Con la segunda dosis inoculada, tengo mucho que agradecer.
Recibí mi segunda dosis de la vacuna Sinovac. No habría pasado de estar en la mayoría de los países del mundo, incluidos muchos europeos. Tengo mucho que agradecer.
A las mujeres y hombres del CESFAM, que se organizaron en forma impecable, y nos trataron con eficiencia y solicitud. Gracias, hicieron mucho más que cumplir con un rol.
Veo encarnada en ellas la tradición de cuidar la salud a nivel local del viejo Servicio Nacional de Salud. Una expresión de la dedicación histórica de una escuela chilena de salubristas públicos que es para enorgullecerse. Destaco nombres como Cruz Coke, Horwitz, Mardones, Hepp, Monckeberg, el propio Salvador Allende, esperando representar a todos. El control del niño sano, las embarazadas y nodrizas, la entrega de leche a las madres lactantes, el medio litro de leche infantil universal, han sido extremadamente importantes para vivir con un mínimo de decencia en Chile. El CESFAM me permitió experimentar el resultado generoso de esa historia de décadas. Agradezco estar en Chile.
Valoro especialmente el ánimo general confiado que había entre el centenar de personas que estaban en el local. Nadie trató de colarse ni pretextó ser un caso especial. Imperaba una serena auto vigilancia de los derechos de cada cual. Las esporádicas equivocaciones fueron tratadas como errores, no como intentos de abuso. Un ánimo de confianza en el CESFAM, que se había instalado en el país entero. Esta vez el estado y “la clase política” en general, senadoras, diputados, jueces, y en especial las alcaldías, a menudo criticados sin compasión, merecen mi aprecio por este ejercicio en honestidad y ética. Aprecio vivir en Chile.
¿Hay vacunas disponibles tempranamente? Gracias le debo al ministerio de salud y al gobierno. No está de moda hablar bien del gobierno, pero en este caso, al César lo que es del César. Y si tiene fundamento lo que me cuentan, a investigadores de algunas universidades chilenas, la PUC, me insisten, cuyos laboratorios científicos trabajaban mano a mano con laboratorios chinos de primer nivel mundial. Disponibles de antemano había redes de respeto técnico-científico y confianza profesional, que pudieron activarse para colaborar en el desarrollo de las pruebas iniciales de la vacuna y adquirir dosis en cantidades masivas tempranamente. Agradezco a quienes se dedican a hacer ciencia de primera en las universidades e institutos de Chile. Me levanta el ánimo vivir en un país que aporta en serio al mundo. Imagino que estos programas de ciencia asociada fueron naciendo al calor del crecimiento de las relaciones comerciales entre Chile Y China. (Hoy 40% de nuestras exportaciones van a China; a EE. UU., un 14%). El gobierno de Allende, por las primeras relaciones diplomáticas de un país latinoamericano con China, establecidas en 1970, y el esfuerzo dedicado de años de los empresarios, trabajadores y técnicos que abrieron los nuevos mercados, obviamente están en mis redes de agradecimiento. Pudo ser de otra manera, y seguir concentrando nuestras relaciones comerciales con Norteamérica, sin crear redes de confianza con China. Con seguridad, no estaría vacunado.
Y agradezco que China se convirtiera en la gran potencia mundial que es. Quizá se puede pensar que está demasiado atrás en el trasfondo como para tenerla presente aquí. Alguien producirá vacunas en alguna parte, después de todo. Pero hace unas décadas atrás, China no formaba parte del universo que podía producir nuevas vacunas con expedición. Sin el Partido Comunista Chino, que creó la China actual, yo no habría recibido mi vacuna Covid en los primeros meses de este año. Aprecio y agradezco las contingencias, incluido el PCC.
Bastaba que uno de los eslabones de esta red fallara, o fuera inexistente, para seguir resignado, sin posibilidad de adquirir inmunidad. Espero que algunos amigos individualistas que tengo, que valoran las transacciones de manera excesivamente exclusiva, se cachen la importancia que tiene el trasfondo de relaciones sociales para que se produzca valor en la práctica. Y que las amistades de izquierda que me quedan, que se hacen esperanzas demasiado exclusivas con los derechos, se percaten de la importancia que tienen las tradiciones encarnadas en comportamiento humano para que los derechos se realicen. China lo aprendió clarito. Mucho países cercanos y lejanos, no tanto.
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Comparto avsolutamente TODO TODO lo que mencionas. Gracias porvtu comentario!!!!!