2018: El feminismo rompió barreras

por La Nueva Mirada

Entre los meses de abril y junio, más de veinte universidades a lo largo del país y una decena de liceos protagonizaron la masiva irrupción de la movilización feminista que marcó un antes y un después en la ya extensa historia de reivindicación de los derechos de la mujer en una sociedad machista, donde la violencia sexista continúa registrando víctimas cotidianamente.

La impunidad ante frecuentes casos de acoso sexual y abuso de poder en las aulas fue marcando incipientes denuncias en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile en 2016, que se extendieron a una primera toma el 2017, culminando con la salida de los docentes Fernando Ramírez y Leonardo León.

Sería el detonante de la explosión feminista la acusación de acoso sexual y laboral en contra de Carlos Carmona, profesor titular de la emblemática Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y ex presidente del Tribunal Constitucional. La pradera se incendió en el propicio escenario de una institucionalidad carente de cultura y mecanismos para prevenir y sancionar los abusos sexuales.

Las denuncias se multiplicaban a lo largo del país, con movilizaciones que demandaban salida de docentes acosadores y la instauración de protocolos institucionales para enfrentar los abusos.

Sería el detonante de la explosión feminista la acusación de acoso sexual y laboral en contra de Carlos Carmona, profesor titular de la emblemática Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y ex presidente del Tribunal Constitucional. La pradera se incendió en el propicio escenario de una institucionalidad carente de cultura y mecanismos para prevenir y sancionar los abusos sexuales.

A mediados de mayo las movilizaciones se masificaban exponencialmente, con la irrupción de estudiantes exhibiendo sus pechos desnudos y consignas marcadas por una creativa indignación.

Las movilizaciones cumplieron su ciclo incidiendo en una sensibilidad social y cultural que, al menos, inhibe las manifestaciones más burdas de machismo mediático, de las que el actual mandatario es un habitual exponente, poniendo una vara alta a los esfuerzos de la ministra Isabel Plá para atenuarlo y sintonizar con el cambio en la sociedad chilena.

Las manifestaciones rompieron fronteras. Después de 32 años tuvo lugar una nueva toma de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica, en Santiago, demandando sanciones institucionales al acoso, instauración de cuotas de género en responsabilidades académicas y administrativas y reconocimiento del nombre social para estudiantes y funcionarios transgénero. La toma de la Facultad de Derecho en la U de Chile se prolongaría hasta el 9 de julio.

Las movilizaciones cumplieron su ciclo incidiendo en una sensibilidad social y cultural que, al menos, inhibe las manifestaciones más burdas de machismo mediático, de las que el actual mandatario es un habitual exponente, poniendo una vara alta a los esfuerzos de la ministra Isabel Plá para atenuarlo y sintonizar con el cambio en la sociedad chilena.

La violencia de género continúa cobrando víctimas cotidianamente. Las denuncias contra los abusos se han multiplicado y su difusión mediática está a la vista, con destacadas figuras públicas puestas en jaque y tela de juicio.

La violencia de género continúa cobrando víctimas cotidianamente. Las denuncias contra los abusos se han multiplicado y su difusión mediática está a la vista, con destacadas figuras públicas puestas en jaque y tela de juicio.

Nadie podría negar la incidencia de aquellas masivas e inéditas movilizaciones de mediados de 2018. Un movimiento que dejó huella y continúa teniendo sobradas razones para reaparecer en marzo de 2019.

Nadie podría negar la incidencia de aquellas masivas e inéditas movilizaciones de mediados de 2018. Un movimiento que dejó huella y continúa teniendo sobradas razones para reaparecer en marzo de 2019.

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