly: ciencia, aventura y desafío

 «Usted es una mujer y necesitaría un protector, e incluso si fuera posible que viajara sola, necesitaría llevar tanto equipaje que le impediría hacer cambios rápidos… Nadie que no sea hombre puede hacerlo«.

Cuando pensamos en la vuelta al mundo, automáticamente se viene a nuestra mente el libro de Julio Verne y las aventuras de Phileas Fogg completando ese viaje en ochenta días, en un viaje lleno de peligros y aventuras.  Nadie piensa ni asocia un viaje de ese tipo con la naturaleza femenina, salvo para rescatar la imagen de la doncella salvada por Fogg de morir en la pira junto con su fallecido marido, en algún lugar de la India. Quizás todavía muchos se hacen eco de la frase de la bajada de esta crónica.

Sin embargo, dos audaces mujeres marcaron en el siglo XVIII y XIX, la ruta de la vuelta al mundo para las futuras aventureras:  Jeanne Baret, botánica y exploradora francesa y Nellie Bly una escritora que se convirtió en la primera reportera de periodismo de investigación y pionera del periodismo encubierto.

Jeanne Baret  es hoy reconocida como la primera mujer que dio la vuelta al mundo – es cierto que muchos navegantes varones lo habían hecho, pero hasta Baret, ninguna mujer, que se sepa, lo había intentado ya que los barcos no las admitían entre su tripulación- cuando  ella se unió a la expedición Bougainville entre 1766 y 1769, disfrazada de hombre y cambiando su nombre a Jean Baret, asistente de Commerson,  naturalista de la expedición que pretendía realizar un catálogo de especies de todo el planeta, aunque su salud era  pésima,  incompatible con su propósito porque  tenía problemas para desplazarse por una úlcera en una pierna. Sin embargo, más allá de ser una pionera de la vuelta al mundo, sus contribuciones científicas fueron notables, ya que se encargó de la mayoría de las recolecciones e investigaciones, pero la historia la mantuvo durante siglos apartada de todo reconocimiento a su labor, salvo el de ser la amante de Commerson.

La difusión de su papel como primera mujer en circunnavegar el globo y sus trabajos científicos se mantuvieron en la oscuridad hasta la publicación de investigaciones recientes que han descubierto datos desconocidos sobre su vida.  La primera biografía de Baret en inglés fue escrita por John Dunmore, pero no se publicó hasta 2002, y solo en Nueva Zelanda. Otros artículos aparecieron en revistas académicas, pero recién en 2010, la biografía de Baret, escrita por Glynis Ridley, aportó antecedentes sobre la vida de esta notable botánica. Se sumó a ello una tercera de Danielle Clode:  En busca de la mujer que navegó por el mundo. Publicada en el 2020, vino a completar la información sobre su quehacer científico.

Entre las más notables contribuciones de Jeanne Baret se encuentra la primera descripción de la enredadera que con Commerson llamaron Bougainvillea.

El equipo botánico conformado por Baret y Commerson recogió más de 6.000 muestras de especies vegetales de los lugares que visitaron en Brasil, el estrecho de Magallanes, Tahití, y las islas de Madagascar y Mauricio. Entre las más notables contribuciones de Jeanne Baret se encuentra la primera descripción de la enredadera que con Commerson llamaron Bougainvillea.

No está claro cuándo se descubrió el género de Jeanne.  Pero se rumorea que cuando la expedición llegó a Tahití en 1768 (hasta ese momento desconocido para los franceses) apenas ella y Commerson aterrizaron en la costa, Baret fue rodeada por tahitianos que señalaron que ella era mujer. Los marineros a su vez rodeados por las tahitianas tuvieron que rescatarla y devolverla al barco para protegerla de los emocionados tahitianos. Algunos testimonios narran que ella habría sido violada en esas circunstancias.

Luego de la muerte de Commerson, cuando regresó a suelo francés, desde la isla Mauricio, unos 8 años después de partir, no había nadie para festejar su regreso, aunque Jeanne llevó las muestras botánicas en 30 cajas que contenían más de 5.000 especies, de las cuales 3.000 fueron descritas como nuevas. Sin embargo, alguien, probablemente el comandante Bougainville, le solicitó al Ministère de la Marine (Ministerio de Marina) el reconocimiento de esta extraordinaria mujer.

Murió en Saint-Aulaye el 5 de agosto de 1807, a la edad de 67 años.

Baret fue honrada en 2012 nombrando a una planta de Perú y Ecuador Solanum baretiae Tepe y el biólogo Eric Tepe, de la Universidad de Utah y la Universidad de Cincinnati, ha rendido homenaje a su recuerdo, aplicando su nombre a una nueva especie vegetal recién descubierta, Solanum baretiae, de la familia Solanaceae, emparentada con la papa. El 26 de abril de 2018, en honor a Jeanne Barret, se dio oficialmente el nombre de Monte Baret a una cordillera en el planeta Plutón y el 27 de julio de 2020, Google celebró su 280 cumpleaños con un Doodle.

El genio de Nellie Bly

Nellie Bly, seudónimo de Elizabeth Jane Cochran, apodada Pinky en su juventud por su afición al color rosa, cambió radicalmente cuando, en respuesta a una columna sexista y misógina que llevaba por título, «Para qué son buenas las chicas» y que criticaba a las mujeres por intentar obtener una educación, forjar una carrera o alejarse demasiado de su casa, redactó su primera carta al editor del periódico de Pittsburgh bajo el seudónimo de “Solitaria huérfana”. El editor, impresionado por la calidad de la misiva, le ofreció trabajar como reportera (justamente buscaba empleo) en el diario. A Bly le gustaba escribir artículos de investigación, pero a poco andar fue relegada a la sección de mujeres.

Aburrida de cubrir temas de moda, sociedad o cultura, y con 20 años recién cumplidos, la periodista decidió partir a México a cubrir las revueltas en el contexto del régimen de Porfirio Díaz. Sus crónicas periodísticas de ese periodo se editaron luego en un libro que se llamó “Seis Meses en México”. Su aventura mexicana duró hasta que el gobierno, molesto por sus actividades, exigió su salida del país.

Viajó entonces a Nueva York donde logro emplearse en el sensacionalista The New York World, de Joseph Pulitzer, famoso por su lucha contra la corrupción -entre otras cosas- y hoy por los premios que llevan su nombre, creados con los fondos que destinó para ello a su muerte.

Su primer trabajo fue escribir un artículo sobre un asilo psiquiátrico para mujeres que cargaba con una terrible fama: Blackell’s Island.  Para poder investigar, Bly se internó en el asilo, exponiéndose a las horribles condiciones a las que se sometía a las pacientes. Tras la experiencia, de la cual fue rescatada por el equipo del diario, escribió el reportaje titulado «Diez días en un manicomio» donde denunció los abusos que se cometían con las pacientes obligando a que las autoridades sanitarias tomaran medidas en cuanto al trato de los enfermos mentales.

En 1888 Nellie le sugirió al World que la mandara como reportera en un viaje alrededor del mundo, haciendo realidad el libro La vuelta al mundo en ochenta días escrito por Julio Verne. Un año después y luego de convencer a los editores que se negaban a permitir que una mujer hiciera ese viaje, inició dicha hazaña el 14 de noviembre de 1889 partiendo desde Nueva York.  Su equipaje contempló, además del ​vestido que llevaba puesto, un abrigo resistente, varias mudas de ropa interior, una pequeña bolsa con sus artículos de tocador y la mayor parte de su dinero en una bolsa atada al cuello.

Lo que no empacó fue un arma pues partía con el convencimiento de que el mundo la acogería de la forma en la que ella lo acogería. «Me negué a armarme», escribió.

Tardó seis días en llegar a Southampton, en donde tomó un tren para Londres, y de allí pasó al otro lado del Canal de la Mancha, a Calais, con el tiempo justo de tomar otro tren y dirigirse a París, con parada en Amiens…

Sería largo narrar todo el viaje de Bly… pero vale decir que en su viaje alrededor del mundo visitó Inglaterra, Japón, China, Hong Kong, el hogar de Julio Verne, Brindisi, Colombo y San Francisco. Circunnavegó el globo casi todo el tiempo sola, salvo después que adquirió una mascota en Singapur, un mono en miniatura al que llamó McGinty

Julio Verne quien, escéptico, le dijo ‘Señorita, si es usted capaz de hacerlo en 79 días, yo la felicitaré públicamente’

Verne escuchó sobre la aventura de Bly y quiso que lo visitara en su ciudad natal de Amiens, Francia. Eso era tanto un honor como un riesgo pues tuvo que desviarse de ruta. Para lograr conocer a Verne, Bly viajó sin parar durante dos días a la cita, por carretera, ferrocarril y barco, desde Londres a Boulogne, y luego a Amiens, donde Verne y su esposa la estaban esperando en la estación.

Apenas estuvo una tarde con el matrimonio y partió en medio de la noche, para tomar un tren que la llevó hasta Brindisi. Ahí abordó el Victoria, un barco de vapor que le permitió continuar su meticulosamente planeado viaje.

Bly enviaba actualizaciones por correo al periódico cuando tenía acceso a las estaciones de telégrafo, pero como los despachos a menudo tomaban mucho tiempo en llegar a Nueva York, el diario usó formas ingeniosas para mantener vivo el interés en la historia y organizó un sorteo pidiéndoles a los lectores que adivinaran exactamente cuánto duraría el viaje de Bly. El gran premio era un viaje con gastos pagados a Europa, y más de medio millón de personas participaron.

Nellie, diecisiete años después de que Verne escribiera La vuelta al mundo en ochenta días, rebajó en 1889 en ocho días el récord de 80 días y logró la hazaña en 72 jornadas.

Bly superó el viaje ficticio de Fogg por más de siete días

La aventura benefició a Julio Verne, ya que «La vuelta al mundo en ochenta días» se volvió a publicar en más de diez nuevas ediciones tras la hazaña de Bly.

Lograda su hazaña, Bly se casó con el millonario Robert Seaman, 40 años mayor que ella, se retiró de la escritura y se convirtió en empresaria, pero después de la muerte de Seaman, quebró y volvió al periodismo, cubriendo el sufragio femenino e información desde el frente durante la Primera Guerra Mundial.

En Brooklyn (Nueva York) existe un pequeño parque de atracciones que lleva el nombre de Elizabeth y tiene como tema La vuelta al mundo en ochenta días. En 1998 fue reconocida en la National Women’s Hall of Fame.

Elizabeth «Pink» Cochrane murió a los 57 años de neumonía. Está enterrada en el mismo cementerio que otra famosa periodista que fallecería en 1929: Elizabeth Bisland, quien compitiera y perdiera contra Bly en la vuelta al mundo.

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1 comment

Albina+Sabater+Villalba septiembre 21, 2021 - 3:59 am

Súper interesantes las vidas de estas mujeres valientes, que se arriesgaron a enfrentar tantas críticas… y tantos peligros de todo tipo.
Gracias por ilustranros querida Cristina.

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